CONFIRMACIÓN



 ¡BIENVENIDOS!

CATEQUESIS DE PREPARACIÓN PARA LA CONFIRMACIÓN



 BIENVENIDA Y ACOGIDA



POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ

La Santa Cruz es la Insignia o Señal del cristiano, es el estandarte que representa al pueblo católico, mas no es un frío estandarte, sino una brillante Cruz que nos invita al sacrificio, a la renuncia y nos defiende del enemigo.


Hemos de usar la señal de la Cruz al levantarnos, al acostarnos y al salir de nuestra casa, al volver a ella, al empezar cualquier trabajo, al ser tentados por el maligno movidos al mal por nuestra propia concupiscencia, en cualquier peligro que aceche al alma o al cuerpo y siempre que podamos hacerlo y será gran remedio contra tanto mal que hay en el mundo.

Los católicos llevamos la mano derecha extendida de izquierda a derecha para signarnos porque pasamos de las tinieblas a la luz.

“Si Cristo venció por la Cruz, nosotros triunfemos con ella. Hagamos la Cruz con Fe, con profundidad, y así nuestra Esperanza será fortificada y nuestra Caridad encendida y abrazada en el amor de Dios”.

Además la Cruz es nuestro consuelo, pues consideramos que nuestros sufrimientos sólo son un remedo de los de Cristo en la Cruz que antes El padeció por nosotros. Añadiendo que la Cruz Santa nos marca nuestro destino eterno: El Cielo.

Persignémonos siempre que nos sea posible.







1. Nuestra tarea desde hoy será practicar  y aprender a persignarnos.
2. Hacer un dibujo de la cruz y decorarlo como quieras.

3. Leer y analizar Lucas 9, 23.



LA ORACIÓN

¿QUÉ ES LA ORACIÓN?

«Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría (Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscrit C, 25r: Manuscrists autohiographiques [Paris 1992] p. 389-390).

La oración como don de Dios

2559 “La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (San Juan Damasceno, Expositio fidei, 68 [De fide orthodoxa 3, 24]). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde “lo más profundo” (Sal 130, 1) de un corazón humilde y contrito? El que se humilla es ensalzado (cf Lc 18, 9-14). La humildad es la base de la oración. “Nosotros no sabemos pedir como conviene” (Rm 8, 26). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un mendigo de Dios (San Agustín, Sermo 56, 6, 9).

2560 “Si conocieras el don de Dios” (Jn 4, 10). La maravilla de la oración se revela precisamente allí, junto al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él (San Agustín, De diversis quaestionibus octoginta tribus 64, 4).

2561 “Tú le habrías rogado a él, y él te habría dado agua viva” (Jn 4, 10). Nuestra oración de petición es paradójicamente una respuesta. Respuesta a la queja del Dios vivo: “A mí me dejaron, manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas” (Jr 2, 13), respuesta de fe a la promesa gratuita de salvación (cf Jn 7, 37-39; Is 12, 3; 51, 1), respuesta de amor a la sed del Hijo único (cf Jn 19, 28; Za 12, 10; 13, 1).

La oración como Alianza

2562 ¿De dónde viene la oración del hombre? Cualquiera que sea el lenguaje de la oración (gestos y palabras), el que ora es todo el hombre. Sin embargo, para designar el lugar de donde brota la oración, las sagradas Escrituras hablan a veces del alma o del espíritu, y con más frecuencia del corazón (más de mil veces). Es el corazón el que ora. Si este está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana.

2563 El corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (según la expresión semítica o bíblica: donde yo “me adentro”). Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro, ya que, a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza.
2564 La oración cristiana es una relación de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo. Es acción de Dios y del hombre; brota del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre, en unión con la voluntad humana del Hijo de Dios hecho hombre.

La oración como comunión

2565 En la nueva Alianza, la oración es la relación viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo. La gracia del Reino es “la unión de la Santísima Trinidad toda entera con el espíritu todo entero” (San Gregorio Nacianceno, Oratio 16, 9). Así, la vida de oración es estar habitualmente en presencia de Dios, tres veces Santo, y en comunión con Él. Esta comunión de vida es posible siempre porque, mediante el Bautismo, nos hemos convertido en un mismo ser con Cristo (cf Rm 6, 5). La oración es cristiana en tanto en cuanto es comunión con Cristo y se extiende por la Iglesia que es su Cuerpo. Sus dimensiones son las del Amor de Cristo (cf Ef 3, 18-21). (Tomado textualmente del Catecismo de la Iglesia Católica)
La oración es un diálogo entre Dios y los hombres. El hombre ha sido creado para glorificar a Dios, a través de la oración se le da gloria, de lo cual el ser humano se beneficia espiritualmente, recibiendo el Amor del Padre por la comunión con Jesucristo a través del Espíritu Santo.

ACTIVIDAD DE “LA MANO”

Pasaje Bíblico: "Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Colosenses 1: 3"
¿Alguna vez has tenido problemas pensando qué decir cuando estás con un amigo? Nos ha pasado muchas veces, que tenemos un amigo con el que nos toca caminar todos los días, talvez hacia la escuela o de regreso, y por un buen rato, vamos sin decir ni una palabra. Simplemente no nos llega nada a la mente de qué hablar.
A veces nos sucede lo mismo cuando estamos orando. Empezamos a orar y entonces no se nos ocurre porqué orar, ni qué decir. ¿Alguna vez te ha pasado eso? Bueno, hoy, vamos a aprender algo muy fácil que te va a ayudar cuando no sepas porqué orar. Se llama la "MANO DE ORACION".

Primero, pongamos nuestras manos enfrente de nosotros para orar. Mantén los ojos abiertos para que puedas ver tu mano.
Si vemos primero la palma de la mano, es la más grande. Vas a recordar que Dios es grande y maravilloso y que le alabas porque Él es Dios y que le das gracias por lo que te da y por lo que hace por ti. Principalmente te recordará dale gracias por su Hijo, EL Señor Jesucristo.

Luego cierra la mano. Esto te recordará cuando le pegas a alguien. Te recordará diferentes pecados y por ello debes confesar aquellos pecados y pedirle que te ayude a no volverlos a hacer.
Ahora junta tus manos para orar. Puedes ver que el dedo más cercano a tí es el pulgar. Por ser el más cercano, el pulgar te va a recordar orar por las personas más cercanas. Ora por tus padres, hermanos y hermanas.

El dedo que sigue se llama el dedo Índice. Es el que se usa para apuntar. Este dedo te va a recordar orar por los que te guían en la dirección correcta. Ora por tus maestros en la escuela, por la maestra de la Escuela Dominical y por tu Pastor.
El siguiente dedo es el del medio, es el más alto de todos. Este dedo nos recuerda orar por nuestros líderes. Ora por el presidente y líderes que gobiernan nuestro pueblo y nuestro país, también ora por la policía

El cuarto dedo se llama el dedo de los anillos. ¿Sabías que es el más débil de todos los dedos? Puedes pregúntale a alguien que sepa tocar el piano y te dirán que es verdad. Este dedo te recordará orar por las personas que están enfermas.
El último dedo es el más pequeño, el "meñique". Este dedo te recordará orar por ti mismo.

Así que la próxima vez que estés hablando con Dios, y no sepas qué decir, deja que la MANO DE ORACION te ayude.
Querido Dios, te damos gracias por la oración. Es bueno tener un amigo a quien hablar, y aunque a veces no sabemos qué decir, tú conoces nuestro corazón. Ayúdame a recordar la Mano de Oración para recordar aquellos que necesitan nuestra oración. En el nombre de Jesús, Amén.




"Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará". Mt. 6,6

Señal de la Cruz

Por la señal de la Santa Cruz  + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro +  en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



  









En este mes iniciamos el tiempo de la cuaresma. Sabemos que son cuarenta días de preparación a la pascua del señor; es un tiempo marcado por el propósito de cambio o conversión, convertirnos al amor, Asumiendo la actitud de compasión y misericordia del señor.
(Muchas veces nos proponemos cambiar en algo pero quizás se puede quedar solo en deseos y buenos propósitos).

·        Vive esta cuaresma como si fuera la primera y la ultima, ¡ANÍMATE¡

        CONVIÉRTETE Y CREE EN EL EVANGELIO”;

Conviértete y cree en ti mismo, convierte y cree en tus posibilidades de mejorar; conviértete y cree en un mundo mejor; en una iglesia mas santa, en hogares fieles, en sociedades mas justas, en un mundo mejo; el mundo que tu y yo necesitamos. 

Cuando me coloquen la ceniza en la frente en forma de cruz: esto significa que debo asumir la cruz de Jesús (quien abrazó decididamente la cruz, siguiendo tal vez el sendero mas largo: “SI ALGUNO QUIERE VENIR EN POS DE MI, NIÉGUESE A SI MISMO, TOME SU CRUZ Y SIGA ME” (Mt 16,24).

LA CRUZ implica esfuerzo, sacrificio, sudor, caídas, agobio, cansancio y hasta desesperación; pero la cruz de Jesús ofrece una vida llena de alegría, Jesús me pide “PASAR EL TRAGO AMARGO”, Porque me tiene un “UN VINO SABROSO EN LA ETERNIDAD”.

La cuaresma de este año puede ser diferente; el MIÉRCOLES DE CENIZA es el inicio de cuarenta días de reflexión  e contemporización, de cómo voy a vivir la resurrección  en mi vida personal y comunitaria; alimentando mi cuerpo, mi alma y mi espíritu.

La iglesia nos invita a vivir la cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo buenas obras.

Nos invita a practicar el ayuno y la abstinencia, los sacrificios y la penitencia,  a compartir y ofrendar, nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a JESUCRISTO.

En cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la cruz de Jesús, con esto aprendemos  también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.

 La cuaresma es además un tiempo” fuerte” de ORACIÓN, AYUNO Y ATENCIÓN A LOS NECESITADOS, haciendo un “serio” discernimiento de tu propia vida:” Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hch 20,35); este sentimiento radicada en lo mas hondo del corazón del ser humano, a y así darse al otro sin esperar nada a cambio.

Solo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad, al hacer sacrificios debemos hacerlos con alegría;”Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tu cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no lo vean los hombres, sino tu padre que esta en lo secreto; y tu padre que ve en lo secreto, té recompensara.” (Mt 6,6).

El creyente se siente impulsado a seguir las huellas de CRISTO, verdadero Dios y verdadero hombre, en la perfecta adhesión a la voluntad del padre.



Aunque a veces  el afán desmedido de posesión impide a la criatura humana abrirse al creador y a sus semejantes.  “El afán del dinero es, en efecto, la raíz de todos los males, y algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos dolores”, (1 Timoteo 6,10).

La duración de la cuaresma esta basada en el símbolo del número cuarenta (40) en la Biblia; los cuarenta días de la cuaresma poseen, una indudable fuerza evocadora de algunos acontecimientos importantes para la vida del católico cristiano; recordando:
  • Cuarenta (40) días del diluvio.
  • Cuatrocientos (400) años  que duro la estancia de los judíos en Egipto.
  • Cuarenta (40) años  de la marcha del pueblo judío por el desierto.
  • Cuarenta (40) días de Moisés y Elías en la montaña.
  • Cuarenta (40) días de Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública.
  • Cuarenta (40)  días antes de la presentación del niño Jesús.
  • Cuarenta (40)  días después de su muerte, para su ascensión.


En la biblia el numero cuatro (4) simboliza el universo material, seguido de ceros (0) significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades. Siendo tal vez en este tiempo el suceso que mejor nos lleva a vivir la cuaresma es “las tentaciones de Jesús en el desierto”. dónde él mismo entregando su confianza plena en Dios padre; logra vencer al mismo demonio.














EL BAUTISMO


El Bautismo «es el más bello y magnífico de los dones de Dios [...] lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios» (San Gregorio Nacianceno, Oratio 40,3-4)

Cristo no tuvo miedo de humillarse

Cuando Cristo se metió en la cola para esperar su turno de ser bautizado, seguramente San Juan Bautista no sabía qué hacer. Llegó el Mesías delante de él y pidió el bautismo. El Bautista exclamó: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?” (Mt 3,14). El Catecismo hace referencia a esta actitud humilde de Cristo en el n.536:

El bautismo de Jesús es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente. Se deja contar entre los pecadores.

Él, que no tenía mancha, que estaba inmaculado, pide ser lavado. El Agua más cristalina del mundo pide ser purificada. La Pureza Absoluta exige ser limpiada. Cristo es el Rey de la humildad. Si alguien podía exigir sus derechos era Cristo. Sin embargo, no buscó ser tratado de una manera especial, gozar de privilegios, aprovechar su posición de Mesías para facilitar las cosas para si mismo. Así era toda la vida de Cristo: una vivencia profunda de la virtud de la humildad.

La humildad de Jesucristo no es solamente la expresión de un pensamiento o sentimiento hacia su Padre, sino la entrega al desprecio, al abandono, a la condenación, a la ignominia. No buscó lo grande, se escondió en lo pequeño. Siendo Dios no sintió vergüenza ni se sintió raro al tomar carne en el seno de una virgen, al aparecer en una cueva, al morir en una cruz; aunque humanamente quizá no pudieran pensarse situaciones más contradictorias. 

Toda la vida de Cristo era un “bautismo”, una humillación de si mismo, un olvidarse de si mismo, de sus privilegios... La verdadera humildad está en la entrega servicial y callada a los demás.

La falta de humildad está en la raíz de muchos de nuestros problemas. Si no hay diálogo en el matrimonio es porque falta la humildad; si no hay sumisión a la moral católica es porque falta humildad; si no hay práctica religiosa es porque creemos que podemos santificamos sin acudir a la fuente de la gracia que es la liturgia.

El bautismo es un morir y un nacer

La vida cristiana, como toda vida, no es nada estática. La vida es un morir y un nacer constantes. El Catecismo habla sobre este misterio en el n.537:

Por el bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección: debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con
Jesús, para subir con Él, renacer del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y vivir una nueva vida.

La vida cristiana es cambio. Cada día que pasa algo tiene que morir dentro de nosotros y algo tiene que nacer. Cada día debemos ser menos egoístas, sensuales, vanidosos... y más como Nuestro Señor Jesucristo. Desgraciadamente, a veces lo contrario pasa: somos menos como Cristo y más como el diablo. Cristo exigió el cambio constante de sus seguidores al decir que tenían que seguirle todos los días por el sendero de la cruz.

Indudablemente la cruz es el verdadero rostro de Cristo. Sólo existe un Cristo, el crucificado, para quienes con sinceridad y autenticidad desean encontrarle y amarle. 

La cruz es el “verdadero rostro de Cristo” y también del cristiano. Por el bautismo Dios nos invita a cambiar, a seguir al Crucificado, a morir a los vicios y renacer a las virtudes.

Tal vez alguien podría decir que no avanza y que tampoco retrocede en la vida cristiana, que vive su compromiso bautismal estáticamente. Esto es un engaño, porque la vida espiritual es siempre algo dinámico: o vamos adelante o retrocedemos. Cada hombre está metido en el mundo como en un río. Si quiere ser fiel a Cristo tiene que nadar contra corriente; de lo contrario, ésta le arrastra.

¡Qué pena da el ver a tantos, que se nombran cristianos, llevados por las corrientes del materialismo, del naturalismo, del consumismo...! Es todo lo opuesto de sus compromisos bautismales: renunciar a Satanás, a sus obras...

El bautismo nos pone en una nueva relación con cada persona de la Santísima Trinidad

En el bautismo de Cristo aparece la triple relación con Dios: el Padre le llamó Hijo (“Éste es mi Hijo amado”) y el Espíritu Santo descendió sobre Él (“...y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él”). Por medio del bautismo nosotros entramos en la “familia” de Dios: somos adoptados como hijos de Dios Padre; como consecuencia, somos hermanos del Hijo, Cristo; y somos templos del Espíritu Santo. Decir que tenemos “sangre azul” es poco. La vida divina, la vida que corre entre las tres divinas personas, corre en nosotros. El Papa San Gregorio Magno decía a los cristianos de entonces: “¡Cristiano, reconoce tu dignidad!”. Cada bautizado debe reconocer su grandeza.

Un niño crecía pobre en el bosque con quien pensaba era su papá, un leñador. Después de muchos años, un cortesano de la casa real pasó por allí y notó que el muchacho tenía un sello o tatuaje en el brazo; se dio cuenta quién era: era el hijo del rey. Años atrás, en tiempos de grandes convulsiones políticas, lo habían sacado del palacio real y abandonado en el bosque. El buen leñador lo había acogido como hijo. Cuando llevaron al muchacho al palacio hubo muchos cambios en su vida: ahora era el hijo del rey, el heredero, el príncipe sucesor; su comportamiento tenía que corresponder a su alta dignidad. Cuando nos bautizaron recibimos un sello en el alma que nos marcó como hijos de Dios Padre, hermanos de Cristo y templos del Espíritu Santo. Lo malo es que muchos cristianos no se dan cuenta de esta realidad y mucho menos se comportan según esta dignidad. Si nos diéramos cuenta de lo que somos como cristianos, ¡cómo cambiaría nuestra vida!

Por medio del bautismo se da una misión a cada cristiano

En el bautismo de Cristo se manifestó la misión mesiánica de Cristo, pues fue ungido con el Espíritu Santo. El bautismo cristiano da una misión a cada bautizado. Su misión es reproducir en su vida la imagen de Jesucristo, quien murió y resucitó por nosotros. Tiene que ser OTRO CRISTO.

No podemos imaginar una misión más sublime que esta. Es el ideal más alto. Es como si nos dijeran que tenemos que escalar el monte más alto de la tierra, el Monte Everest. Cada uno de nosotros tiene que escalar el “monte espiritual” más grande que hay: la imitación de Cristo. Cristo es tan rico en virtudes, en gracias y cualidades que ninguna persona es capaz de agotar o imitar las inmensas riquezas de Cristo. Por eso, cada uno tiene que imitarlo según su vocación, según su estado y condición de vida: el casado de una manera, el religioso de otra manera, el político de otra... Lo maravilloso es que cada persona es única e irrepetible y tiene la misión de imitar a Cristo también en una manera única e irrepetible.


Por: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net


EL BAUTISMO DEBE CRECER EN NOSOTROS

Nosotros los cristianos católicos, somos hijos de Dios y miembros de la iglesia; con Cristo a la cabeza. Todos los bautizados estamos unidos a él por nuestra fe, la cual es un don gratuito de Dios. La fe es un acto personal con una respuesta libre y un continuo caminar, que dura toda la vida.

La puerta de entrada a la vida de comunión con Dios está en los sacramentos: con el Bautismo, se inicia este largo camino de Fe. Con  la Confirmación, afianzamos el bautismo. Con la Eucaristía, los discípulos nos alimentamos con el cuerpo y la sangre de Cristo, para poco a poco irnos transformando en él. Sin olvidar  que no somos perfectos, somos pecadores y que con el sacramento de la Reconciliaciones devuelve al pecador la gracia santificante.

LECTURAS BÍBLICAS: Hch 1, 5-8  Gal 3,27-28  1cor 10, 1-5


Leer y copiar Hch 1, 5-8 y evangelio de San Juan 3, 3-5. Subraya la frase que más te llame la atención.


1.     Define ¿Qué es fe y oración? (respuesta personal).

2.     Traer una fotografía de tu primera comunión.

3.     ¿Cuál fue el tema principal del evangelio del domingo?







EUCARISTÍA

LA VIDA ESPIRITUAL SE NUTRE DEL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA:





La Sagrada Eucaristía en efecto, contiene todo el bien espiritual de la iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra pascua.
Además la eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la iglesia, pues en ella Cristo asocia a su iglesia y a todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias; ofrecido una vez por todas en la cruz a su padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la salvación sobre su cuerpo que es la iglesia, por tanto recibir la eucaristía en la comunión da como fruto principal la unión intima con Cristo Jesús. Nos separa del pecado y acrecienta nuestra unión con Cristo.

La eucaristía es banquete: ¡Vengan y coman! Es Pan que baja del cielo y da vida al mundo.

Respondió Jesús: "Soy Yo el pan de vida; quien viene a Mí, no tendrá más hambre, y quien cree en Mí, nunca más tendrá sed. Pero, os lo he dicho: a pesar de que me habéis visto, no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a Mí, y al que venga a Mí, no lo echaré fuera, ciertamente, porque bajé del cielo para hacer no mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Ahora bien, la voluntad del que me envió, es que no pierda Yo nada de cuanto El me ha dado, sino que lo resucite en el último día. Porque ésta es la voluntad del Padre: que todo aquel que contemple al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna; y Yo lo resucitaré en el último día". Jn 6, 35-40

¡Quitémonos las sandalias porque el lugar que pisamos es lugar santo!

La eucaristía es lo más santo que tenemos en el cristianismo.

Vimos que la eucaristía es banquete: ¡Vengan y coman! Es Pan que baja del cielo y da vida al mundo. ¡Vengan y coman!

¿Cómo es posible que haya cristianos que no se acerquen a la santa misa que es banquete celestial, donde Dios nos alimenta con su Palabra y con el Cuerpo Sacratísimo de su Hijo, para darnos la vida divina, fortalecernos en el camino de la vida? Prefieren ir por el camino de la vida débiles, famélicos, deprimidos, cansinos, desilusionados.

¿Cómo es posible que haya cristianos que, pudiendo comulgar, no se acercan a este banquete que sacia?... Precisamente porque tal vez no quieren confesarse. Prefieren vivir y ser sólo espectadores en el banquete celestial.

Eso sí: es un banquete y hay que venir con el traje de gala de la gracia y amistad de Dios en nuestra alma.

¡Vengan y coman! ¡El que coma de este pan no tendrá más hambre de las cosas del mundo! La Iglesia está para eso: para darnos el doble pan: el de la Palabra y el de la eucaristía.

Ahora veremos el segundo aspecto de la eucaristía y de la santa misa: la eucaristía es el sacrificio de Cristo en la Cruz que se actualiza y se hace presente sacramentalmente, sobre el altar.

¿Qué significa que la Misa es sacrificio?

El sacrificio que hizo Jesús en la Cruz, el Viernes Santo, muriendo por nosotros para darnos la vida eterna, abrirnos el cielo, liberarnos del pecado... se vuelve a renovar en cada misa, se vuelve a conmemorar y a revivir desde la fe. Cada misa es Viernes Santo. Es el mismo sacrificio e inmolación, pero de modo incruento, sin sangre. El mismo sacrificio y con los mismos efectos salvíficos.

En cada misa asistimos espiritualmente al Calvario, al Gólgota... y en cada misa con la fe podemos recordar, por una parte, los insultos, blasfemias que le lanzaron a Jesús en la Cruz... y por otra parte, las palabras de perdón de Cristo a los hombres y de ofrecimiento voluntario y amoroso a su Padre celestial: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen...Todo está cumplido”.

Con los ojos de la fe, en cada misa veremos a Cristo retorcerse por todos los martillazos y golpes que le propinaron y le propinamos con nuestros pecados. ¡Esto es sacrificio! En cada misa Cristo muere lenta y cruelmente por nosotros.

Con los ojos de la fe, en cada misa veremos ese rostro de Cristo sangrante, humillado, escarnecido, golpeado... y esa espalda magullada, destrozada por los azotes que los pecados de los hombres le han infligido, le hemos infligido.

Si tuviéramos más fe, en cada misa deberíamos experimentar, junto con Jesús, esa agonía, tristeza, tedio que Él experimentó al no sentir la presencia sensible de su Padre... y deberíamos acercarnos a Él y consolarle en su dolor y en su sacrificio, compartiendo así con Él su Pasión.

Que la misa es sacrificio significa que aquí y ahora, Cristo es vapuleado, maltratado, golpeado, vendido, traicionado, burlado, negado por todos los pecados del mundo... y Él se entrega libremente, amorosamente, conscientemente, porque con su muerte nos da vida.

En cada misa, ese Cordero divino se entrega con amor para, con su Carne y Sangre, dar vida a este mundo y a cada hombre.

Si tuviéramos fe, nos dejaríamos empapar de esa sangre que cae de su costado abierto... y esa sangre nos purificaría, nos lavaría, nos santificaría.

Si tuviéramos fe recogeríamos también su testamento, su herencia, su Sangre, cada gota de su Sangre, sus palabras, sus gestos de dolor.
La santa misa es sacrificio también en cada uno de nosotros, que formamos el Cuerpo Místico de Cristo. Venimos a la misa para sufrir espiritualmente junto con Cristo, a morir junto a Cristo para salvar a la humanidad y reconciliarla con el Padre celestial.

En cada misa deberíamos poner nuestra cabeza para ser coronada de espinas y así morir a nuestros malos pensamientos.

En cada misa deberíamos ofrecer nuestras manos para ser clavadas a la Cruz de Cristo y así reparar nuestros pecados cometidos con esas manos.

En cada misa deberíamos ofrecer nuestro costado para ser traspasado, y así reparar nuestros pecados de odios, rencores, malos deseos.

En cada misa deberíamos poner nuestras rodillas para ser taladradas, para reparar los pecados que cometimos adorando los becerros de oro.

En cada misa deberíamos ofrecer nuestros pies para que fueran clavados en la Cruz de Cristo y así reparar los pecados que cometimos yendo a lugares peligrosos.

Esto es vivir la eucaristía en su dimensión de sacrificio. ¡Morir a nosotros mismos!; para que, con nuestra muerte al pecado, demos vida al mundo, a nuestros hermanos.

¿Verdad que es terriblemente comprometedora la santa misa? ¿A quien le gusta cargar con la Cruz de Cristo en su vida, y caminar con ella a cuestas, sacrificándose y crucificándose día a día en ella? En cada misa deberíamos experimentar en el alma la crucifixión de Cristo y su muerte, y también su resurrección a una vida nueva y santa.

Sí, la eucaristía es Banquete. ¡Comamos de él! Sí, la eucaristía es Sacrificio. ¡Ofrezcámonos en él al Padre por Cristo para la salvación del mundo! Bebamos su sangre derramada, que nos limpia.

Quedémonos de pie, como María, en silencio, junto al Calvario, y ofrezcamos este sacrificio de Cristo y nuestro, muriendo a nosotros mismos. Amén.


Por: P Antonio Rivero LC | Fuente: Catholic.net


LECTURAS BÍBLICAS:
1 COR 11,17-1 COR 32;    1 COR 17-22;                                           1 COR 23-26;                     1 COR 27-34





 


CANCIÓN: JESUS AMIGO


Hoy te quiero contar Jesús amigo 
Que contigo estoy feliz 

Si tengo tu amistad lo tengo todo 
Pues estas dentro de mi 
Después de comulgar me    haces como tu 
Me llenas con tu paz 
En cada pedacito de este pan 
Completo estas, y así te das ;
Estas ahí por mi, porque conoces 
Que sin ti pequeño soy 
De ahora en adelante 
Nada nos separara, ya lo veras 
(coro) 
Te escondes en el pan 
Y aunque no te puedo ver 
Te puedo acompañar, es mi lugar preferido 
Hoy quiero comulgar 
Abrirte mi corazón 
Así de par en par, eres mi mejor amigo 
Dos mil años atrás a tus amigos 
Invitaste a cenar y ahí les prometiste 
Que con ellos   por siempre ibas a estar 
Y ahora cada vez que el sacerdote 
Eleva el pan en el altar 
Me pongo derodillas porque se 
Que en esa hostia Tu estas… 
(coro) 
Te escondes en el pan 
Y aunque no te puedo ver 
Te puedo acompañar, es mi lugar preferido 
Hoy quiero comulgar 
Abrirte mi corazón 
Así de par en par, eres mi mejor amigo …
Me vuelves a salvar como lo hiciste en la cruz 
En cada misa Tu repites tu sacrificio 
Hoy quiero comulgar, abrirte mi corazón 
Así, de par en par, eres mi mejor amigo…    
Jesús amigo….



Tema
No solo de pan vive el hombre: la palabra de Dios en la Biblia. 

Canto
La Palabra de Dios (Canto para invitarnos a conocer y meditar la Palabra de Dios)



Oración
En acción de gracias por la existencia de las Sagradas Escrituras

Mensaje:




Dios responde al pecado del hombre con un inmenso amor; tanto que trazo un plan para salvarlo y surge así la HISTORIA DE LA SALVACIÓN.
Este plan de salvación en el cual tu eres parte importante, se ha ido realizando poco a poco, alimentándonos con la palabra de Dios; la historia de la salvación esta revelada y escrita en la sagrada biblia.
 LA BIBLIA: Es la palabra de Dios en la que nos cuenta quien es el, quienes somos nosotros y a que estamos invitados; por eso debemos aprender que Dios te habla y que sin la biblia, nos será muy difícil saber que es lo que Dios nos ofrece y como debemos vivir. La biblia consta de dos grandes partes: LA PREPARACIÓN O ANTIGUO TESTAMENTO Y LA REALIZACIÓN O NUEVO TESTAMENTO.


No solo de pan vive el hombre…


CITAS BIBLICAS: 1 DE SAMUEL 3,10    MATEO 7,24     SALMO 119,115 HEBREOS 4, 12






Oración y compromiso: 
Será dirigida por el catequista invitando a los niños a compartir el compromiso para la semana.

Tarea: 
Participar activamente de la Eucaristía del Domingo y orar todos los días.





Tema
EL ESPÍRITU SANTO EN LA CREACIÓN

Oración
Oración en acción de gracias por la creación 

Canto
La Sombra De Pedro

Con la sombra de Pedro los enfermos se sanaban
Con la sombra de Pedro los enfermos se sanaban
No era la sombra ni tampoco Pedro, No era la sombra ni tampoco Pedro
Era porque Pedro tenía el espíritu de Nazareno
Era porque Pedro tenía el espíritu de Nazareno
 Nazareno, nazareno espíritu de nazareno, Nazareno, nazareno espíritu de nazareno
 Nazareno, nazareno espíritu de nazareno, Nazareno, nazareno espíritu de nazareno
A que tú lo tienes (yo lo tengo) a que tú lo tienes (yo lo tengo)
A que tú lo tienes (yo lo tengo) a que tú lo tienes (yo lo tengo)
A que tú lo tienes (yo lo tengo) a que tú lo tienes (yo lo tengo)
A que tú lo tienes (yo lo tengo) a que tú lo tienes (yo lo tengo).
Fluye, fluye espíritu santo fluye, fluye espíritu santo
Fluye, fluye espíritu santo fluye, fluye espíritu santo
Este sí que da poder este sí que da poder 
Yo me siento en Pentecostés de la cabeza a los pies
Este sí que da poder este sí que da poder 
Yo me siento en Pentecostés de la cabeza a los pies. (2X)Fluye, fluye espíritu santo………..

Mensaje: 



Dios creo el cielo y la tierra; y todo cuanto en ella se contiene. Mientras lo creaba, el espíritu estuvo con el. Es por eso que por amor al hombre, por amor a nosotros, Dios hizo todas las cosas; y tú también eres obra maravillosa  de sus manos.

La primera obra importante de Dios sobre el planeta fue su creación. La Biblia claramente menciona a Dios (Gén. 1:1) y a Jesucristo (Col. 1:16, 17) como los creadores del cielo y de la Tierra, y de todo lo que, de hecho, fue creado.
Lee Génesis 1:2; Job 26:13 y 33:4; y Salmo 33:6 y 104:29 y 30. ¿Cuál fue el papel del Espíritu Santo en la Creación? ¿De qué manera se relaciona el Espíritu de Dios con la creación de la vida?

Génesis 1:2 menciona la presencia del Espíritu de Dios en la Creación. Job 26:13 y 33:4, y Salmo 104:29 y 30, y 33:6 apoyan el rol activo del Espíritu Santo en la creación sobrenatural de la Tierra. Mientras la Biblia claramente menciona a Dios el Padre y a su Hijo divino, Jesucristo, como activos en la creación del mundo (ver Isa. 64:8; Col. 1:16, 17), el Espíritu Santo también estuvo presente, aunque de un modo más sutil. No aparece como el actor principal en el relato de la Creación. Más bien, se está “moviendo” sobre el abismo y, por medio de su movimiento, está presente en el génesis de la vida sobre esta Tierra. La palabra hebrea para “se movía sobre” (merahepeth) la faz de la Tierra, que se usa en Génesis 1:2, es la misma palabra utilizada en Deuteronomio 32:11, donde Dios es comparado con un águila que “revolotea” sobre su nido de polluelos. El Espíritu Santo está íntimamente involucrado en la creación de la vida sobre esta Tierra y cuida de los recién creados seres vivos como un águila cuida de sus polluelos. Salmo 104:30 sugiere que el acto de la Creación fue posible solamente por medio de la obra del Espíritu Santo y que este jugó un papel activo durante ese proceso.
El Espíritu Santo no solamente estuvo presente en la creación de este mundo; también está activo en el proceso de nuestra recreación, en el que nos da un nuevo corazón y una nueva mente. ¿De qué modo se relacionan estas dos actividades? ¿Qué nos dice el sábado acerca de esta obra de creación y recreación?

CITAS BIBLICAS: 
PROBERVIOS 8,22-31 Escriba lo que más resalta del texto leído: ___________________________
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ROMANOS 5,5: Copiar el texto ___________________________
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¿Es importante el Espíritu Santo en tu vida? ________ ¿Por qué? ______________________________________________________
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Tema
EL ESPÍRITU SANTO ILUMINA A LOS LIDERES RELIGIOSOS DEL PUEBLO ELEGIDO

Oración
Oración de acción de gracias por la presencia del espíritu santo en las personas que guían la Iglesia

Canto
Ilumíname Señor con tu Espíritu

Ilumíname Señor con tu Espíritu
Transfórmame, Señor, con tu Espíritu.
Ilumíname, Señor, con tu Espíritu.
Ilumíname y transfórmame, Señor.

Y déjame sentir el fuego de tu amor
aquí en mi corazón, Señor.
Y déjame sentir el fuego de tu amor
aquí en mi corazón, Señor.

Resucítame, Señor, con tu Espíritu.
Conviérteme, Señor, con tu Espíritu.
Resucítame, Señor, con tu Espíritu.
Resucítame y conviérteme, Señor.

Y déjame sentir el fuego de tu amor
aquí en mi corazón, Señor.
Y déjame sentir el fuego de tu amor
aquí en mi corazón, Señor.

Fortaléceme, Señor, con tu Espíritu.
Consuélame, Señor, con tu Espíritu.
Fortaléceme, Señor, con tu Espíritu.
Fortaléceme y consuélame, Señor.

Y déjame sentir el fuego de tu amor
aquí en mi corazón, Señor.
Y déjame sentir el fuego de tu amor

aquí en mi corazón, Señor.


Mensaje:




Grandes lideres como Moisés, Sansón y David; hicieron cosas extraordinarias por que estaban llenos de espíritu santo y se dejaron guiar por el.

También yo puedo hacer cosas extraordinarias, si me dejo guiar por el espíritu santo de Dios, o al menos no cosas tan extraordinarias, sino podre llevar una vida mas agradable al señor.

El Espíritu Santo conduce y penetra la historia de Israel (17.I.90)

1. El Antiguo Testamento nos ofrece preciosos testimonios sobre el papel reconocido del 'Espíritu' de Dios (como 'soplo', 'aliento', 'fuerza vital', simbolizado por el viento) no sólo en los libros que recogen la producción religiosa y literaria de los autores sagrados, espejo de la psicología y del lenguaje de Israel, sino también en la vida de los personajes que hacen de guías del pueblo en su camino histórico hacia el futuro mesiánico.

Es el Espíritu de Dios quien, según los autores sagrados, actúa sobre los jefes haciendo que ellos no sólo obren en nombre de Dios, sino también que con su acción sirvan de verdad al cumplimiento de los planes divinos, y por lo tanto miren no tanto a la construcción y el engrandecimiento de su propio poder personal o dinástico según las perspectivas de una concepción monárquica o aristocrática, sino más bien a la prestación de un servicio útil a los demás y en especial al pueblo. Se puede decir que, a través de esta mediación de los jefes, el Espíritu de Dios penetra y conduce la historia de Israel.

2. Ya en la historia de los patriarcas se observa que hay una mano superior, realizadora de un plan que mira a su 'descendencia', que los guía y conduce en su camino, en sus desplazamientos, en sus vicisitudes. Entre ellos tenemos a José, en quien reside el Espíritu de Dios como espíritu de sabiduría, descubierto por el faraón, que pregunta a sus ministros: '¿Acaso se encontrará otro como éste que tenga el espíritu de Dios?' (Gen 41, 38). El espíritu de Dios hace a José capaz de administrar el país y de realizar su extraordinaria función no sólo en favor de su familia y las ramificaciones genealógicas de ésta, sino con vistas a toda la futura historia de Israel.

También sobre Moisés, mediador entre Yahvéh y el pueblo, actúa el espíritu de Dios, que lo sostiene y lo guía en el éxodo que llevará a Israel a tener una patria y a convertirse en un pueblo independiente, capaz de realizar su tarea mesiánica. En un momento de tensión en el ámbito de las familias acampadas en el desierto, cuando Moisés se lamenta ante Dios porque se siente incapaz de llevar 'el peso de todo este pueblo' (Nm 11, 14), Dios le manda escoger setenta hombres, con los que podrá establecer una primera organización del poder directivo para aquellas tribus en camino, y le anuncia: 'Tomaré parte del espíritu que hay en ti y lo pondré en ellos, para que lleven contigo la carga del pueblo, y no la tengas que llevar tú solo' (Nm 11, 17). Y efectivamente, reunidos setenta ancianos en torno a la tienda del encuentro, 'Yahvéh... tomó algo del espíritu que había en él y se lo dio a los setenta ancianos' (Nm 11, 25).
Cuando, al fin de su vida, Moisés debe preocuparse de dejar un jefe en la comunidad, para que 'no quede como rebaño sin pastor', el Señor le señal Josué, 'hombre en quien está el espíritu' (Nm 27, 17-18), y Moisés le impone 'su mano' a fin de que también él esté 'lleno del espíritu de sabiduría' (Dt 34, 9). Son casos típicos de la presencia y de la acción del Espíritu en los 'pastores' del pueblo.

3. A veces el don del espíritu es conferido también a quien, a pesar de no ser jefe, está llamado por Dios a prestar un servicio de alguna importancia en especiales momentos y circunstancias. Por ejemplo, cuando se trata de construir la 'tienda del encuentro' y el 'arca de la Alianza', Dios dice a Moisés: 'Mira que he designado a Besalel... y le he llenado del espíritu de Dios concediéndole habilidad, pericia y experiencia en toda clase de trabajos' (Ex 31, 2.3; cfr. 35, 31). Es más, incluso respecto a los compañeros de trabajo de este artesano, Dios añade: 'En el corazón de todos los hombres hábiles he infundido habilidad para que hagan todo lo que te he mandado: la tienda del encuentro, el arca del testimonio' (Ex 31, 6.7).

En el libro de los Jueces se exaltan hombres que al principio son 'héroes liberadores', pero que luego se convierten también en gobernadores de ciudades y distritos, en el período de reorganización entre el régimen tribal y el monárquico. Según el uso del verbo shafat, 'juzgar', en las lenguas semíticas emparentadas con el hebreo, son considerados no sólo como administradores de la justicia sino también como jefes de sus poblaciones. Son suscitados por Dios, que les comunica su espíritu (soplo. ruah) como respuesta a súplicas dirigidas a El en situaciones críticas. Muchas veces en el libro de los Jueces se atribuye su aparición y su acción victoriosa a un don del espíritu. Así en el caso de Otniel, el primero de los grandes jueces cuya historia se resume, se dice que 'los israelitas clamaron a Yahvéh y Yahvéh suscitó a los israelitas un libertador que los salvó: Otniel... El espíritu de Yahvéh vino sobre él y fue juez de Israel' (Jue 3, 9.10).

En el caso de Gedeón el acento se pone en la potencia de la acción divina: 'El espíritu de Yahvéh revistió a Gedeón' (Jue 6, 34). También de Jefté se dice que 'el espíritu de Yahvéh vino sobre Jefté' (Jue 11, 29). Y de Sansón: 'El espíritu de Yahvéh comenzó a excitarle' (Jue 13, 25). El espíritu de Dios en estos casos es quien otorga fuerza extraordinaria, valor para tomar decisiones, a veces habilidad estratégica, por las que el hombre se vuelve capaz de realizar la misión que se le ha encomendado para la liberación y la guía del pueblo.

4. Cuando se realiza el cambio histórico de los Jueces a los Reyes, según la petición de los israelitas que querían tener 'un rey para que nos juzgue, como todas las naciones' (1 Sm 8, 5), el anciano juez y liberador Samuel hace que Israel no pierda el sentimiento de la pertenencia a Dios como pueblo elegido y que quede asegurado el elemento esencial de la teocracia, a saber, el reconocimiento de los derechos de Dios sobre el pueblo. La unción de los reyes como rito de institución es el signo de la investidura divina que pone un poder político al servicio de una finalidad religiosa y mesiánica. En este sentido, Samuel, después de haber ungido a Saúl y haberle anunciado el encuentro en Guibeá con un grupo de profetas que vendrían salmodiando, le dice: 'Te invadirá entonces el espíritu de Yahvéh, entrarás en trance con ellos y quedarás cambiado en otro hombre' (1 Sm 10, 6). Y efectivamente, 'apenas (Saúl) volvió las espaldas para dejar a Samuel, le cambió Dios el corazón... le invadió el espíritu de Dios, y se puso en trance en medio de ellos' (1 Sm 10, 9.10). También cuando llegó la hora de las primeras iniciativas de batalla, 'invadió a Saúl el espíritu de Dios' (1 Sm 11, 6). Se cumplía así en él la promesa de la protección y de la alianza divina que había sido hecha a Samuel :'Dios esta contigo' (l Sm 10, 7). Cuando el espíritu de Dios abandona a Saúl, que es perturbado por un espíritu malo (Cfr. 1 Sm 16, 14), ya está en el escenario David, consagrado por el anciano Samuel con la unción por la que 'a partir de entonces, vino sobre David el espíritu de Yahvéh' (1 Sm 16, 13).

5. Con David, mucho más que con Saúl, toma consistencia el ideal del rey ungido por el Señor, figura del futuro Rey-Mesías, que será el verdadero liberador y salvador de su pueblo. Aunque los sucesores de David no alcanzarán su estatura en la realización de la realeza mesiánica, más aún, aunque no pocos prevaricarán contra la Alianza de Yahvéh con Israel, el ideal del Rey Mesías no desaparecerá y se proyectará hacia el futuro cada vez más en términos de espera, caldeada por los anuncios proféticos.

Especialmente Isaías pone de relieve la relación entre el espíritu de Dios y el Mesías: 'Reposará sobre él el espíritu de Yahvéh' (Is 11, 2). Será también espíritu de fortaleza; pero ante todo espíritu de sabiduría: 'Espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de ciencia y temor de Yahvéh', el que impulsará al Mesías actuar con justicia en favor de los miserables, de los pobres y de los oprimidos (Is 11, 2.4).
Por tanto, el santo espíritu del Señor (Is 42, 1; cfr. 61, 1 ss.; 63, 10-13; Sal 50/51, 13; Sab 1, 5; 9, 17), su 'soplo' (ruah), que recorre toda la historia bíblica, será dado en plenitud al Mesías. Ese mismo espíritu que alienta sobre el caos antes de la creación (Cfr. Gen 1, 2), que da la vid todos los seres (Cfr. Sal 103/104, 29.30; 33, 6; Gen 2, 7; 37, 5.6. 9.10) que suscita a los Jueces (Cfr. Jue 3, 10; 6, 34; 11, 29) y los Reyes (Cfr. 1 Sm 11, 6), que capacita a los artesanos para el trabajo del santuario (Cfr. Ex 31, 3; 35, 31), que da la sabiduría a José (Cfr. Gen 41, 38), la inspiración a Moisés y a los profetas (Cfr. Nm 11, 17. 25.26; 24, 2; 1 5 10, 6.10; 19, 20), como a David (Cfr. 1 Sm 16, 13; 2 5 23, 2), descenderá sobre el Mesías con la abundancia de sus dones (Cfr. Is 11, 2) y lo hará capaz de realizar su misión de justicia y de paz. Aquel sobre quien Dios 'haya puesto su espíritu' 'dictará ley a las naciones' (Is 42, 1); 'no desmayará ni se quebrará hasta implantar en la tierra el derecho' (42, 4).

6. "De qué manera 'implantará el derecho' y liberará a los oprimidos? Será, tal vez, con la fuerza de las armas, como habían hecho los Jueces, bajo el Impulso del Espíritu, y como hicieron, muchos siglos después, los Macabeos? El Antiguo Testamento no permitía dar una respuesta clara a esta pregunta. Algunos pasajes anunciaban intervenciones violentas, como por ejemplo el texto de Isaías que dice: 'Pisoteé a pueblos en mi ira, los pisé con furia e hice correr por tierra su sangre' (Is 63, 6). Otros en cambio, insistían en la abolición de toda lucha: 'No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra' (Is 2, 4).


La respuesta debía ser revelada por el modo en que el Espíritu Santo guiaría a Jesús en su misión: por el Evangelio sabemos que el Espíritu impulsó a Jesús a rechazar el uso de las armas y toda ambición humana y a conseguir una victoria divina por medio de una generosidad ilimitada, derramando su propia sangre para liberarnos de nuestros pecados. Así se manifestó de manera decisiva la acción directiva del Espíritu Santo.

Textos bíblicos: Escriba donde se refleja la presencia del Espíritu Santo en cada texto a buscar:

Nm 11, 17: ________________________________________________________________________________________________
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Is 63, 6: ________________________________________________________________________________________________
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Gen 1, 2: ________________________________________________________________________________________________
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1 Sm 16, 13: ________________________________________________________________________________________________
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Jue 6, 34: ________________________________________________________________________________________________
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Nm 11, 14: ________________________________________________________________________________________________

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SEMANA SANTA




En la Semana Santa conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Para los cristianos, la Semana Santa resume el misterio de la redención divina del género humano.

La liturgia de la semana está enmarcada en la conmemoración de tres eventos principales: 1) la aclamación de Jesús a su entrada en Jerusalén – que se celebra el Domingo de Ramos-, 2) la Pasión y Muerte de Jesús -que celebramos desde el jueves en la noche, pero, sobre todo, el Viernes Santo- y 3) la Resurrección, que celebramos el Domingo de Pascua.

Esta conmemoración nos invita a todos -incluso a los no cristianos- a profundas reflexiones sobre el sentido de nuestra vida y de cómo debemos vivirla. Y en esa reflexión, Jesús se presenta como el ejemplo por excelencia.

Todos tenemos una misión en la vida. Como madre o padre, como hijo o hija, tía, abuelo, trabajador, estudiante, profesional, ministro, líder comunitario, sacerdote, religioso… lo que sea. Cada uno puede tener una misión distinta en la vida, pero el denominador común es que todos estamos llamados a cumplirla haciendo el bien a los demás y respetando nuestros valores. Jesús llevó a cabo su misión y nos invita a que nosotros hagamos lo mismo.

Tenemos que perseverar y llevar a cabo nuestra misión a pesar de las adversidades. A veces nos cansamos, nos desanimamos, nos desilusionamos ante la crítica de los demás. Pero Jesús nos enseña que tenemos que sobreponernos a las adversidades y seguir adelante. A veces aquellos a quienes más amamos no entienden, nos hieren o nos traicionan. Eso le pasó a Jesús: el Domingo de Ramos lo aclamaron y el Viernes Santo le crucificaron. Pero, ¿qué hizo Él? Perdonó a todos y siguió adelante con su misión. Jesús nos invita a que nosotros hagamos lo mismo.

Finalmente, si cumplimos nuestra misión obtendremos nuestra recompensa. Jesús cumplió su misión y con su Resurrección el Domingo de Pascua logró redimirnos a todos para la vida eterna. 

El buen padre y la buena madre que cumplen su misión de educar bien a sus hijos reciben su recompensa cuando ven a esos hijos e hijas convertirse en hombres y mujeres de bien. 

El buen estudiante recibe su recompensa cuando sale bien en sus estudios y echa adelante. 

El buen trabajador recibe su recompensa no solo con su jornal semanal sino con la contribución que hace a diario hacia a sus compañeros y en su lugar de trabajo. 

El ministro o el líder comunitario que cumplen su misión reciben su recompensa en la contribución que hacen a que todos vivamos en una mejor sociedad.

Los religiosos en la vida consagrada, sacerdotes de comunidades  y clero diocesano que cumplen su misión de evangelizar ya sea en las mismas fronteras personales o yendo a las periferias reciben su recompensa cuando esa llama llega a su corazón, se van transformando y se va extendiendo a más personas.

Todos, cristianos y no cristianos, bien sea en el templo o compartiendo en familia, podemos y debemos sacarle provecho a estas enseñanzas que hace dos mil años Jesús nos dejó de manera tan amorosa y sacrificada aquella primera Semana Santa. 


Por: Carlos Alberto Romero S.J. – Director del Centro Pastoral San Francisco Javier de la Vicerrectoría del Medio Universitario.







trabajar la siguiente ficha y participar activamente de la Semana Santa





EL ESPÍRITU SANTO HABLO POR LOS PROFETAS:



Profetas como Isaias, Jeremías, Ezequiel, entre otros, fueron hombres santos , que en nombre de Dios reclamaban al pueblo fidelidad a la alianza, sus palabras llevaban confianza y esperanza.



los profetas muchas veces han sentido miedo ; por ejemplo Elias fue perseguido a muerte, Jeremías tuvo muchos enemigos, nuestro señor Jesucristo el ´profeta por excelencia, fue perseguido, calumniado y finalmente condenado  injustamente a muerte.
tambien hoy tenemos profetas que nos llaman a ser fieles y tambien cada uno de nosotros recibe el espiritu santo para ser pofeta ante otras personas; aunque es dificil ser profeta, pues hay gente interesada en que dios no reine y los mandamientos no se cumplan.

os relatos vocacionales que siempre me han impresionado de las Sagradas Escrituras es la de los profetas. En la Biblia se nos presentan personajes muy diversos: profetas jóvenes como es el caso de Jeremías, agricultores como Amós. También encontraremos profetas que no quieren aceptar su llamado, y prefieren tomar la ruta opuesta como signo de rechazo, este es el caso de Jonás. Asimismo, profetas que reciben una orden de Dios que impacta su vida de manera drástica como es el caso de Óseas al cual Dios le pide que se case con una prostituta.

Por lo que el llamado a ser profeta no se obtiene por iniciativa propia o por que uno tenga ciertas cualidades o destrezas como la facilidad de palabra o un don de gentes. Leyendo cuidadosamente los pasajes de vocación de algunos profetas puede observarse que la iniciativa la toma Dios y que en muchos de los casos el elegido por Dios no se siente digno ni capaz de desempeñar ese ministerio. Este es el caso de Jeremías que justifica el rechazo a su elección diciendo que no sabe hablar y que es muy joven (Jeremías 1:6)
El llamado a ser profeta es una iniciativa de Dios y él elige a quien menos nosotros cualificaríamos para desempeñar esa función. Teniendo en cuenta que Dios es quien elige, el profeta se convierte en un instrumento que no actúa ya por cuenta propia sino que actúa en nombre de Dios y esto es lo que Dios les dice a los profetas en el momento de la elección: “Les comunicarás mis palabras escuchen o no” (Ezequiel 2:7), “Irás a donde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene, no les tengas miedo, pues yo estoy contigo para librarte” (Jeremías 1: 7-8).


Uno de los rasgos característicos de la experiencia profética bíblica es la Palabra. El profeta es un ministro de la palabra. Así lo expresa el libro del profeta Jeremías al describir algunas de las instituciones “No nos faltará la instrucción del sacerdote, ni el consejo del sabio ni la palabra del profeta” (Jeremías 18:18). El profeta es un hombre que habla en nombre de Dios y para poder hacer eso primero tiene que escuchar el mensaje y el cual debe ser transmitido con fidelidad. Es por ello que el profeta al hablar dice “Esto dice el Señor”, “Oráculo del Señor...”. La tarea del profeta es comunicar el mensaje tal y como lo recibió, sin mutilarlo. El profeta no comunica su propio mensaje, sino el mensaje que Dios le pide y en muchas ocasiones se convierte en algo difícil de hacer e incomodo. Esta experiencia la expresa Jeremías al decir “La palabra del Señor se ha convertido para mí en constante motivo de insulto y burla. Yo me decía: «No pensaré más en él, no hablaré más en su nombre» Pero era dentro de mí como un fuego ardiente encerrado en mis huesos; me esforzaba en sofocarlo, pero no podía” (Jeremías 20:8b-9). Para el profeta la palabra se arraiga en su propia vida y se convierte en fuerza interior. La palabra se convierte en el alimento de la vida del profeta “Cuando encontraba tus palabras yo las devoraba; tus palabras eran mi delicia y la alegría de mi corazón porque he sido consagrado a tu nombre” (Jeremías 15:16). El profeta antes de anunciar la palabra de Dios tiene que interiorizar ese mensaje, hacerlo suyo y comer de él. El descubrir ciertas facetas de esta vocación sin duda que nos va a ayudar a continuar descubriendo nuestra propia vocación y para aquellos que trabajamos en el ministerio se convierte en una reevaluación de nuestra propia función. Este próximo mes de junio, la Oficina para la Catequesis hace una invitación a una Semana Bíblica donde se harán una serie de presentaciones de los libros proféticos.



Citas Bíblicas:

1 de reyes 19, 19-21
Jeremias 1,4-10
Jeremias 1, 14-19
Oseas 2, 16-19
Baruc 6, 4-7
Ezequiel 36,24-28
Isaias 7,10-17



1. Lee y analiza  cada una de las citas bíblicas que aparecen anteriormente y escribe la idea principal de cada una de ellas.

2. contesta.

* ¿Cómo actúa el Espíritu Santo en tu vida?


* ¿Qué crees que hace el por ti?




La Virgen inmaculada, Madre de Dios

Inmaculada Concepción de la Virgen María



La Inmaculada Concepción es el titulo por el cual reconocemos que la Virgen María por Gracia especial de Dios fue exenta del pecado original. Ella se anunció con este nombre a Santa Bernardete Soubiruous en las Apariciones de Lourdes año 1858.

La autenticidad de estas apariciones ha sido verificada por la autoridad de la Iglesia en vista del gran numero de milagros que han acontecido en el Santuario de Lourdes.

La Inmaculada Concepción fue solemnemente definida y proclamada por el Papa Pío IX el 8 de Diciembre de 1854.

Muy digno es de María ser la Madre de Jesús el Hijo de Dios, Ella es la nueva Eva, creada sin mancha de pecado para ser la Madre de Jesús y de todos los hijos de Dios.

Todos hemos heredado el pecado original de Eva, la madre de todos los hijos de Adán. Como Jesús es el nuevo Adán, su madre fue creada con este privilegio especial de estar libre de pecado original.

Nuestro Señor Jesucristo nos consagró como hijos de María en la persona de Juan cuando estaba en agonía en la cruz. A Juan le dijo ahí esta tu Madre, a María le dijo entregándole todos los hijos de Dios: Ahí está tu hijo.

Los hijos de María son hijos de Dios en su Divina Gracia, salvados por Jesús quienes aceptan a María como su madre. 

Virgen María Santa Madre de Dios


La Santísima Virgen María es la Madre de Jesús. Jesús es el Hijo de Dios, por esta sencilla razón  María es la Madre del Hijo de Dios.

Jesús es no solamente Hijo de Dios sino que también es Dios si contemplamos el misterio de la Santísima Trinidad, por medio del cual decimos que Dios es: tres personas distintas pero solo un Dios verdadero.

Jesús es la Palabra de Dios encarnada, Dios mismo. Aquel que le dijo al Apóstol Felipe, quien me ve a mí ha visto a mi Padre, pues el Padre y Yo somos uno solo.

Evangelio de San Juan

14:8 Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta.  
9 Le dice Jesús: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? 
10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. 
11 Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, creedlo por las obras.

Juan 10:30 Yo y el Padre somos uno.

Según esta afirmación Jesús esta reclamando la divinidad del Padre y sé esta llamando igual a Dios. En otras palabras Jesús es Dios.

Isabel alabó a Dios y exaltó a María llamándola Madre de su Señor, Madre de Dios.  
Lucas 1:43 y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?

El Apóstol también le llamó Dios: Juan 20:28 Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío.

La Virgen María es la Madre Jesús , Jesús es Dios, La Virgen María es la Madre de Dios.






María en la vida pública de Jesús



1. El concilio Vaticano II, después de recordar la intervención de María en las bodas de Caná, subraya su participación en la vida pública de Jesús: "Durante la predicación de su Hijo, acogió las palabras con las que éste situaba el Reino por encima de las consideraciones y de los lazos de la carne y de la sangre, y proclamaba felices (cf. Mc 3, 35 par.; Lc 11, 27-28) a los que escuchaban y guardaban la palabra de Dios, como ella lo hacía fielmente (cf. Lc 2, 19 y 51)" (Lumen gentium, 58).

El inicio de la misión de Jesús marcó también su separación de la Madre, la cual no siempre siguió al Hijo durante su peregrinación por los caminos de Palestina. Jesús eligió deliberadamente la separación de su Madre y de los afectos familiares, como lo demuestran las condiciones que pone a sus discípulos para seguirlo y para dedicarse al anuncio del reino de Dios.

No obstante, María escuchó a veces la predicación de su Hijo. Se puede suponer que estaba presente en la sinagoga de Nazaret cuando Jesús, después de leer la profecía de Isaías, comentó ese texto aplicándose a sí mismo su contenido (cf. Lc 4, 18-30). ¡Cuánto debe de haber sufrido en esa ocasión, después de haber compartido el asombro general ante las "palabras llenas de gracia que salían de su boca" (Lc 4, 22), al constatar la dura hostilidad de sus conciudadanos, que arrojaron a Jesús de la sinagoga e incluso intentaron matarlo! Las palabras del evangelista Lucas ponen de manifiesto el dramatismo de ese momento: "Levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó" (Lc 4, 29-30).

María, después de ese acontecimiento, intuyendo que vendrían más pruebas, confirmó y ahondó su total adhesión a la voluntad del Padre, ofreciéndole su sufrimiento de madre y su soledad.

2. De acuerdo con lo que refieren los evangelios, es posible que María escuchara a su Hijo también en otras circunstancias. Ante todo en Cafarnaúm, adonde Jesús se dirigió después de las bodas de Caná, "con su madre y sus hermanos y sus discípulos" (Jn 2, 12). Además, es probable que lo haya seguido también, con ocasión de la Pascua, a Jerusalén, al templo, que Jesús define como casa de su Padre, cuyo celo lo devoraba (cf. Jn 2, 16-17). Ella se encuentra asimismo entre la multitud cuando, sin lograr acercarse a Jesús, escucha que él responde a quien le anuncia la presencia suya y de sus parientes: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen" (Lc 8, 21).

Con esas palabras, Cristo, aun relativizando los vínculos familiares, hace un gran elogio de su Madre, al afirmar un vínculo mucho más elevado con ella. En efecto, María, poniéndose a la escucha de su Hijo, acoge todas sus palabras y las cumple fielmente.

Se puede pensar que María, aun sin seguir a Jesús en su camino misionero, se mantenía informada del desarrollo de la actividad apostólica de su Hijo, recogiendo con amor y emoción las noticias sobre su predicación de labios de quienes se habían encontrado con él.

La separación no significaba lejanía del corazón, de la misma manera que no impedía a la madre seguir espiritualmente a su Hijo, conservando y meditando su enseñanza, como ya había hecho en la vida oculta de Nazaret. En efecto, su fe le permitía captar el significado de las palabras de Jesús antes y mejor que sus discípulos, los cuales a menudo no comprendían sus enseñanzas y especialmente las referencias a la futura pasión (cf. Mt 16, 21-23; Mc 9, 32; Lc 9, 45).

3. María, siguiendo de lejos las actividades de su Hijo, participa en su drama de sentirse rechazado por una parte del pueblo elegido. Ese rechazo, que se manifestó ya desde su visita a Nazaret, se hace cada vez más patente en las palabras y en las actitudes de los jefes del pueblo.

De este modo, sin duda habrán llegado a conocimiento de la Virgen críticas, insultos y amenazas dirigidas a Jesús. Incluso en Nazaret se habrá sentido herida muchas veces por la incredulidad de parientes y conocidos, que intentaban instrumentalizar a Jesús (cf. Jn 7, 2-5) o interrumpir su misión (cf. Mc 3, 21).

A través de estos sufrimientos, soportados con gran dignidad y de forma oculta, María comparte el itinerario de su Hijo "hacia Jerusalen" (Lc 9, 51) y, cada vez más unida a él en la fe, en la esperanza y en el amor, coopera en la salvación.

4. La Virgen se convierte así en modelo para quienes acogen la palabra de Cristo. Ella, creyendo ya desde la Anunciación en el mensaje divino y acogiendo plenamente a la Persona de su Hijo, nos enseña a ponernos con confianza a la escucha del Salvador, para descubrir en él la Palabra divina que transforma y renueva nuestra vida. Asimismo, su experiencia nos estimula a aceptar las pruebas y los sufrimientos que nos vienen por la fidelidad a Cristo, teniendo la mirada fija en la felicidad que ha prometido Jesús a quienes escuchan y cumplen su palabra.




MARÍA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS



La Virgen es el medio para profundizar en el misterio de Cristo, de progresar en la fe, la esperanza y la caridad.

Cooperación de María a la obra de la Redención 
«Asociada por un vínculo estrecho e indisoluble a los misterios de la Encarnación y de la Redención ... ; creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo su misión maternal para con los miembros de Cristo, cooperando al nacimiento y al desarrollo de la vida divina en las almas de los redimidos». (Credo de Pablo VI, n. 15)

Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres porque Él solo, con su muerte, logró la reconciliación perfecta con Dios, pero dice Santo Tomás que «también a otros podemos llamarlos mediadores por cuanto cooperan a la unión de los hombres con Dios». 

A María se la llama Medianera o Mediadora desde muy antiguo. Este título se le reconoce en documentos oficiales de la Iglesia y ha sido acogido en la liturgia, introduciéndose en 1921 una fiesta dedicada a María Medianera de todas las gracias.

«María, que en vísperas de Pentecostés intercedió para que el Espíritu Santo descendiera sobre la Iglesia naciente, interceda también ahora. Para que ese mismo Espíritu produzca un profundo rejuvenecimiento cristiano en España. Para que ésta sepa recoger los grandes valores de su herencia católica y afrontar valientemente los retos del futuro» (Juan Pablo II en España).

María es Corredentora
Trajo al mundo al Redentor, fuente de todas las gracias. María dio su consentimiento libre para que viniese el Salvador al mundo: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc. 1, 38). Dice Santo Tomás que representaba a toda la naturaleza humana.

Se le suele contraponer a Eva y así como ésta fue causa de la perdición, María por su obediencia lo es de la salvación. Y si aquélla era «madre de los vivientes», la «Nueva Eva» es madre de los que viven por la fe y la gracia.

Desde el siglo XV se llama a la Virgen CORREDENTORA y la Iglesia lo usa en algunos documentos oficiales. No debe entenderse como una equiparación con Cristo, único Redentor, ya que ella también fue redimida. La suya es una cooperación indirecta por cuanto puso voluntariamente toda su vida al servicio del Redentor, padeciendo y ofreciéndose con Él al pie de la Cruz, pero sin corresponderle el título de Sacerdote, exclusivo de Cristo (cfr. Vat. li, LG, 60).

Mediadora de todas las gracias
Después de su Asunción a los cielos las gracias se conceden a los hombres por medio de su intercesión. Desde el cielo participa en la difusión de las gracias con su intercesión maternal. Esta intercesión es inferior a la de Cristo, pero superior a la de todos los otros santos. los últimos Papas han enseñado la doctrina ya antigua de que todas las gracias se conceden por medio de la Santísima Virgen.

Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. (LG, 62)

Madre de los hombres
Compañera singularmente generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándole, alimentándolo, presentándolo al Padre en el Templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la Cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad, con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia. (LG, 61)

Esta doctrina se apoya en la tradición antiquísima de considerar a María como madre espiritual de todos los cristianos. Parece natural que la que cooperó por la Encarnación a darnos a Cristo, fuente de todas las gracias, y la que estuvo presente junto a la Cruz, interceda sin cesar y cuide de sus hijos, como madre espiritual.

María es Madre de la Iglesia
«María es la Madre de la Iglesia, es decir, madre de todo el Pueblo de Dios, una madre de todos los que creyeron en su Hijo. Ha colaborado y sigue colaborando en la obra de la Salvación y se preocupa constantemente de los hermanos de su Hijo que están aún peregrinando por el mundo» (C.v.e., P. 460)

Prototipo de la Iglesia
También hay que recordar que María es «prototipo de la Iglesia» y que toda la gracia se comunica por medio de la Iglesia.

Pues en el misterio, de la Iglesia, que con razón es llamada también madre y virgen, precedió la Santísima Virgen, presentándose de forma eminente y singular como modelo tanto de la Virgen como de la Madre. (LG, 63)

La Virgen es para la Iglesia medio de profundizar en el misterio de Cristo, de progresar en la fe, la esperanza y la caridad. La Iglesia ha alcanzado en la Santísima Virgen la perfección.

El amor maternal de María es también el modelo con que en la Iglesia han de actuar todos aquellos que tienen la responsabilidad de llevar a Dios a los hombres (cfr. LG, 65).

Analizar cada uno de los misterios del Santo Rosario y aplicar color



Orar todas la noches en familia con el Santo Rosario, poniendo como intensión principal la vida de cada uno de los integrantes del hogar



NUESTRO SEÑOR PROMETE Y ENTREGA EL ESPÍRITU
(ANUNCIO DEL KERIGMA)


Jesucristo, el hijo eterno de Dios padre creador, se hizo hombre en el seno de la virgen María, ha nacido en Belén, ha anunciado el reino de Dios y con su muerte y resurrección nos ha salvado, librándonos de la esclavitud del pecado y el miedo a la muerte.

La expresión "primer anuncio" resuena en los oídos de un cristiano con espíritu misionero como gran ideal, como un programa de Vida, como una vivencia, pues anuncio es comunicación de la fe.

"En la compleja realidad de la misión, el primer anuncio kerigmático tiene una función central e insustituible, porque introduce en el misterio del amor de Dios, quien lo llama a iniciar una comunicación personal con él en Cristo y abre la vía para la conversión" (RMi, 441).

Al hablar del anuncio este texto da relieve e importancia a la realidad del kerigma. Palabra que no debería sonar extraña para el cristiano. Por kerigma se entiende la presentación de Jesús con sus tres grandes títulos: Salvador, Señor y Mesías. También se le denomina "proclamación" en cuanto anuncia la muerte, resurrección y glorificación de Jesús.

La evangelización comienza con el kerigma el cual es vida nueva, experiencia de fe, Buena Noticia y poder del Espíritu.

KERIGMA: CIMIENTO Y TESORO

El kerigma es el cimiento de la construcción y debe permanecer siempre, de lo contrario la "casa se vendrá abajo". Es el primer encuentro con Cristo y se busca que sea un encuentro vivencial, de ojos abiertos y corazón palpitante. Es la roca sobre la que se construye con solidez, a diferencia de la arena que no da seguridad. Y es lo primero que se coloca. Y el albañil no es otro que el cristiano con dinamismo misionero.

KERIGMA: IDENTIFICACIÓN Y TRANSPARENCIA

El evangelizador debe ser testigo lleno del Espíritu Santo, totalmente identificado con el mensaje que anuncia. Jesús no anunciaba la palabra de Dios, Él era la Palabra de Dios. La identificación con su Padre era plena. Así nosotros debemos incorporarnos a Cristo, apropiarnos de la vida que Él nos ha dado. Se trata de que el Pbro. Lic. Arturo Barranco Comisión de Pastoral Misionera mensaje que tenemos en la cabeza pase al corazón. Es una de las primeras exigencias que tiene el kerigma para que sea verdadero anuncio de Jesucristo en la vida del evangelizador.

Al mismo tiempo, la identificación nos debe llevar a la transparencia. Transparencia es la propiedad de dejar ver, a través de sí, algo más. Jesús era transparente. A través de Él se veía al padre y su amor. "Nadie va al Padre sino por mí" [Jn 14, 61]. Para evangelizar hay que vivir como personas de Dios con la transparencia de los santos. Aún más: la esencia de la misión incluye la transparencia. Transparentar al amado, de modo que al anunciar a Jesucristo la otra persona lo vea.
KERIGMA: RUPTURA Y ÉXODO

El primer anuncio no se puede hacer sin romper los muros. Ante todo el muro del encerramiento en la propia realidad. Lo realizó Jesús quien "siendo Dios... se despojó tomando la condición de servidor" [Flp 2, 6-7]. Tuvo que hacer una especie de éxodo de la divinidad hacia la humanidad.

Este éxodo o salida se repite en todo el ministerio de Jesús, saliendo siempre más allá de las fronteras, rompiendo el muro del preconcepto, saliendo de los códigos sociales, culturales, religiosos, escogiendo a aquellos que eran rechazados. Las múltiples formas de salida representan los múltiples esfuerzos para llegar a la gran variedad de situaciones donde el Evangelio no ha sido anunciado.

Kerigma: experiencia comunicada de corazón a corazón

La persona que se ha encontrado e identificado con Jesús transparenta vida y rompe fronteras, siente que debe salir de su tierra con Cristo, salir de su tierra. El kerigma vivido no se puede quedar en lo oculto. Debe ser ECO comunicado. Por ¡lo, el corazón no puede permanecer cerrado, sino que debe hablar a todos con el lenguaje propio del corazón; no es la comunicación de datos, ni de nociones, ni de doctrinas sino de la experiencia viva dé Jesús que sale de un corazón destinado directamente a otro corazón. Porque es ahí en el corazón donde Dios influye en el hombre 12 Cor 4, 6-71, donde habita especialmente, don de derrama en abundancia su amor [Hch 16, 14].

UN CUENTO PARA FINALIZAR
Para concluir tal vez es bueno traer una pequeña historia.

En una reunión de artistas, un declamador muy famoso deleitaba a los demás recitando trozos de poetas y dramaturgos maravillosos, empezando por Pablo Neruda, Shakespeare y otros. Un sacerdote estaba allí y en un momento de descanso le preguntó si podía declamar el salmo 23 sobre el pastor. El declamador le respondió: Claro que puedo y lo voy a declamar, pero, como condición, después de que yo lo declame también usted lo declamará. El sacerdote, extrañado por la propuesta, aceptó. La declamación del artista fue preciosa, entusiasta. Unas lluvias de aplausos cerraron su presentación.

Luego fue el turno del sacerdote. Declamó el mismo salmo 23 sobre el pastor. Al terminar, no hubo aplausos, sólo un silencio muy grande, un silencio especial, diríamos espiritual. Tal vez de algún ojo se escapó una lágrima. Pasados unos instantes el declamador se levantó y dijo: "Ustedes acaban de presenciar algo muy grande". Yo declamé el salmo sobre el pastor porque conocía muy bien las palabras, pero él conocía al pastor.

Hablar, proclamar, gritar lo que está en nuestro corazón, es el movimiento de amor que se llama Misión. De ahí la importancia de comprender la llamada que nos hace la Misión 2000 a vivir y anunciar el kerigma SE LUZ DE DIOS EN TU CIUDAD.

Pbro. Lic. Arturo Barranco
Comisión de Pastoral Misionera




CITAS BÍBLICAS: hch. 2,14      hch. 2,29-39   Lc 24,5-6   
Rom. 5,19


1. Copiar, orar y escribir el credo; frase a frase y escribir que quiere decir cada una.







SIGNOS  DEL ESPÍRITU SANTO


El Espíritu Santo en el transcurso de la historia, ha sido muy importante para todos; no solo desde pentecostés ha actuado, sino desde siempre ya que es el  Espíritu del mismo Dios; es su presencia entre nosotros.

En la historia de la salvación que está escrita en las sagradas escrituras, lo encontramos representado por algunos signos: PALOMA, VIENTO, ACEITE, FUEGO Y MANOS.




CITAS BÍBLICAS:
1.       HCH. 2,1-32.                JN. 20,19-23
3.       JN. 3,5-84.           1 SAM. 16,10-13
5.       HCH. 10,34-41 6.       HCH. 2,1-3
7.       IS. 6,4-8 8.       HCH. 8,14-17
9.       1 TIM. 4,14 10.   EX. 3,1-8


11.   MT. 3,13-17





SIGNOS DEL ESPÍRITU SANTO EN EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN



Un signo es algo sensible que podemos ver, tocar, oír, etc. Que nos

 hace recordar o descubrir algo distinto de él; Dios siempre ha 


hablado y se ha manifestado en la historia de la salvación, por


 medio de signos.
Los sacramentos son signos a través de los cuales Dios no solo significa sino que nos da la salvación de modo eficaz.
Los signos de la confirmación son:
1.       La señal de la cruz.(identidad cristiana)
2.       La imposición de manos.(bendición y trasmisión del esp. Santo)
3.       El santo crisma.(oleo sagrado, fuerza ,valentía, conversión)
4.       La comunidad precedida por el obispo.(oración)
5.       El obispo revestido de todos sus ornamentos.(Jesucristo)
6.       La luz del cirio.(camino en el crecimiento de la fe)
7.       Las palabras del obispo.(encierran el poder del esp. Santo)
8.       El gesto de la paz que el obispo participa al confirmado.(admisión a la comunidad cristiana adulta).











NOTA :

Feliz y bendecido día, que Dios todo poderoso los llene con su Espíritu Santo, les de sabiduría, entendimiento y fortaleza. En este día, tendremos la oportunidad de reforzar las catequesis que ya se han visto; sera al oportunidad para que adelantemos en los temas; si tienen alguna duda hablen con su catequista,  de esa manera se entenderán mejor los temas.Como tendremos nuestra primera reunión aprovechemos para salir de cualquier inquietud referente a la catequesis y a la celebración de los sacramentos.


Dios los bendiga!


LA VIDA



UN PROYECTO PARA REALIZAR

Cristo habla de felicidad y nos dice en que consiste: vivir de manera continua los valores de las bienaventuranzas es lo que nos da la estabilidad necesaria para sentirnos felices. La felicidad tiene mucho que ver con el vacío o plenitud de nuestras vidas en su sentido más profundo.
“Hay más dicha en dar que en recibir”
Ser feliz no es un estado de ánimo, es una actitud constante que se obtiene.



·                ¿Qué es lo que me hace feliz?
·         ¿Quién soy yo? (Auto imagen)
·         ¿Cómo soy yo? (auto concepto)
·         ¿Cómo me aprecio a mí mismo? (autoestima)
·         
       Para contribuir mi personalidad tendré que responder:
-¿Para qué vivo?
-¿Qué quiero de mí mismo?
-¿Cuál es la felicidad que yo busco?
-¿Qué es lo que nos hace felices?
-¿es posible que es felicidad sea un estado permanente?










LA FELICIDAD...

BIENAVENTURANZAS




SAN MATEO 5,1-16

         Dichosos los que reconocen su necesidad espiritual,  pues el reino de Dios les  pertenece.


  Dichosos los que están tristes, pues Dios les dará consuelo.


·         Dichosos los de corazón humilde, púes recibirán la tierra que dios les ha prometido.

·         Dichosos los que tienen hambre y sed de hacer lo que dios exige, púes el hará que se cumplan sus deseos.

·         Dichosos los que tienen compasión de otros, pues Dios tendrá compasión de ellos.

·         Dichosos los de corazón limpio, pues ellos verán a Dios.

·         Dichosos los que procuran  la paz, púes Dios  les llamara hijos suyos.

·         Dichosos los que sufren persecución por hacer lo que Dios exige, pues el reino de dios les pertenece.

·         Dichosos ustedes, cuándo la gente los insulte y los maltrate, y cuando por causa mía los ataque con toda clase de mentiras. Alégrense, estén contentos, porque van a recibir un gran premio en el cielo; pues así también persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes.





1.       Leer y analizar la siguiente cita bíblica; escríbase y saca tu propia conclusión.¿ cual es la felicidad que Dios quiere para ti?






QUE ES LA CONFIRMACIÓN

El sacramento de la Confirmación perfecciona la gracia bautismal, y nos da la fortaleza de Dios para ser firmes en la fe y en el amor a Dios y al prójimo.

Nos da también audacia para cumplir el derecho y el deber, que tenemos por el bautismo, de ser apóstoles de Jesús, para difundir la fe y el Evangelio, personalmente o asociados, mediante la palabra y el buen ejemplo.

¿Qué es la confirmación?

Es el sacramento que perfecciona la gracia bautismal fortaleciéndonos en la fe y haciéndonos soldados y apóstoles de Cristo.

¿Cuándo se debe recibir la confirmación?

Se debe recibir la confirmación cuando se ha llegado al uso de razón, o antes, si hay peligro de muerte.

¿Cómo se debe recibir la confirmación?

Se debe recibir la confirmación en estado de gracia y con la preparación conveniente.

¿Quién puede confirmar?

Puede confirmar el obispo, y en algunos casos especiales los sacerdotes delegado por el obispo






EL ESPIRITU SANTO SUCITA EN NOSOTROS LA  CONVERSIÓN


Hoy te invitamos a prepararte con responsabilidad al sacramento de la reconciliación, para ello pasaremos por un camino que se llama conversión; siguiendo  paso a paso la vida e historia de un hombre que se llama ZAQUEO.

EL PECADO NOS ALEJA DE DIOS, es por eso que un buen católico se acerca al sacramento de la reconciliación, cada vez que siente la necesidad espiritual de combatir el pecado y estar en gracia de Dios.




Lee y analiza el siguiente texto bíblico:
Lucas 19,1-10

Pasos con los que el cristiano celebra el sacramento de la reconciliación:

1. Examen de Conciencia.
Ponernos ante Dios que nos ama y quiere ayudarnos. Analizar nuestra vida y abrir nuestro corazón sin engaños. Puedes ayudarte de una guía para hacerlo bien.

2. Arrepentimiento. Sentir un dolor verdadero de haber pecado porque hemos lastimado al que más nos quiere: Dios.

3. Propósito de no volver a pecar. Si verdaderamente amo, no puedo seguir lastimando al amado. De nada sirve confesarnos si no queremos mejorar. Podemos caer de nuevo por debilidad, pero lo importante es la lucha, no la caída.

4. Decir los pecados al confesor. El Sacerdote es un instrumento de Dios. Hagamos a un lado la “vergüenza” o el “orgullo” y abramos nuestra alma, seguros de que es Dios quien nos escucha.

5. Recibir la absolución y cumplir la penitencia. Es el momento más hermoso, pues recibimos el perdón de Dios. La penitencia es un acto sencillo que representa nuestra reparación por la falta que cometimos.



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LIBERTAD Y RESPOSABILIDAD

La mayoría de personas viven como esclavos… Esclavos de su trabajo, esclavos de la pobreza, esclavos de sus emociones, esclavos de la sociedad, esclavos de paradigmas, esclavos de temores y creencias, esclavos de hábitos, esclavos de los demás, etc.

Lo curioso, es que estas personas aparentar vivir bien, aparentar ser felices y estar de maravilla, aparentar ser ricos y tener calidad de vida. Claro, toda una fantasía que los consuela en medio de su conformismo.

Algunos por ejemplo creen que no se puede ser libre, que las leyes nos rigen, que la moral es nuestra líder y que todas estas son cosas que simplemente nadie puede cambiar.

Ahí yo les digo, “Y es que, ¿Qué es lo que quieres?, ¿Matar?” Porque si sus deseos son de bienestar y positivos, entonces ¿Qué de malo pueden tener ante cualquier gobierno o ley natural?

Es decir, está bien que hay leyes que simplemente nos cubrirán en todo momento… Con estar en un país, ya estamos bajo las leyes gubernamentales de ese país, con estar en este mundo ya cumplimos a leyes como la gravedad.

Pero, ¿Qué ley te está impidiendo ser feliz?, ¿Qué ley te está deteniendo de vivir la vida que quieres vivir?… Piénsalo bien, ¿No será más bien que eres tú mismo tu limitación? Yo creo que sí.

La libertad es vivir de la manera que soñamos, es la posibilidad de cumplir nuestros deseos siempre, porque únicamente en nuestras manos está hacerlo.

Ahora, algo que sí está claro, es que la libertad viene con un límite: Los derechos de las demás personas.

Libertad no es simplemente hacer lo que queramos… Es respeto, conciencia y responsabilidad de que otros están a nuestro alrededor y debemos hacerles el bien al mismo tiempo que cumplimos nuestros sueños.

Tú que eres una persona interesada en el Desarrollo Personal y que te encuentras en este momento en este blog, seguramente tienes sueños y metas grandiosas, por ejemplo llegar lejos, ser grande, ser feliz, ser millonario, tener calidad de vida, ayudar al mundo, etc…

La pregunta entonces es, ¿En qué te afectaría el tener que respetar a otros para cumplir todo esto? ¡EN NADA! Por el contrario, harás el bien y la vida te pagará con bien (Ley de atracción).

La libertad te libera de las responsabilidades que otros quieren poner sobre ti, y hace que tú debas ser responsable de tus propios actos. No vivirás para alguien más que para ti.

Aprender a ser libre, a soltar las cadenas que te atan a una vida de sometimiento frente a cosas que no te hacen feliz… Más bien, sé disciplinado y responsable con la vida que anhelas, ríndete cuentas a ti mismo de lo que hiciste y lo que no, disfruta cada segundo como quieras disfrutarlo y sonríe porque tú tienes el control.

Y finalmente, tu libertad no es responsabilidad de nadie… De nadie más que tú.







“Profesión de nuestra fe”


“Creo en Dios Padre, Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra…”
Creer en Dios, es la afirmación más importante de nuestra fe, es la fuente de todas las demás verdades sobre el hombre y el mundo, y de toda la vida del que cree en Dios. Él mismo se ha revelado como “el Fuerte, el Valeroso” (Salmo 24,8) aquel para quien “nada es imposible” (Lucas 1, 37). Su poder es universal, misterioso y se manifiesta en la creación del mundo de la nada y del hombre por amor. Por eso la Iglesia en su oración se dirige a “Dios todopoderoso y eterno” (Omnipotens sempietene Deus…).

“En el principio Dios creó el cielo y la tierra…” (Génesis 1, 1), Creemos que Dios es creador porque la creación es el fundamento de todos sus designios salvíficos, es el primer paso hacia la alianza del Dios único con su pueblo; es el comienzo de la historia de la salvación, que culmina en Cristo.

El mundo ha sido creado para la gloria de Dios, el cual ha querido manifestar y comunicar su bondad, verdad y belleza. El fin último de la Creación es que Dios, en Cristo, pueda ser “todo en todos” (1ra Corintios 15,28) para gloria suya y para nuestra felicidad.

“Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor…”
La Iglesia cree que Jesús es el único Hijo de Dios. Pero en Jesús y por sus meritos, también nosotros somos llamados hijos de Dios, porque en él, el Padre nos hizo herederos de su gloria, nos hizo hijos y a la vez hermanos de Jesús.  Mediante numerosos signos, Jesús demostró a los primeros cristianos que él tiene poder divino sobre la naturaleza, los demonios, el pecado y la muerte. Jesus es verdaderamente nuestro “Señor”

“Ustedes me llaman ‘el maestro’ y ‘el Señor’ y dicen bien, porque lo soy” (Juan 13, 13)

“…que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María virgen…”
Dios cumple las promesas hechas a Abraham y a su descendencia, enviando “a su hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva” (Gálatas 4,4-5). “El Espíritu Santo vendrá sobre ti” (Lucas 1, 35) María concibió a Jesús, no por intervención del hombre sino que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo para decirnos que la salvación NO ES OBRA DEL HOMBRE, sino don gratuito de Dios.
María es verdaderamente Madre de Dios porque es la madre de Jesús (Juan 2, 1; 19,25). En efecto, aquél que fue concebido por obra del Espíritu Santo y fue verdaderamente Hijo suyo, es el Hijo de Dios Padre. Es Dios mismo.

“…padeció bajo el poder de Poncio Pilato…”
Algunos jefes de Israel buscaban alguna acusación falsa contra Jesús (Mateo 26, 59-66), lo acusaron de actuar contra la Ley, contra el Templo de Jerusalén y, particularmente, contra la fe en el Dios único, porque se proclamaba Hijo de Dios. Luego de someterlo ante el consejo judío, el pueblo empezó el martirio de Jesús golpeándolo (Mateo 26, 67-68).

“…fue crucificado, muerto y sepultado…”
Llevaron a Jesús a comparecer ante Pilato (Mateo 27, 11-23), cuando Pilato supo que Jesús era Galileo, lo envió a Herodes, pero Herodes lo devolvió a Pilato (Lucas 23, 7-11).
Pilato terminó “lavándose las manos” (Mateo 27, 24) en señal de alejar toda culpa en manos suyas. Luego mandó a azotar a Jesús y lo entregó para que lo crucificaran (Mateo 27, 26).

“…descendió a los infiernos…”
Los “infiernos”-distintos del infierno de la condenación- constituían el estado de todos aquellos, justos e injustos, que habían muerto antes de Cristo. Con el alma unida a su persona divina, Jesús tomó en los infiernos a los justos que aguardaban a su Redentor para poder acceder finalmente a la visión de Dios.

Después de haber vencido, mediante su propia muerte, a la muerte y al diablo “que tenía el poder de la muerte” (Hebreo 2, 14), Jesús liberó a los justos, que esperaban al Redentor, y les abrió las puertas al cielo.

“… al tercer día, resucitó entre los muertos…”
Al tercer día de la muerte ¡Jesús resucita! Y esta es la verdad más gozosa del cristiano, puesto que nos revela el amor del Padre y nos acerca a la Salvación.

“…subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso, y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos…”
Jesús subió a los cielos (Lucas 24, 51) y se sentó a la derecha del Padre (Marcos 16, 19). Desde entonces el Señor reina con su humanidad en la gloria eterna de  Hijo de Dios (Mateo 25, 31-33),  intercede incesante ante el Padre a favor nuestro, nos envía su espíritu y nos da la esperanza de llegar un día junto a él, al lugar que nos tiene preparado.

“Creo en el Espíritu Santo…”
Creer en el Espíritu Santo, es profesar la fe en la tercera persona de la Santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo, y “que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”.

“…la Santa Iglesia Católica…”
La iglesia es una, santa, católica, apostólica y romana

-          La Iglesia es unaporque tiene como origen y modelo la unidad de Dios trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo), como fundador y cabeza a Jesucristo, porque la Iglesia tiene una sola fe, una sola vida sacramental, una única sucesión apostólica, una común esperanza y la misma caridad.
-          “Si la iglesia no estuviera hecha por pecadores, no seria para nosotros”. La iglesia es santa porque Dios Santísimo es su autor, Cristo se ha entregado a sí mismo por ella, para santificarla.
La SANTIDAD es la vocación de cada uno de sus miembros y el fin de toda su actividad. Cuenta en su seno con María Virgen e innumerables santos, como modelos e intercesores. “La Iglesia Católica es ‘santa’ por la gracia de Jesucristo y en virtud de la acción del Espíritu e ‘imperfecta’ por las obras de sus miembros…” (Carta pastoral LOS CATÓLICOS EN LA BOLIVIA DE HOY, marzo 2010, art 10)
-          La Iglesia es católica, es decir, universal, en cuanto en ella está Jesús, porque está destinada  para todos los hombres y no para algunos. Todo aquel que poseyendo el Espíritu Santo de Cristo, se encuentra unido a la Iglesia católica por los vínculos de la profesión de la fe, de los sacramentos, del gobierno eclesiástico y la comunión.
-          La Iglesia es apostólica por su origen, ya que fue constituida sobre el fundamento de los apóstoles (Efesios 2,20); por su enseñanza, que es la misma de todos los apóstoles, porque fue instruida, santificada y es gobernada por los apóstoles hasta que Cristo vuelva. La única iglesia de Cristo, como sociedad constituida y organizada en el mundo, subsiste en la Iglesia Católica, gobernada por el sucesor de PEDRO y por los obispos en comunión con él. Dios mismo ha confiado la Iglesia a Pedro, cabeza del colegio apostólico.
-          La Iglesia es romana, puesto que la sede del sucesor de Pedro, el “Papa” se encuentra en Roma, en la ciudad del Vaticano; desde allí preside la Iglesia universal.

 “…la comunión de los Santos”
Esta expresión indica, ante todo, la común participación de todos los miembros de la Iglesia en las cosas santa: la fe, los sacramentos, en particular la Eucaristía, los carismas y los otros dones espirituales. En la raíz de la comunión está la caridad que “no busca su propio interés” (1ra Corintios 13,5), sino que impulsa a los fieles a “poner todo en común” (Hechos 4, 32), incluso los propios bienes materiales, para el servicio de los más pobres.

Pero la expresión, también designa, la comunión entre las personas “santas”, es decir, entre quienes por la gracia están unidos a Cristo muerto y resucitado. Unos viven aún peregrinos en este mundo; otros ya difuntos, se purifican, ayudados también por nuestra plegarias; otros, finalmente, gozan ya de la Gloria de Dios e interceden por nosotros. Todos juntos forman en Cristo una sola familia, la Iglesia Celestial, para alabanza y gloria de la Trinidad.

“…el perdón de los pecados…”
El primer y principal sacramento para el perdón de los pecados es el BAUTISMO. Para los pecados cometidos después de este sacramento, Cristo instituyo el Sacramento de la Reconciliación o penitencia, por medio del cual el bautizado se reconcilia con Dios y con la Iglesia. La Iglesia tiene la misión y el poder de perdonar los pecados, porque el mismo Cristo se lo ha dado

“Recibid el espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados, les quedaran perdonados, a quienes se los retengan, les quedaran retenidos” (Juan 20, 22-23).

“…la resurrección de la carne…”
La expresión “resurrección de la carne” significa que el estado definitivo del hombre no será solamente el alma espiritual separada del cuerpo, sino que también nuestros cuerpos mortales un día volverán a tener vida. Con la muerte, que es separación del alma y del cuerpo, éste cae en la corrupción, mientras el alma, que es inmortal, va al encuentro del juicio de Dios y espera volverse a unir al cuerpo.

“…la vida eterna”
La vida eterna es la vida que comienza inmediatamente después de la muerte. Esta vida no tendrá fin; será precedida para que cada uno por un juicio particular por parte de Cristo, juez de vivos y muertos, y será ratificada en el juicio final.

-          Juicio particular: Es el juicio de retribución inmediata, que, en el momento de la muerte, cada uno recibe de Dios en su alma inmortal, en relación con su fe y sus obras. Esta retribución consiste en el acceso a la felicidad del cielo, inmediatamente o después de una adecuada purificación (purgatorio), o bien de la condenación eterna al infierno.

-          Juicio final: Llamado también “juicio universal”, consistirá en la sentencia de vida bienaventurado o de condena eterna que el Señor Jesús, retornando con Juez de vivos y muertos, emitirá respecto “de los justos y de los pecadores” (Hechos 24, 15), reunidos todos juntos delante de sí. Tras este juicio final, el cuerpo resucitado participará de la retribución que el alma ha recibido en el juicio particular.

AMÉN




   




CELEBREMOS LA FIESTA DEL AMOR





El Señor Jesús pone de manifiesto que lo que da a sus discípulos es un nuevo mandamiento, que se amen unos a otros: Os doy, dice, un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros.

¿Pero acaso este mandamiento no se encontraba ya en la ley antigua, en la que estaba escrito: Amarás a tu prójimo como a ti mismo? ¿Por qué lo llama entonces nuevo el Señor, si está tan claro que era antiguo? ¿No será que es nuevo porque nos viste del hombre nuevo después de despojarnos del antiguo? Porque no es cualquier amor el que renueva al que oye, o mejor al que obedece, sino aquel a cuyo propósito añadió el Señor, para distinguirlo del amor puramente carnal: como yo os he amado.

Éste es el amor que nos renueva, y nos hace ser hombres nuevos, herederos del nuevo Testamento, intérpretes de un cántico nuevo. Este amor, hermanos queridos, renovó ya a los antiguos justos, a los patriarcas y a los profetas, y luego a los bienaventurados apóstoles; ahora renueva a los gentiles, y hace de todo el género humano, extendido por el universo entero, un único pueblo nuevo, el cuerpo de la nueva esposa del Hijo de Dios, de la que se dice en el Cantar de los Cantares: ¿Quién es ésa que sube del desierto vestida de blanco? Sí, vestida de blanco, porque ha sido renovada; ¿y qué es lo que la ha renovado sin el mandamiento nuevo?

Porque, en la Iglesia, los miembros se preocupan unos por otros; y si padece uno de ellos, se compadecen todos los demás, y si uno de ellos se ve glorificado, todos los otros se congratulan. La Iglesia, en verdad, escucha y guarda estas palabras: Os doy un mandato nuevo: que os améis mutuamente. No como se aman quienes viven en la corrupción de la carne, ni como se aman los hombres simplemente porque son hombres; sino como se quieren todos los que se tienen por dioses e hijos del Altísimo, y llegan a ser hermanos de su único Hijo, amándose unos a otros con aquel mismo amor con que él los amó, para conducirlos a todos a aquel fin que les satisfaga, donde su anhelo de bienes encuentre su saciedad. Porque no quedará ningún anhelo por saciar cuando Dios lo sea todo en todos.

Este amor nos lo otorga el mismo que dijo : como yo os he amado, amaos también entre vosotros. Pues para esto nos amó precisamente, para que nos amemos los unos a los otros; y con su amor hizo posible que nos ligáramos estrechamente, y como miembros unidos por tan dulce vínculo, formemos el cuerpo de tan espléndida cabeza.








EUCARISTÍA






PARTES DE LA SANTA MISAS





PARTES DE LA SANTA MISA:

RITOS INICIALES
Son ritos introductorios a la celebración y nos preparan para escuchar la palabra y celebrar la eucaristía.

PROCESIÓN DE ENTRADA
Llegamos al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe. Acompañamos la procesión de entrada cantando con alegría.

SALUDO INICIAL
Después de besar el altar y hacer la señal de la cruz, el sacerdote saluda a la asamblea.

ACTO PENITENCIAL
Pedimos humildemente perdón al Señor por todas nuestras faltas.

GLORIA
Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de Él.

ORACIÓN COLECTA
Es la oración que el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, hace al Padre. En ella recoge todas las intenciones de la comunidad.
Liturgia de la Palabra
Escuchamos a Dios, que se nos da como alimento en su Palabra, y respondemos cantando, meditando y rezando.

PRIMERA LECTURA
En el Antiguo Testamento, Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.

SALMO
Meditamos rezando o cantando un salmo.

SEGUNDA LECTURA
En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles.

EVANGELIO
El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos diciendo: "Gloria a ti, Señor Jesús".

HOMILÍA
El celebrante nos explica la Palabra de Dios.

CREDO
Después de escuchar la Palabra de Dios, confesamos nuestra fe.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos.
Liturgia de la Eucaristía
Tiene tres partes: Rito de las ofrendas, Gran Plegaria Eucarística (es el núcleo de toda la celebración, es una plegaria de acción de gracias en la que actualizamos la muerte y resurrección de Jesús) y Rito de comunión.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS
Presentamos el pan y el vino que se transformarán en el cuerpo y la sangre de Cristo. Realizamos la colecta en favor de toda la Iglesia. Oramos sobre las ofrendas.

PREFACIO
Es una oración de acción de gracias y alabanza a Dios, al tres veces santo

EPÍCLESIS
El celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para que por su acción los transforme en el cuerpo y la sangre de Jesús.

CONSAGRACIÓN
El sacerdote hace "memoria" de la última cena, pronunciando las mismas palabras de Jesús. El pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús.

ACLAMACIÓN
Aclamamos el misterio central de nuestra fe.

INTERCESIÓN
Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia. Pedimos por el Papa, por los obispos, por todos los difuntos y por todos nosotros.

DOXOLOGÍA
El sacerdote ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús, por Cristo, con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo. Todos respondemos: "Amén".

PADRENUESTRO
Preparándonos para comulgar, rezamos al Padre como Jesús nos enseñó.

COMUNIÓN
Llenos de alegría nos acercamos a recibir a Jesús, pan de vida. Antes de comulgar hacemos un acto de humildad y de fe.

ORACIÓN
Damos gracias a Jesús por haberlo recibido, y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión.

RITOS DE DESPEDIDA
Son ritos que concluyen la celebración.

BENDICIÓN
Recibimos la bendición del sacerdote.

DESPEDIDA Y ENVÍO
Alimentados con el pan de la Palabra y de la Eucaristía, volvemos a nuestras actividades, a vivir lo que celebramos, llevando a Jesús en nuestros corazones.




LA FE CRECE, SE VIVE, SE CELEBRA Y 


SE TESTIMONIA EN COMUNIDAD







Cuando Jesús inicia su misión llama a sus discípulos y ellos  al sentirse llamados abandonan todo y se van a vivir en comunidad con Jesús. Cuando Jesús sube al cielo envía al espíritu santo sobre los apóstoles y ellos salen a predicar la buena noticia de la salvación en Jesucristo; los que creen en la predicación y se convierten van formando pequeñas comunidades que en la medida  que las persecuciones las dispersan van reproduciéndose por todo el imperio romano. La siguiente lectura de los hechos de los apóstoles nos describe como era la vida de esas pequeñas comunidades. (Hch. 2,42-47)

Dijeron los apóstoles al Señor; Auméntanos la fe. El Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: Arráncate y plántate en el mar, y os habría obedecido. ¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: Pasa al momento y ponte a la mesa? ¿No le dirá más bien: Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú? ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.


Reflexión
El tema de la primera parte del Evangelio de hoy es la eficacia de la fe. Respondiendo al pedido de los apóstoles, Jesús explica el poder extraordinario de la fe. La fe auténtica, la confianza inquebrantable en Dios puede realizar milagros humanamente incomprensibles.

Al hombre de hoy le cuesta aceptar que la fe sea capaz de hacer este tipo de milagros. Creo que en general, la fe del hombre actual es más débil que antes. Muchos cristianos pasan incluso por una crisis de fe.

Y esto nos lleva la pregunta: ¿Qué se necesita para que la fe cristiana arraigue profundamente en un hombre y quede fuerte y sana?
Los entendidos nos dicen que tres fuerzas deben cooperar para que un hombre llegue a la fe y, además, crezca y madure en ella: DIOS, el HOMBRE mismo y la COMUNIDAD de los creyentes.

1. DIOS
Sabemos que Dios, por medio del Bautismo da la gracia inicial para que la fe pueda nacer y crecer en un cristiano. Esta fe recibida en el bautismo es una semilla. Y la semilla está hecha para producir una planta y la planta para producir frutos. Para que la semilla de la fe pueda crecer en el alma, Dios tiene que seguir dando su gracia.

¿Cómo podemos conseguir esa gracia de la fe, a lo largo de nuestra vida? Creo que Dios nos pone una condición fundamental para ello: Él quiere que le pidamos esa gracia con humildad y confianza filiales. El apóstol Santiago nos dice en su carta: “Dios resiste a los soberbios, pero da la gracia a los humildes” (4.6). Y el mismo Jesús nos enseña en el Evangelio pedir con confianza: “Todo cuanto pidáis en la oración, creed que lo recibiréis y lo tendréis” (Mc 11,24).

2. EL HOMBRE MISMO
La fe es un regalo de Dios. Pero también es una respuesta personal del hombre mismo. Él puede y debe colaborar en el crecimiento de su fe. Debe vivir y realizarla en su vida de cada día. Debe probarla con hechos y actos de fe concretos. La semilla que no es cuidada y alimentada, no puede madurar; se seca y muere. Y pienso que esa es la razón de la debilidad y hasta desaparición de la fe en muchos de nuestros contemporáneos.

Un sabio de la India dijo, después de un viaje por Europa: “Encontré en Europa un cristianismo de domingo y un paganismo cotidiano”. Y algo semejante, vale también para nosotros. Una fe que no inspira el trabajo diario, el contacto con los demás, la alegría y el sufrimiento de cada día, no puede crecer, sino disminuye y muere, tarde o temprano.

3. LA COMUNIDAD DE LOS CREYENTES
La tercera condición fundamental, además de la gracia de Dios y de la cooperación del hombre, es la Comunidad de los creyentes. La fe sólo puede arraigar en un hombre, cuando forma parte de una comunidad cristiana, porque la fe no es asunto privado de uno. En la comunidad recibe la revelación de Dios y le da su respuesta de fe. Por eso dice San Pablo: “¿Cómo creerán si nada oyeron de El? ¿Y cómo oirán si nadie les predica?” (Rom 10,14).

Pero no es suficiente predicar solamente con palabras. Más importante y fecundo es predicar con una vida de fe. Porque la vida sólo nace de la vida. También una fe vital nace sólo de una fe vital.

Y me parece que ésta es otra de las causas, por la que tantos hombres de hoy no pueden creer: Muchos educadores y predicadores de la fe - papás, sacerdotes, maestros, etc. - no encarnan la fe en su persona ni en su vida. Hablan sólo de ella, pero no viven de ella. Por eso, su mensaje no convence ni vivifica.

Aquí entra entonces, con mucha fuerza, la importancia de nuestras comunidades cristianas y de nuestros grupos cristianos.

Pero lo más fundamental y decisivo para el nacer y crecer sano de la fe son nuestras familias cristianas, las primeras comunidades de fe. Los papás son no sólo los grandes educadores de la fe de sus hijos, sino también reflejos de Dios mismo para ellos. Mediante la relación con los padres, el niño experimenta la relación con Dios Padre y con su Madre celestial, la Sma. Virgen. Y así, va surgiendo, de un modo natural y espontáneo, una vinculación personal con Dios. 

Y la esencia de la fe no es creer en ciertas verdades o artículos de fe, sino es creer en una persona, es creer en un Dios personal. Y madurar en la fe significa profundizar mi vinculación íntima con Cristo y con el Dios Trino. 


Queridos hermanos, por eso pidamos, que el Señor nos regale la gracia de crecer permanentemente en la fe y en la vinculación personal con Él, y que nuestras crisis de fe sean sólo crisis de crecimiento. Pidámosle también a la Sma. Virgen, madre y modelo de la fe, que nos fortalezca y acompañe en nuestro caminar hacia la Casa del Padre.

ANALIZA ESTOS ASPECTOS ¿POR QUÉ SON IMPORTANTES?





LEE Y ANALIZA LAS SIGUIENTES CITAS BÍBLICAS:

Gn. 1, 27s; 2,18.

1 Co. 15,45.

Rom. 16,5

Mateo 5,5,14s.

Rom. 16,5


Mateo 5,5,14s


LA FE 

Jesús fue hacia ellos caminando sobre el mar. Era de noche y el viento soplaba con tal fuerza que zarandeaba la barca donde estaban los discípulos. Cuando lo vieron creyeron que era un fantasma y hasta llegaron a gritar aterrorizados… Pero les dice para tranquilizarlos: “¡Animo!, soy yo; no temáis”. Mas pareció no bastar; sirvió de poco, dudaron. “Si eres tú, mándame ir hacia ti sobre las aguas” –le dijo Pedro– Y el maestro le respondió: “Ven”. Y fue Pedro. Como no amainaba la violencia del viento le entró miedo y comenzó a hundirse… “¡Señor, sálvame!”. Jesús lo agarró y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. “Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: verdaderamente eres Hijo de Dios” (Mt 14, 24-33).

Los creyentes tenemos el riesgo de ser como ese Pedro que pone a prueba la fe y que la instrumentaliza. Dios se nos ha revelado, nos ha dicho “Soy Yo”, y aún así hurgamos más pruebas sumidos en el prurito del saber más so pretexto de comprender mejor a Dios: le “probamos”. Parece no bastarnos su propio testimonio; parece que hemos perdido el más elemental sentido de confianza o que ya no somos capaces de reconocer su singular timbre de voz, ese que suena sonoro y con nítida claridad en lo profundo del alma, ese que escuchamos un día cuando reconocimos con el pasar de los años la fe que nos había sido dada. Y lo más triste y dramático de una situación así es que esa búsqueda desconfiada, que esa sordera voluntaria, pueda venir precisamente de quienes reconocemos –como de hecho es– a Cristo como Dios: de sus discípulos. 

Y está también el otro error en el que podemos sumirnos: identificar la fe como un medio, como un recurso para nuestra felicidad, satisfacción o comodidad: que la hayamos instrumentalizado. Se escucha decir: “la fe ayuda a que cueste menos la muerte de los hijos, del esposo (a), de los seres queridos, etc.”; y es verdad que ayuda, pero la fe no es primariamente amortiguadora de dolores ni dispensadora de cuidados intensivos en momentos de puntual dificultad de nuestra existencia. No creemos para sufrir menos ni para tener una vida más llevadera. Es más, la fe no es nuestra conquista ni nuestra adquisición; no creemos porque hemos conquistado la fe como podríamos alcanzar la cumbre de una montaña; creemos porque la fe nos ha conquistado, porque Dios nos ha conquistado. De ahí que la fe signifique adherirse a Dios confiando en Él plenamente y asintiendo a lo que nos ha revelado. 

Pedro pone a prueba su fe cuando no le bastan las palabras de Jesús –“¡Animo!, soy yo; no temáis”– y duda: “Si eres tú…”. Pedro instrumentaliza la fe cuando condiciona al maestro a hacerlo ir hacia Él sobre las aguas. ¿No es este Pedro el que había visto la multiplicación de los panes y de los peces? ¿No es este Pedro el que había bebido del agua hecha vino delicioso? ¿No es este Pedro aquel que confesó de Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”? ¿No hay muchas similitudes en la vivencia de la fe de Pedro y en el modo como la vivimos o podemos llegar a vivir muchos de nosotros? Cuántas veces tentamos a Dios: “Si eres Dios –podemos llegar a decirle– que sane mi madre…”, “Si eres Dios que encuentre trabajo”. Pero no sólo. Incluso ponemos fecha límite para la sanación y nombre y salario al puesto que buscamos. Y apenas una adversidad, apenas un obstáculo, una dificultad, una ventisca, nos desanimamos… porque nos falta fe. “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. Si de verdad creyésemos; si tuviéramos fe como un granito de mostaza moveríamos las montañas… Bajo estas perspectivas, ¿no es justo reflexionar y meditar cómo es o cómo está actualmente nuestra fe? 

Pedro había recibido la fe en Jesús y había visto los milagros de Jesús. Pero quizá se conformó, en esa etapa de su vida, con vivir con la fe sin cultivarla. ¿Y es que la fe también se cultiva? Ciertamente. Dios es el jardinero que la pone como semilla en el jardín de la existencia de cada uno de los hombres que la aceptamos con humildad. Él siembra pero depende de nosotros, de los jardineros, regarla, cuidarla, hacerla crecer fuerte, sana, recta y vigorosa. Y es un don tal alto la fe. Ninguna otra criatura en la tierra es capaz de creer, de tener fe, sino el hombre que la abraza en un acto libre y personal.

¡Qué distinta, qué plena es la vida con una fe que de verdad la anima! No permanece en uno mismo: se irradia, se transmite cumpliendo así, además, su dimensión evangelizadora. ¡Cuántas conversiones obradas por el testimonio de personas que vivían su fe. Con fe los éxitos y los fracasos son vistos de otra manera porque se es conciente de que Dios está con nosotros y si Él está con nosotros quién estará contra nosotros. Sí, la fe nos viene dada por Dios como don gratuito y condición necesaria para salvarnos. No nos viene impuesta ni es un acto irracional: la fe es un acto de la inteligencia del hombre quien bajo el impulso de la voluntad movida por Dios asiente libremente a la verdad divina, a la verdad cierta que se fundamenta sobre la palabra de Dios, actúa por medio de la caridad, está en continuo crecimiento y hace pregustar del gozo del cielo.

La fe no es un escudo para vencer el miedo; es la amorosa conciencia y confiada certeza de la existencia del Dios al que no vemos. ¡Cuántas veces Dios ha salido al encuentro, a ayudarnos a vencer nuestros miedos muy a pesar de las tempestades que por todas partes nos asechan! ¡Cuántas veces nos ha hecho ir hacia Él no por voluntad nuestra sino por generosa invitación suya! ¡Cuántas veces nos ha dicho “Soy Yo” y ha saciado nuestras dudas y colmado nuestros deseos! ¡Quién sino Él es capaz de hacer sucumbir nuestros interrogantes, salvarnos y proveernos! Sólo hace falta reconocerle; y para ello hace falta cultivar la fe.

Cultivar la fe es estar atento a la escucha de lo que Dios quiere; frecuentar los sacramentos, ser Iglesia. Y es que si bien la fe es un acto personal no significa que sea vivencia particular aislada. La fe tiene sentido vivida en comunidad, en la Iglesia. Sólo en la Iglesia podemos asegurar su ortodoxia y decir al unísono “verdaderamente eres Hijo de Dios” como dijeron los apóstoles tras amainar el viento y apaciguarse el mar. 

Por: Jorge Enrique Mújica, L.C. | Fuente: Virtudes y valores 






LA BIBLIA






¿Qué es la Biblia? Se llama Biblia al conjunto de textos inspirados por Dios para conducir a los hombres al cielo. Los libros anteriores a Jesucristo forman el llamado antiguo testamento. Los demás textos son el nuevo testamento. La inspiración divina de la Biblia está avalada por las tradiciones judeo cristianas.

¿Qué dicen los judíos respecto a la Biblia? Los judíos sólo aceptan como inspirados los libros del antiguo testamento. Suelen entenderlos bastante literalmente y con rigor en aplicaciones detalladas.

¿Qué dicen los protestantes respecto a la Biblia? En la teoría protestante todavía imperan los lemas de "sola scriptura" y "libre examen", que rechazan la Tradición y Magisterio eclesiástico, para afirmar que cada uno interprete la Biblia a su manera. Por esto han surgido numerosas divisiones en el protestantismo. Sin embargo en la práctica, los protestantes interpretan la Biblia según la tradición de su rama religiosa, y según las explicaciones de sus dirigentes. Es lógico que sea así.

¿Qué dicen los ortodoxos respecto a la Biblia? En general, los ortodoxos coinciden con los católicos en su visión de la Biblia.

¿Qué dicen los católicos respecto a la Biblia? Los católicos aceptan también que la Biblia es inspirada por Dios. En cuanto a la interpretación bíblica, los católicos siguen la Tradición, y el Magisterio del Papa.

 LIBROS DEL ANTIGUO TESTAMENTO



                             LIBROS NUEVO TESTAMENTO





LOS SACRAMENTOS

Los sacramentos, también conocidos como los 7 sacramentos, o simplemente sacramentos de la iglesia, son los signos propios de la gracia de Dios, a partir de los cuales se entrega la vida divina, esto es, le dan la oportunidad al creyente de ser hijo de Dios.

Estos sacramentos se administran en diferentes etapas de la vida de todo cristiano, y de forma simbólica le tocan por completo.

Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos son celebrados significan y realizan las gracias propias de cada sacramento. Dan fruto en quienes los reciben con las disposiciones requeridas.



Desarrollar el siguiente crucigrama




CONFIRMADOS PARA SER TESTIGOS DEL AMOR DEL PADRE


Somos llamados a ser testigos de nuestro cristianismo en este mundo, ante todos los hombres.
Y este testimonio debe realizarse no tanto en muchas palabras, sino sobre todo en nuestras acciones y obras. Porque el mundo moderno quiere que las palabras se traduzcan en hechos; los principios, en efectos; la fe y la caridad, en obras.

El mundo actual no se convertirá nunca a Dios, si no encuentra en nosotros, en nuestras vidas cristianas, un signo y testimonio de la presencia de Dios. Sabemos que después de su ascensión, Cristo no tiene ya más que una aparición posible, la nuestra. El único rostro que Él puede mostrar a nuestros contemporáneos, para llamarlos y convertirlos, es el nuestro, el de nuestras familias, el de nuestras comunidades y grupos.

Entonces, ¿cómo podemos ser luz del mundo? ¿Cómo podemos dar testimonio de Cristo en medio de los hombres?

El signo característico del cristiano auténtico es el amor, el amor a Dios y el amor a los hermanos.
Seremos sal de la tierra, luz del mundo en la medida en que seamos testigos fieles del amor sin límites de Jesucristo, en nuestra propia vida.

Es la única prueba convincente de que Él sigue vivo: que nuestra comunidad cristiana, nuestras familias, cada uno de nosotros vivamos con tanto amor y entrega servicial, que los demás sientan ganas de unirse a nosotros. Que ellos sólo puedan explicarse nuestra entrega cristiana, admitiendo que Cristo se ha hecho vivo de nuevo en nosotros.

Y sabemos: El amor al prójimo es amor a Dios.
Porque a partir de la encarnación de Cristo, el segundo mandamiento es semejante, es igual al primero. ¡No separemos pues el amor a Dios del amor a los hermanos!

San Juan Crisóstomo nos explica: “Quien acepta uno de los dos preceptos, observa también el otro. Ni un alma sin cuerpo, ni un cuerpo sin alma pueden constituir un hombre. Así, pues, no se puede hablar de amor a Dios, si no se tiene como compañero el amor al prójimo.”

Cuando, por eso, amamos a nuestros hermanos, estamos amando a Dios de un modo auténtico y directo. Y, además, la prueba de que amamos a Dios es que nos amamos los unos a los otros. Cristo ha revelado que tenemos las mismas relaciones con Dios que con cualquiera de nuestros hermanos. Estamos tan cerca de Dios, como de cualquiera de nuestros prójimos.

San Juan nos explica en su primera carta: “El que dice que ama a un Dios, a quien no ve, sin amar a su hermano, a quien ve, es un mentiroso” (4.20). El amor a Dios se presta a muchas ilusiones, a mucha imaginación. Pero el amor a nuestros hermanos es extraordinariamente realista.

Podemos saber en cualquier momento en que punto nos encontramos. Así nuestro amor a los demás es nuestra manera concreta de entrar en el amor a Dios. El prójimo es Cristo al alcance de nuestro amor. No amamos verdaderamente a Cristo, si no lo amamos en el hermano.

Ese amor fraternal es el gran signo del cristiano, el único testimonio que aceptan los demás, la única invitación convincente para los de afuera.

Así ya ocurrió con los cristianos de la primera hora, tal como nos cuentan los Hechos de los Apóstoles: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma, y nadie llamaba propia, cosa alguna de cuantas poseía, sino que tenían en común todas las cosas”. Por eso “no había entre ellos indigentes” (Hech 4, 32ss). Este testimonio de amor no podía explicarse más que porque Cristo seguía viviendo en cada uno de ellos.

Esa misma actitud la exige también el profeta Isaías en la primera lectura de hoy: “Comparte tu pan con el hambriento y recibe en tu casa a los pobres sin techo; cubre al que veas desnudo y no te desentiendas de tu hermano. Entonces irrumpirá tu luz como la aurora.” Con ese amor generoso actúa aquel que quiere ser testigo fecundo de Cristo en este mundo.

Queridos hermanos, tratemos, pues, que esta Eucaristía ahonde en nosotros ese amor a Dios en los hermanos, y nos haga descubrir y superar todos los obstáculos para que sea más pleno. De este modo, seremos testigos del amor que en este sacramento se vive, y nuestra vida será cada vez más sal de la tierra y luz del mundo.


LOS EFECTOS DE LA CONFIRMACIÓN

Nos hace soldados de Cristo La vida del hombre sobre la tierra es un continuo combate contra los enemigos de su alma, que como nos enseña la Iglesia, son el mundo, el demonio y nuestras propias concupiscencias. Este combate da comienzo apenas el niño va teniendo uso de razón y no termina sino con la muerte.

Job dice en la Biblia, que "la vida es una milicia". Para sostener la lucha en contra de enemigos tan poderosos como tenaces, necesitamos auxilios especiales que precisamente nos proporciona la Gracia de este Sacramento. Pública y solemnemente, ante el Obispo, somos alistados en el ejército del Señor para luchar por el bien de nuestras almas, por la extensión del Reino de Dios, por el bien de las almas, por la gloria de Dios.

La Confirmación imprime en el alma ese carácter indeleble (por eso este Sacramento no se repite) de testigo de Cristo y da la fuerza necesaria para confesar la fe sin temor ante los respetos humanos y defenderla, si es necesario, con la ofrenda de la vida.

Nos hace cristianos perfectos: Este Sacramento nos confirma en la fe y perfecciona todas las virtudes y dones recibidos en el Bautismo. Precisamente por esto recibe el nombre de Confirmación.

Un autor del siglo V llamado el Pseudo-Dionisio Aeropagita, escribiendo sobre el Sacramento de la Confirmación, precisa la diferencia entre los bautizados y los confirmados en estos términos:
"A todos llamamos hijos de Dios, incorporados todos a Jesucristo, herederos todos del Paraíso; pero imperfectos los primeros y perfectos los segundos, la Confirmación no solamente nos hace divinos, sino grandísimamente divinos".

Nos llena del Espíritu Santo: Es la Confirmación el Sacramento que da cumplimiento a aquellas palabras de Cristo: "Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes. Pero si me voy, yo lo enviaré" (Jn.16,7).

En efecto, así como en Pentecostés descendió el Espíritu Santo sobre el Colegio Apostólico reunido en oración con la Santísima Virgen María, en lo sucesivo, los cristianos recibieron al Espíritu Santo por medio de los Apóstoles y luego de los Obispos con la imposición de las manos y la santa unción.

Y de la misma manera que el Espíritu Santo se manifestó de manera prodigiosa en Pentecostés, no faltaron casos en la Iglesia Apostólica en que el administrar a los fieles la Confirmación, sucedieran milagros parecidos como el profetizar o el hablar en lenguas. Esto llevó al mago Simón a ofrecer dinero a los Apóstoles para que le dieran el poder de confirmar (Hech.8,14). Leemos también cómo al confirmar San Pablo a los bautizados, venía sobre ellos el Espíritu Santo obrando prodigios (Hech.19)

Actualmente no suceden tales prodigios pues Dios no multiplica los
milagros sin necesidad. La Iglesia está bien establecida y ya no es
necesario. Pero aunque sin señales externas, los confirmados reciben ciertamente al Espíritu Santo con sus siete Dones.






Desarrollar la actividad propuesta a continuación





NECESIDAD E IMPORTANCIA DE LA CONFIRMACION




Por lo que hemos dicho al exponer los maravillosos efectos de la Confirmación, cualquiera verá la conveniencia, necesidad e importancia de recibirla; pero el punto de vista bajo el cual vamos a considerar ahora este Sacramento, es este otro: ¿Es necesaria la Confirmación para la Salvación?
Ciertamente que la Confirmación no es indispensable para la salvación como el Bautismo y el Sacramento de la Penitencia si se ha caído en pecado mortal; no es tan necesaria como la Sagrada Eucaristía, que por un prodigio de la Bondad divina podemos recibir todos los días; pero si consideramos la gran abundancia de bienes espirituales que gratuitamente nos comunica este sacramento, todos debemos apresurarnos a recibirlo y e invitar a recibir a quienes no lo hayan hecho.

Es tan importante la salvación, que para alcanzarla no debemos descuidar ningún medio eficaz, y siendo uno de los principales la Confirmación, no puede menos que ser una falta de gratitud a Nuestro Señor Jesucristo nuestra indiferencia para aprovecharla. Pero si es el desprecio la causa de esta indiferencia, ciertamente que ello constituiría una falta muy grave.

Es la Gracia Bautismal el mayor tesoro de nuestra alma. ¿Por qué si para proteger un tesoro material ponemos tanto cuidado y no encontramos Banco bastante seguro para él, ni caja fuerte bastante resistente, no sabemos estimar ni aprovechar el Sacramento de la Confirmación que viene a cuidar, a proteger y a acrecentar el mayor tesoro de nuestra alma?

EL MINISTRO DE LA CONFIRMACIÓN.

Normalmente el ministro es el Obispo, aunque en algunos casos, se puede conceder a los sacerdotes la facultad para confirmar. El que el Obispo sea el que confirme pone de relieve que es sucesor de los Apóstoles y cabeza de la diócesis. Así la Confirmación tiene como efecto unir más estrechamente al bautizado con la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión como testigo de Cristo de la comunidad.

En peligro de muerte, cualquier presbítero puede dar la confirmación ya que la Iglesia quiere que ninguno de sus hijos, aún en la más tierna edad, salga de este mundo sin haber sido perfeccionado por el Espíritu Santo.

EL SUJETO DE LA CONFIRMACIÓN.

Según el Derecho Canónico (can. 889), todo bautizado, aún no confirmado, puede y debe recibir la Confirmación. Sin este Sacramento y la Eucaristía, la iniciación cristiana quedaría incompleta.

La Confirmación es el Sacramento "de la madurez cristiana" y por eso es conveniente y necesario que el bautizado haya llegado al uso de la razón y es recomendable, según el Concilio Vaticano II, esperar y proporcionar al confirmando una sólida y profunda formación cristiana y una preparación pre-sacramental que podría consistir en un retiro espiritual previo a la confirmación.

Todo esto nos habla de la conveniencia de que los confirmados hayan pasado los 15 o 16 años con el fin de que comprendan realmente lo que está por suceder y el compromiso que están adquiriendo.

Es indispensable que el sujeto se presente en Gracia de Dios para no hacer de la Confirmación una farsa. Si es necesario, deberá recurrir antes al Sacramento de la Reconciliación para recibir al Espíritu Santo con el alma purificada.

LAS OBLIGACIONES DEL CONFIRMADO.

En continuidad con el Bautismo, el confirmado renueva las promesas que en aquella ocasión sus padres y padrinos hicieron por él si fue bautizado pequeño.

Ahora con pleno uso de razón, deberá renunciar radicalmente al pecado, a Satanás, padre del pecado, y a todas sus insidias. Y esto no debe ser un mero formulismo. Tan cierto es que Satanás existe, como de que somos débiles y pecadores y la vida cristiana nos obliga a luchar valientemente por la Gracia de Dios.

Igualmente el cristiano confirmado está comprometido no tan solo a guardar la fe, sino a conquistar a los demás para Cristo.

En el mundo actual, olvidado de Dios, corrompido integralmente en la mentira, cohecho, el hurto, el hedonismo desenfrenado, violencia y sexo, no será fácil mantenerse en la lucha por el bien. Será vivir cuesta arriba o contra corriente todo el tiempo. Será necesario evitar con cuidado toda clase de pecado, instruirse permanentemente en Religión, y sobre todo frecuentar los Sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía.

El soldado de Cristo debe estar preparado para dar la batalla al mal, venga de donde venga. ¿Qué diríamos de un soldado bien armado que ni siquiera se molestara en desempacar sus armas y aprender a usarlas? ¿Cómo espera ganar la batalla cuando le falta la voluntad y el valor para entrar en ella? Así son los cristianos que no saben aprovechar los medios que la Iglesia pone en sus manos y que se amilanan ante los demás.

La fe en Cristo debe ser nuestro timbre de gloria como para un soldado es su bandera. Negarla o avergonzarnos de ella es indigno de un hijo de Dios.


Desarrollar la actividad que se encuentra a continuación






CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN




Señala la Iglesia que todo confirmando cuente con la ayuda espiritual de un padrino o una madrina, preferentemente los mismos del Bautismo, para remarcar la unión entre ambos Sacramentos.


Para que una persona pueda desempeñar válidamente su compromiso de padrino o madrina, se requieren las siguientes condiciones:
- Estar confirmado.
- Tener uso de razón y la intención de cumplir adecuadamente esta
función.
- No ser hereje o estar excomulgado.
- No ser ni el padre ni la madre ni el cónyuge del confirmado.
- Asistir a la ceremonia; en el momento de la Confirmación pondrá su mano derecha sobre el hombro izquierdo del confirmando para simbolizar su compromiso como padrino o madrina.
- La misión de los padrinos es cuidar con la palabra y con el ejemplo el crecimiento en la fe de su ahijado. Por eso se deben elegir como padrinos a personas ejemplares, que den testimonio cristiano con su vida corriente; casados sacramentalmente, instruidos en Religión y de buenas costumbres.

LA CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN




Antes de la ceremonia de la Confirmación, el Obispo ha consagrado el aceite perfumado para la unción, en la Solemne Misa Crismal del Jueves Santo.

El rito de la confirmación tiene lugar en el desarrollo de la Santa Misa, después de la Liturgia de la Palabra, es decir cuando el Obispo termina su Homilía.

La liturgia del sacramento tiene tres momentos:
- Renovación de los compromisos bautismales. El párroco o capellán presenta a los candidatos, quienes hacen la renovación de sus promesas bautismales y la Profesión de la fe. Con esto se pone de manifiesto la estrecha relación que existe entre estos dos Sacramentos. El Ritual de la Confirmación contiene cinco fórmulas distintas para la renovación de las promesas del Bautismo adecuadas para la mentalidad de los confirmandos, sean niños,
jóvenes o adultos. Responder "Sí, renuncio" o "Sí, creo" ante Dios y la Iglesia, implica hace una pública manifestación de la fe cara a Dios y a los demás.

Es por eso que la preparación al Sacramento debe tener la profundidad necesaria para que el candidato tome conciencia de la grandeza de su vocación cristiana y del compromiso que está aceptando.

- Imposición de las manos: El Obispo a continuación extiende las manos sobre los confirmandos, repitiendo el gesto de los Apóstoles, que es un signo del don del Espíritu Santo. Al mismo tiempo, pronuncia la oración propia del Sacramento invocando a Dios Padre para que envíe su Espíritu con sus siete dones sobre los confirmandos, por los méritos de su Hijo, Jesucristo.

- Unción con el Santo Crisma: el Ministro del Sacramento de la
Confirmación procede a la unción haciendo con el oleo santo la señal de la cruz en la frente de cada confirmando, mientras que pronuncia las siguientes palabras:

"Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo".
El confirmado responde: "Amén".
Luego añade: “La paz sea contigo”.
Se responde: “Y con tu espíritu”.
Durante este momento solemne todos los demás fieles acompañarán con cantos invocando al Espíritu Santo.

Se termina la liturgia del Sacramento con la oración de los fieles, y se continúa con la Liturgia de la Eucaristía, que inicia con la procesión de las ofrendas.

17. REFLEXIÓN FINAL


La Confirmación, dándonos la plenitud del Espíritu Santo, nos hace
adultos en la fe y soldados de Cristo para salvar al mundo por medio del Evangelio.

Bien preparado, bien vivido, rinde magníficos frutos en cada confirmando, en sus familias y en el sitio donde cada uno se desempeña. Dejemos actuar al Espíritu Santo en nuestras almas, para perfeccionados con sus dones podamos dar un testimonio coherente de Cristo en todo momento y lugar.

"Nuestra confirmación de hoy es nuestro Pentecostés para la vida. ¿Cuál será nuestro estilo de vida en adelante? ¡El de los Apóstoles a la salida del Cenáculo!... El de los cristianos de todo tiempo, enérgicamente fieles a la oración, al testimonio de la fe, a la fracción del pan eucarístico, al servicio del prójimo, imitando a Jesucristo que no vino a ser servido sino a servir.






VIDA NUEVA EN CRISTO


El apóstol Pablo nos exhorta a vivir de una manera diferente a la que estamos viviendo actualmente y dejar de lado nuestra vieja manera de vivir. Esta vieja forma de vida pecaminosa es porque no conocemos el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, y no nos damos cuenta el Señor mora en nuestras vidas todos los días.

La nueva vida en Cristo significa cambiar de actitud frente a la manera actual de pensar y actuar. En Cristo la vida tiene una nueva dimensión y una calidad de vivirla. Esta nueva vida comienza desde el momento en que creemos en Cristo y le aceptamos como nuestro Señor y Salvador, reconociendo nuestras faltas y arrepintiéndonos de corazón.

Este nuevo estado de nuestra vida es un nuevo estilo de vida, donde en nuestro ser no puede haber cabida para Dios y para el diablo a la vez. Decimos juntamente con el apóstol Pablo: “Para mí el vivir es Cristo” “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Fil. 1:21; Gál. 2:20b). Ahora bien, si Cristo vive en mí, entonces debemos tener el mismo sentir de Él, como lo señala Pablo en su carta a los Filipenses (Fil. 2:5). Es tener sentimientos de amor, de bondad, humildad y compasión por los demás.

No es correcto decir que somos creyentes cristianos, pero que en la práctica nuestros hechos y palabras desdicen esa nueva vida en Cristo. De ahí que la vida cristiana no es sólo una postura o un hermoso enunciado; es vivir en Cristo. Lamentablemente males ejemplos abundan por doquier sobre esta falsa vida cristiana.

No por gusto el apóstol Pablo nos exhorta a que ya no andemos como otros andan. Debemos despojarnos del viejo ser y vestirnos del nuevo ser. Eso implica dejar de mentir, no airarnos en demasía, no dar lugar al diablo, no robar, no hablar palabras corrompidas, no apagar el Espíritu Santo de Dios, no amargarse, no enojarnos, no tener ira, ni gritería y maledicencia,  y toda malicia (Ef. 4:25-31).

La contrapuesta a ese antiguo tipo de vida sin Cristo es ser benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándonos unos a otros, así como Dios nos ha perdonado a través de Cristo (v. 32). Pablo nos exhorta a ser imitadores de Dios como hijos muy queridos y andar en amor, así como Cristo nos amó entregándose en sacrifico por nosotros como una ofrenda (Cf. Ef. 5:1-2). En esta nueva vida en Cristo debemos tener la mente de Cristo y pensar en: todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza (Fi. 4:8). Para que así de esa manera podamos dar un buen testimonio consagrado al Señor y ser la sal y la luz del mundo (Mt. 5:13-16).

Que el Señor a través de su Santo Espíritu nos ayude a vivir esa nueva vida de calidad en Cristo Jesús.





COMUNIDAD QUE VIVE EN EL ESPIRITU


Es necesario que nuestros fieles se sientan realmente miembros de una comunidad eclesial y corresponsable en su desarrollo. Eso permitirá un mayor compromiso y entrega en y por la Iglesia.

226. […] Nuestros fieles buscan comunidades cristianas, en donde sean acogidos fraternalmente y se sientan valorados, visibles y eclesialmente incluidos. Es necesario que nuestros fieles se sientan realmente miembros de una comunidad eclesial y corresponsable en su desarrollo. Eso permitirá un mayor compromiso y entrega en y por la Iglesia.

278. No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base, otras pequeñas comunidades y movimientos. Como los primeros cristianos, que se reunían en comunidad, el discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el amor de Cristo en la vida fraterna solidaria. También es acompañado y estimulado por la comunidad y sus pastores para madurar en la vida del Espíritu.

Familia

302. La familia, “patrimonio de la humanidad”, constituye uno de los tesoros más valiosos de los pueblos latinoamericanos. Ella ha sido y es espacio y escuela de comunión, fuente de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida humana nace y se acoge generosa y responsablemente.

Para que la familia sea “escuela de la fe” y pueda ayudar a los padres a ser los primeros catequistas de sus hijos, la pastoral familiar debe ofrecer espacios formativos, materiales catequéticos, momentos celebrativos, que le permitan cumplir su misión educativa. La familia está llamada a introducir a los hijos en el camino de la iniciación cristiana [...]

Ella ofrece a los hijos un sentido cristiano de existencia y los acompaña en la elaboración de su proyecto de vida, como discípulos misioneros.

303. Es además un deber de los padres, especialmente a través de su ejemplo de vida, la educación delos hijos para el amor como don de sí mismos y la ayuda que ellos le presten para descubrir su vocación de servicio, sea en la vida laical como en la consagrada. De este modo, la formación delos hijos como discípulos de Jesucristo, se opera en las experiencias de la vida diaria en la familia misma. Los hijos tienen el derecho de poder contar con el padre y la madre para que cuiden de ellos y los acompañen hacia la plenitud de vida.

La “catequesis familiar”, implementada de diversas maneras, se ha revelado como una ayuda exitosa a la unidad de las familias, ofreciendo además, una posibilidad eficiente de formar a los padres de familia, los jóvenes y los niños, para que sean testigos firmes de la fe en sus respectivas comunidades.

Parroquia

304. […] Las Parroquias son células vivas de la Iglesia y lugares privilegiados en los que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y de su Iglesia. Encierran una inagotable riqueza comunitaria porque en ellas se encuentra una inmensa variedad de situaciones, de edades, de tareas. Sobre todo hoy, cuando la crisis de la vida familiar afecta a tantos niños y jóvenes, las parroquias brindan un espacio comunitario para formarse en la fe y crecer comunitariamente.

293. La parroquia ha de ser el lugar donde se asegure la iniciación cristiana y tendrá como tareas irrenunciables: iniciar en la vida cristiana a los adultos bautizados y no suficientemente evangelizados; educar en la fe a los niños bautizados en un proceso que los lleve a completar su iniciación cristiana; iniciar a los no bautizados que habiendo escuchado el kerygma quieren abrazar la fe. En esta tarea, el estudio y la asimilación del Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos es una referencia necesaria y un apoyo seguro.[...]

306. Si queremos que las Parroquias sean centros de irradiación misionera en sus propios territorios, deben ser también lugares de formación permanente.

174. Los mejores esfuerzos de las parroquias en este inicio del tercer milenio deben estar en la convocatoria y en la formación de laicos misioneros. Solamente a través de la multiplicación de ellos podremos llegar a responder a las exigencias misioneras del momento actual.

175. […] La Eucaristía, en la cual se fortalece la comunidad de los discípulos, es para la Parroquia una escuela de vida cristiana. En ella, juntamente con la adoración eucarística y con la práctica del sacramento de la reconciliación para acercarse dignamente a comulgar, se preparan sus miembros en orden a dar frutos permanentes de caridad, reconciliación y justicia para la vida del mundo.

176. […] La inmensa mayoría de los católicos de nuestro continente viven bajo el flagelo de la pobreza. Esta tiene diversas expresiones: económica, física, espiritual, moral, etc. […] Cada parroquia debe llegar a concretar en signos solidarios su compromiso social en los diversos medios en que ella se mueve, con toda “la imaginación de la caridad”. […]

Comunidades pequeñas

178. En la experiencia eclesial de algunas iglesias de América Latina y de El Caribe, las Comunidades Eclesiales de Base han sido escuelas que han ayudado a formar cristianos comprometidos con su fe, discípulos y misioneros del Señor[...].

179. Las comunidades eclesiales de base, en el seguimiento misionero de Jesús, tienen la Palabra de Dios como fuente de su espiritualidad y la orientación de sus Pastores como guía que asegura la comunión eclesial. Despliegan su compromiso evangelizador y misionero entre los más sencillos y alejados, y son expresión visible de la opción preferencial por los pobres. Son fuente y semilla de variados servicios y ministerios a favor de la vida en la sociedad y en la Iglesia.[...]

180. Como respuesta a las exigencias de la evangelización, junto con las comunidades eclesiales de base hay otras válidas formas de pequeñas comunidades, e incluso redes de comunidades, de movimientos, grupos de vida, de oración y de reflexión de la Palabra de Dios. Todas las comunidades y grupos eclesiales darán fruto en la medida en que la Eucaristía sea el centro de su vida y la Palabra de Dios sea faro de su camino y su actuación en la única Iglesia de Cristo.

Movimientos eclesiales

311. Los nuevos movimientos y comunidades son un don del Espíritu Santo para la Iglesia. En ellos, los fieles encuentran la posibilidad de formarse cristianamente, crecer y comprometerse apostólicamente hasta ser verdaderos discípulos misioneros. [...] Convendría animar a algunos movimientos y asociaciones que muestran hoy cierto cansancio o debilidad e invitarlos a renovar su carisma original, que no deja de enriquecer la diversidad con que el Espíritu se manifiesta y actúa en el pueblo cristiano.

313. Para aprovechar mejor los carismas y servicios de los movimientos eclesiales en el campo de la formación de los laicos deseamos respetar sus carismas y su originalidad, procurando que se integren más plenamente a la estructura originaria que se da en la diócesis. A la vez, es necesario que la comunidad diocesana acoja la riqueza espiritual y apostólica de los movimientos. [...] Conviene prestar especial acogida y valorización a aquellos movimientos eclesiales que han pasado ya por el reconocimiento y discernimiento de la Santa Sede, considerados como dones y bienes para la Iglesia universal.

Seminarios y casas de formación

316. Un espacio privilegiado, escuela y casa para la formación de discípulos y misioneros, lo constituyen sin duda los seminarios y las casas de formación. El tiempo de la primera formación es una etapa donde los futuros presbíteros comparten la vida a ejemplo de la comunidad apostólica en torno a Cristo Resucitado: oran juntos, celebran una misma liturgia que culmina en la Eucaristía, a partir de la Palabra de Dios reciben las enseñanzas que van iluminando su mente y moldeando su corazón para el ejercicio de la caridad fraterna y de la justicia, prestan servicios pastorales periódicamente a diversas comunidades, preparándose así para vivir una sólida espiritualidad de comunión con Cristo Pastor y docilidad a la acción del Espíritu, convirtiéndose en signo personal y atractivo de Cristo en el mundo, según el camino de santidad propio del ministerio sacerdotal.

Escuelas católicas

335. De este modo, estamos en condiciones de afirmar que el proyecto educativo de la escuela católica, Cristo, hombre perfecto, es el fundamento, en que todos los valores humanos encuentran su plena realización, y de ahí su unidad.[…] Precisamente por la referencia explícita, y compartida con los miembros de la comunidad escolar, a la visión cristiana […] la educación es católica, ya que los principios evangélicos se convierten para ellos en normas educativas, motivaciones interiores y al mismo tiempo en metas finales. [...]

336. Por lo tanto, la meta de la escuela católica se propone respecto de los niños y jóvenes, es la de conducir al encuentro con Jesucristo vivo, [...] Lo hace colaborando en la construcción de la personalidad de los alumnos, teniendo a Cristo como referencia en el plano de la mentalidad y la vida. [...] Como consecuencia, maduran y resultan connaturales las actitudes humanas que llevan a abrirse sinceramente a la verdad, a respetar y amar a las personas, a expresar su propia libertad en la donación de sí y en el servicio a los demás para la transformación de la sociedad.
Universidades católicas

341. [...] Las actividades fundamentales de una universidad católica deberán vincularse y armonizarse con la misión evangelizadora de la Iglesia. Se lleva a cabo a través de una investigación realizada a la luz del mensaje cristiano, que ponga los nuevos descubrimientos humanos al servicio de las personas y de la sociedad. [...]

342. Las universidades católicas, por consiguiente, habrán de desarrollar con fidelidad su especificidad cristiana, ya que poseen responsabilidades evangélicas que instituciones de otro tipo no están obligadas a realizar. Entre ellas se encuentra, sobre todo, el diálogo fe y razón, fe y cultura y la formación de profesores, alumnos y personal administrativo a través de la doctrina social y moral de la Iglesia, [...]

Para ello es indispensable que se cuide el perfil humano, académico y cristiano de quienes son los principales responsables de la investigación y docencia.

343. Es necesaria una pastoral universitaria que acompañe la vida y el caminar de todos los miembros de la comunidad universitaria, promoviendo un encuentro personal y comprometido con Jesucristo, múltiples iniciativas solidarias y misioneras. [...]

Por: . | Fuente: Catholic.net 


 

Desarrollar la actividad que se encuentra a continuación y escribir que relación encuentra entre el trabajo desarrollado y el tema trabajado en la catequesis






CONOCERSE Y RECONOCERSE





  1. Te alegra conocerte con otros jóvenes cómo tú? ¿Por qué?
  2. ¿Sabrías decir lo que supone reconocer al otro?
  3. Para poder funcionar en este grupo de confirmación ¿qué tipo de conocimiento mutuo te parece que se requiere?
  4. ¿Puede ser uno sincero sino se da a conocer?
Los demás con los que estamos, nos encontramos y convivimos, son personas que conocemos o desconocemos. Estar junto a los demás sin conocer a los demás es una pequeña tragedia, causa de numerosos malentendidos. El otro es una persona con con rostro propio, cuando yo me encuentro con el otro descubro un sujeto que no soy yo, de esta manera entonces me doy cuenta que no soy yo pero es un tu profundo para conocer, admirar, amar y valorar como parte del mundo y de tu vida.

Este conocimiento profundo del otro es muy dificil y lo es por dos razones fundamentales:

  • Porque yo me siento incapaz de conocerme plenamente en mí mismo.
  • Porque el otro siempre guarda una especie de secreto, un misterio que se me escapa de las manos.
Sin embargo, hay dos formas eminentes de acercarse con más profundidad al conocimiento del otro:

EL AMOR: 
  • E
    l amor permite penetrar en el otro de una forma original, me descubre sentidos ocultos, me lleva a comprender cosas que de lo contrario no comprendería. En el acto de amar a la otra persona penetro en su intimidad, me encuentro en mí mismo descubro el sentido de la vida y del hombre.
La persona en su profundidad más intima de su ser tiene unas características que le fortalecen en su caminar en el mundo.


UNIDAD:


El ser humano es único e irrepetible y se ve enfocado hacia los principios fundamentales del ser: la unidad, la bondad  y la verdad. El hombre es en toda su totalidad una integridad: cuerpo, alma y espíritu.



INTERIORIDAD: 
El hombre es más intimo cuando experimenta un éxodo de sí mismo y desemboca su vida en la plenitud del ser que es entrar en comunión con el otro y totalmente Otro que es Dios.










EXTERIORIDAD: 
El hombre en cuanto ser personal es un ser  corpóreo; su cuerpo es la expresión más óptima para entrar en relación con los demás y la manera más eficaz para expresar lo que siente.




INFINITUD: 

El ser humano es un ser que no tiene techo, es un ser que se trasciende así mismo en la búsqueda infatigable de la verdad que supera sus propios ideales. Cuando el hombre se pierde así mismo pierde a Dios.



PALABRA:
La palabra tiene alcance transformadora y vivificadora puesto que tiene capacidad para construir  y destruir. El filósofo Martín Heidegger dice: "la casa del ser es la palabra", a través de la palabra el hombre sale de sí mismo y se exterioriza en cuanto que tiene un encuentro con el mundo. El verbo de Dios se hizo hombre y puso su  morada entre nosotros (Jn 1,4).


EL RECONOCIMIENTO: 

El reconocimiento me lleva a aceptar a la otra persona como un tú, con sus cualidades y defectos, con su personalidad. El reconocimiento nos hace descubrir que el otro está frente a mí y conmigo, con capacidad de enseñarme  , de ayudarme, de darme lo que él tiene. Reconocer al otro es hacerle libre, aceptándolo como es; es ser justo con él. es escucharle y dejarse enseñar por él.

Esta realidad de acoger al otro como es, me conduce a establecer lazos de amistad para que las relaciones de las personas sean más humanas y fraternas posibles. Para ello se requiere estas actitudes:


  • Considerar al otro como igual
  • Superar todo complejo de superioridad o inferioridad
  • Estar dispuestos a escuchar y acoger a los demás
  • Saber que el otro siempre puede darme algo que yo no tengo
  • Creer que lo mío merece  también la pena para los demás
  • No juzgar por las simples apariencias
  • tener una actitud fraternal y de amor al otro
  • Pensar que lo más importante no es la discusión, sino la comunicación.

La experiencia de la preparación para la confirmación es la  respuesta más óptima que yo como persona le doy a Dios y a mí mismo, en cuanto al vacío existencial en el que vive el hombre de hoy, en donde se ha perdido el sentido de Dios, del mundo, de los otros y de sí mismo. Aceptar esta invitación del Señor para prepararme en la catequesis es aceptar tomar la decisión libre y profunda, que transforme mi vida entera. En este paso tan importante venimos a dar el nombre por alguien no por lago.

Nuestra libertad es más que algo  ya poseído y realizado, una meta a conseguir. Nuestra libertad es una tarea que se puede ir construyendo hasta forjar un cristiano adulto.

Libre haz venido para darle sentido a la vida y encontrar en tu existencia  razones para vivir.

Encontrar el sentido de la vida para mi es:













LOS LLAMÓ PARA QUE ESTUVIERAN CON EL (VOCACIÓN)
Evangelio según San Marcos 3,13-19.

No es raro encontrar sacerdotes que manifiestan sentimientos de satisfacción al ver cómo se va desarrollando su ministerio y por la manera en que la comunidad va respondiendo a sus esfuerzos.

Sin embargo, esos mismos sacerdotes asumen un distinto tono de voz cuando se aborda la cuestión de la oración. Ahora bien, esta especie de desencanto espiritual no siempre es una señal negativa.

En efecto, el Padre Frederick Faber del Oratorio de Londres, en su tratado sobre la vida ascética: "Crecer en santidad", afirma que el constante deseo por una más intensa vida de oración es un síntoma de buena salud espiritual.

Allí donde hay un deseo de mejorar la cantidad y la calidad de tiempo dedicado a comunicarse con nuestro Señor en la oración, hay también una tensión hacia el crecimiento espiritual.

La situación empieza a ser distinta cuando tiramos la toalla y nos convencemos de que somos personas incapaces de una profunda vida de oración.

En este artículo vamos a intentar explorar el papel de la oración en la vocación sacerdotal; en definitiva la oración es intrínseca a la vocación sacerdotal.

A partir de allí vamos a examinar unos cuantos medios prácticos que pueden usarse para mejorar nuestra vida de oración.

Entre los pasajes del Nuevo Testamento sobre la oración, los versículos que encontramos en el Evangelio según san Marcos (3,13-15), son particularmente elocuentes:

"Subió al monte y llamó a los que Él quiso: y vinieron donde Él. Instituyó Doce para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios".

Merece la pena notar que el evangelista quiere dar un tono solemne a la ocasión de la designación de los Doce. Subió al monte: es ésta, simbólicamente, una declaración de experiencia teofánica. Y nombró a los Doce, recordando las doce tribus de Israel. El texto griego emplea "ejpoivhsen", término que indica una constitución.

Inmediatamente después vemos aquello que podría llamarse el "acto constitutivo de la misión de los apóstoles". Entre los puntos mencionados, el primero es estar con Él.

Antes de indicar que los apóstoles debían ir a predicar y darles poder sobre los demonios, el evangelista quiere que sepamos que los doce han sido llamados a estar con Jesús. Son los amigos, los compañeros y los íntimos de Jesús. Durante su vida terrena, nuestro Señor deseó tener a personas que estuvieran cerca de Él. Y a éstos develaría los secretos de su reino y de su corazón. Y mientras que a la muchedumbre habla en parábolas, a éstos les revela los misterios del reino de Dios (cf Lc 8,10).

Todos sabemos que esta predilección no era por méritos de los apóstoles, sino que es algo totalmente gratuito: no me elegisteis vosotros, fui yo quien os elegí y os envié (cf Jn 15,16).

El llamado a la vida apostólica es una invitación libre a una relación más íntima con Jesucristo.

Una relación profunda y llena de amor con Jesucristo forma de por si parte del llamado

El ser compañero y amigo de Jesús destaca más aún cuando miramos la escena dramática en el huerto de los Olivos. Llegada para nuestro Señor la hora de su sufrimiento, fue éste un tiempo de temor y angustia, y sentía en su alma una tristeza mortal (cf Mc 14,33-35).

En aquel momento lo único que Jesús pidió a los apóstoles fue que se quedaran velando y rezando con Él. Antes de ser arrestado por los siervos y la guardia del sumo sacerdote, Pedro, tomando la espada cortó una oreja a Malco, uno de los que venían para llevarse al Maestro. Pero Jesús intervino y curó al herido, no quería violencia. Lo que Jesús necesitaba de Pedro en aquel momento no era su buen uso de la espada, sino su compañía y amistad fieles.

San Juan Crisóstomo explica bien este punto en su Comentario al apéndice del Evangelio de Juan. Tradicionalmente, esta escena de la aparición a orillas del lago de Tiberíades se ha identificado con el primado de Pedro.

Y así Crisóstomo observa justamente que, antes de encomendar el cuidado pastoral de su grey a Pedro, nuestro Señor insiste en un único punto: "¿Me amas? ¿Me amas más que éstos?" De alguna manera, parece que la relación personal del Apóstol con Jesucristo es una clave y un factor determinante.

Todas estas reflexiones se encaminan hacia un único punto: una relación profunda y llena de amor con Jesucristo forma de por sí parte del llamado. Y esto no es exactamente lo mismo que asignar un valor pastoral o meramente utilitario a nuestra relación con Cristo.

Existe el riesgo de considerar el tiempo dedicado a crecer en el amor a través de la oración y de la reflexión como un medio para ser eficientes predicadores y pastores. En realidad, hay mucho más que esto en la oración y contemplación; es en sí un cumplimiento del llamado a estar con Cristo.

No es solamente la meta del llamado, pero tampoco es un simple instrumento de eficiencia pastoral.

Una vez que aceptamos que el estar con Jesús y el vivir en su compañía de una manera directa constituyen una parte intrínseca del llamado a ser un apóstol, debemos examinar nuestra escala de valores para ver cuánto tiempo e interés dedicamos para que este aspecto de nuestro llamado se convierta en una realidad.

¿Se ha convertido en una parte intrínseca de nuestras vidas? ¿Podemos describirnos a nosotros mismos como personas que viven en una relación personal continua de amor, de amistad con Cristo? ¿Estamos con Él? Podemos estar seguros de que Él está siempre con nosotros.

Por: P. Caesar Atuire | Fuente: Catholic.net




MENSAJES




Más Dios muestra su Amor para con nosotros en que siendo aun pecadores , Cristo murió por Nosotros









¿Quién nos separará de amor de Cristo...?... 

...Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo provenir (futuro) ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del Amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. 

Romanos 8: 35-39 en la Biblia



Donde hay fe hay amor, donde hay amor hay paz, donde hay paz esta Dios y donde está Dios no falta nada

DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Los siete dones del Espíritu Santo pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

Don de sabiduría

 
Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas, en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones. 
Don de inteligencia Nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe. Don de consejo Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás. Don de fortaleza Nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontramos en nuestro caminar hacia Dios. 

Don de ciencia 


Nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la medida en que nos lleve a Él. 

Don de piedad 


Nos mueve a tratar a Dios con la confianza con la que un hijo trata a su Padre. 

Don de temor de Dios

 
Nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir.
VIDEO DE LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO