CATEQUESIS PARA ADULTOS


CATEQUESIS PARA ADULTOS



Temas a trabajar


Unidad Uno:  La Creación 






 1.1 : Dios Crea la vida por amor

La naturaleza, especialmente los seres vivos reflejan la bondad y el amor de Dios.

Toda vida es hermosa y proviene de Dios, pero la vida humana es valiosísima a los ojos de Dios.

Por eso la vida de mis semejantes debe ser respetada desde el instante de la concepción en el vientre de la madre.

La vida de los niños es como una jornada recién iniciada. La noche ha pasado, se hace de día.

Los bosques y los campos se despiertan. Se encienden las luces de las casas: comienza un  nuevo día.

Campesinos, obreros, empleados, técnicos, todos van llegando a sus puestos de trabajo.

Para ti, tu puesto es el colegio ¿Qué nos traerá el nuevo día? Por la mañana los cristianos se hacen el signo de la cruz y se preparan para cumplir sus tareas; el signo de la cruz les recuerda que deben vivir su jornada en compañía del Señor.




El nombre del Padre (+)
Y del Hijo (+)
Y del Espíritu Santo
 (+)

amen

Cita Bíblica: Aquí estoy Señor: ¿Qué quieres que haga?

·        Génesis 1, 1-24; 2, 4-8
·        Salmo 8

·        Mc 1, 16-20

Actividad

1. Leer la citas bíblicas nombradas anteriormente y sacar un breve resumen.

1.2: Ha imagen y semejanza de Dios





Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, por amor y nos concibe como hijos suyos.

Somos semejantes en su bondad, en la capacidad para amar, etc… ya que el hombre no solo está compuesto por lo físico sino que también lo compone la parte espiritual que es la que nos hace semejantes a Él.

Cuando una madre espera un  niño, parece un milagro que en el vientre de la madre este creciendo un niño.

Todo ser humano, recibe de Dios un alma inmortal que lo hace a imagen y semejanza del creador. El día en una madre concibe, ese mismo día Dios infunde un alma inmortal en esa criatura. Por eso la vida de este otro ser humano debe ser respetada desde el instante mismo de la concepción.

Respetar la vida es amar a los otros como los ama Dios.

Cita Bíblica:

·        Génesis  1, 1-24. 26-31

Actividad

1.     Colócate frente al espejo  y recorre tu cuerpo dándole gracias a Dios por cada uno  de tus miembros ; desde la cabeza hasta los pies , además piensa en las personas que carecen de ellos y también pide a Dios por ellos.

 1.3: Pecado Original





Todos experimentamos una dolorosa enfermedad que nos hace tristes he infelices: el pecado.

Todos somos pecadores desde pequeñitos, el pecado nos separa de Dios, de los demás y de la creación.

La causa del mal en el mundo es el pecado. El Diablo y los demonios fueron creados por Dios, pero ellos mismos se hicieron malos porque cometieron el gran pecado de rechazar a Dios. Inmediatamente fueron lanzados al infierno, condenados para siempre.

Por su pecado tienen odio a Dios y envidia a los hombres. Por eso tentaron a Adán y Eva, nuestros primeros padres, diciéndoles que si desobedecían a Dios, serían como dioses y conocerían el bien y el mal.


Adán y Eva se dejaron engañar por el demonio y desobedecieron a Dios. Este fue el primer pecado en la tierra: el pecado original, y por esto todos los descendientes de Adán y Eva, excepto la Santísima Virgen María, venimos al mundo con el pecado original en el alma, y con las consecuencias de aquel primer pecado, que se nos transmite por generación.

Cita Bíblica:

·        Génesis  3
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Actividad

1.   Investiga sobre la vida y sobre el aborto.
2.  Desarrollar



 1.4: Hombre y Mujer



Dios creo hombre y mujer, Dios los bendijo y le dijo que poblaran la tierra, primera familia constituida por Dios.
Cuando la familia mantiene a Dios como centro encuentra la verdadera felicidad y las fuerzas necesarias para superar las dificultades y necesidades.

No solo se constituyó de dos personas si no que les encomendó la gran misión de instruir a sus hijos hacia el amor de Dios.

Escribir frente a cada foto los roles que hace cada cual.



Cita Bíblica:

·        Génesis  1,26-31 ; 2, 1-25; 4, 1-15

Actividad


1. Has una lista  sobre todo los que tus padres te han dado; luego haz una oración al señor de acción de gracias  por todo aquello que haz recibido. 


2.  PLAN DE SALVACIÓN


2.1 Preparación y realización del Plan



Dios responde al pecado del hombre, no a la manera en que responderíamos nosotros, eliminando al malo, ajusticiándolo, sino con un plan de salvación. Dios comprende que Dios es el engañado y ha contraído una enfermedad muy grave, la más grave de todo el pecado. Cuando nosotros contraemos una gripa o tenemos un dolor de cabeza, basta con tomarse unas pastillas y cuidarse un poco y nos curamos, pero la enfermedad es grave, como un sarampión o una varicela o una hepatitis, el tratamiento es más largo y delicado. El plan de la salvación que Dios a diseñado demoro muchos años y siglos por que la enfermedad del pecado es muy grave.  Ese plan de salvación está escrito en la biblia.

La biblia nos cuenta la historia de un pueblo que Dios escogió para preparar y llevar acabo esa salvación destinada a toda la humanidad y a toda la creación.

Cita Bíblica:
·         Génesis 3, 13-15
·         Ezequiel 33, 11-19
·         Hebreos 4, 12-13
·         Juan 1, 1-14; 13, 31-35

Actividad

1. Lee las citas bíblicas y brinda una descripción de lo que pasa en cada una de estas.


Génesis 3, 13-15





Ezequiel 33, 11-19





Hebreos 4, 12-13





Juan 1, 1-14; 13, 31-35






2.2 DIOS LIBERA A SU PUEBLO DE LA ESCLAVITUD   (ÉXODO)

Imagen relacionada

En el libro del  éxodo, el pueblo de Israel  es esclavo de Egipto; pero Dios con su inmenso amor, por medio de Moisés lo saca de  esa esclavitud  la cual simboliza el pecado. De igual manera el pueblo atraviesa el desierto y pasa por tentaciones para llegar a la tierra  prometida a Abraham.


En esta nueva realidad, Dios nos envía a su hijo Jesús, quien es el nuevo y definitivo Moisés, para liberarnos de la esclavitud del pecado y conducirnos a la santidad. Y por el mismo todos estamos llamados  a la conversión de nuestros pecados y poder así  llegar a  la  santidad; pero recorriendo nuestro propio camino desde el bautismo hasta la eucaristía y por ende entregarnos las virtudes que necesitamos.

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SÍMBOLOS QUE ENCONTRAMOS EN EL ÉXODO (SIGNIFICADO)

Pueblo de Israel
Familia, comunidad cristiana…
Egipto
Esclavitud del pecado
Moisés
Liberador, Jesucristo
La Salida
Nuestra vida cristiana
Mar Rojo y Desierto
Obstáculos que demos superar
Tentaciones
Falta de fe en Jesús salvador
Esclavitud
Pecado
Faraón
Diablo, cosas malas
Tierra prometida
Cielo y santidad
La Ley
Mandamientos
Vida
Camino

Citas Bíblicas:

Hebreos 11,1-3
Heb 11,11-12

Heb 11,27-28
Heb 4,12-13


 ACTIVIDAD:

Toma cada una de las citas anteriores y escribe que quiere decir cada una de ellas


Hebreos 11,1-3




Heb 11,27-28



  
Heb 11,11-12




Heb 4,12-13




DIOS TRAZA UN PLAN DE SALVACIÓN


Dios responde con un inmenso amor ante el pecado; tanto que ha trazado un plan para salvar al hombre. Este plan demoro muchos años y siglos, porque la enfermedad del pecado es muy grave; y por esa necesidad, surge así la historia de la salvación, la cual esta escrita en un bellísimo libro llamado LA BIBLIA, el cual esta inspirado por el mismo Dios(es palabra de  Dios).                                                                            
Este plan se divide en dos grandes partes:

1.       LA PREPARACIÓN O ANTIGUO TESTAMENTO: el cual narra la historia de personajes que desde Adán hasta Juan bautista preparan la llegada de Cristo el salvador.

2.       LA REALIZACIÓN O NUEVO TESTAMENTO: nos cuenta sobre la vida de Jesús, sus milagros, enseñanzas, su pasión muerte y resurrección; además encontramos la evangelización de los apóstoles quienes nos preparan para vivir la historia hasta el final.

LECTURAS BÍBLICAS: GEN 12, 1-10                   JUAN 13, 31-55

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ACTIVIDAD 

1.       Copiar la oración al espíritu santo.
2.       Leer y sacar un breve resumen de Génesis 12,1-10.
3.       Estudiar la siguiente ficha y aplicar color

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 2.3: Alianza

DIOS DA A SU PUEBLO PAN DEL CIELO


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Recordemos que Dios por medio de Moisés en el monte Sinaí hizo una alianza con el pueblo de Israel; allí él mismo entregó a Moisés las tablas de la ley, donde están las cláusulas de la alianza entre Dios y su pueblo.

Pero como el pueblo de Israel no llego a cumplir sus mandatos, y engañándose, pretendió engañar  a Dios.


Sin embargo Dios envía a su hijo Jesucristo, el único que ha cumplido a cabalidad estos mandamientos y ha hecho la voluntad de su padre.

Es por eso que Jesús es nuestro mejor puente para poder cumplir con la alianza; y por medio de los sacramentos; el bautismo  y la eucaristía nos unimos a Jesús siendo miembros del nuevo pueblo de Dios que es la iglesia.

Con Jesús llega un nuevo mandamiento y tal vez el más importante. “ámense los unos a los otros, como yo los he amado.

ACTIVIDAD:

1.      DIBUJA LAS TABLAS DE LA LEY DE DIOS.
2. HAZ UNA REFLEXIÓN SOBRE EL NUEVO MANDAMIENTO
3. Organiza las siguientes oraciones
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2.4 PADRE NUESTRO


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Explicación del Padre Nuestro

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO. Con esta pequeña frase nos ponemos en presencia de Dios para adorarle, amarle y bendecirle.

¡PADRE! : Al decirle Padre, nosotros nos reconocemos como hijos suyos y tenemos el deseo y el compromiso de portarnos como hijos de Dios, tratar de parecernos a Él. Confiamos en Dios porque es nuestro Padre.

PADRE “NUESTRO”: Al decir Padre Nuestro reconocemos todas las promesas de amor de Dios hacia nosotros. Dios ha querido ser nuestro Padre y Él es un Padre bueno, fiel y que nos ama muchísimo. “Padre Nuestro” porque es mío, de Jesús y de todos los cristianos.

“QUE ESTÁS EN EL CIELO”: El cielo no es un lugar sino una manera de estar. Dios está en los corazones que confían y creen en Él. Dios puede habitar en nosotros si se lo permitimos. Dios no está fuera del mundo, sino que su presencia abarca más allá de todo lo que podemos ver y tocar.

Las siete peticiones

Después de ponernos en presencia de Dios, desde nuestro corazón diremos siete peticiones, siete bendiciones. Las tres primeras son para dar gloria al Padre, son los deseos de un hijo que ama a su Padre sobre todas las cosas. Las cuatro últimas le pedimos su ayuda, su gracia.

1.SANTIFICADO SEA TU NOMBRE: Con esto decimos que Dios sea alabado, santificado en cada nación, en cada hombre. Depende de nuestra vida y de nuestra oración que su nombre sea santificado o no. Pedimos que sea santificado por nosotros que estamos en Él, pero también por los otros a los que todavía no les llega la gracia de Dios. Expresamos a Dios nuestro deseo de que todos los hombres lo conozcan y le estén agradecidos por su amor.
Expresamos nuestro deseo de que el nombre de Dios sea pronunicado por todos los hombres de una manera santa, para bendecirlo y no para blasfemar contra él. Nos comprometemos a bendecir el nombre de Dios con nuestra propia vida.

2.VENGA A NOSOTROS TU REINO: Al hablar del Reino de Dios, nos referimos a hacerlo presente en nuestra vida de todos los días, a tener a Cristo en nosotros para darlo a los demás y así hacer crecer su Reino; y también nos referimos a que esperamos a que Cristo regrese y sea la venida final del Reino de Dios.
Cristo vino a la Tierra por primera vez como hombre y nació humildemente en un establo. En el fin del mundo, cuando llegue la Resurrección de los muertos y el juicio final, Cristo volverá a venir a la Tierra, pero esta vez como Rey y desde ese momento reinará para siempre sobre todos los hombres. Se trata de ayudar en la Evangelización y conversión de todos los hombres. Hacer apostolado para que todos los hombres lo conozcan, lo amen.
Pedimos el crecimiento del Reino de Dios en nuestras vidas, el retorno de Cristo y la venida final su Reino.

3.HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO: La voluntad de Dios, lo que quiere Dios para nosotros es nuestra salvación, es que lleguemos a estar con Él.
Le pedimos que nuestra voluntad se una a la suya para que en nuestra vida tratemos de salvar a los hombres. Que en la tierra el error sea desterrado, que reine la verdad, que el vicio sea destruido y que florezcan las virtudes.

4.DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA: Al decir “danos” nos estamos dirigiendo a nuestro Padre con toda la confianza con la que se dirige un hijo a un padre.
Al decir “nuestro pan” nos referimos tanto al pan de comida para satisfacer nuestras ncesidades materiales como al pan del alma para satisfacer nuestras necesidades espirituales. En el mundo hay hambre de estos dos tipos, por lo que nosotros podemos ayudar a nuestros hermanos necesitados.

5. PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN.
PERDONA NUESTRAS OFENSAS: Los hombres pecamos y nos alejamos de Dios, por eso necesitamos pedirle perdón cuando lo ofendemos. Para poder recibir el amor de Dios necesitamos un corazón limpio y puro, no un corazón duro que no perdone los demás.
COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN: Este perdón debe nacer del fondo del corazón. Para esto necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo y recordar que el amor es más fuerte que el pecado.

6. NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN
El pecado es el fruto de consentir la tentación, de decir sí a las invitaciones que nos hace el demonio para obrar mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce hacia el pecado, hacia el mal. El Espíritu Santo nos ayuda a decir no a la tentación. Hay que orar mucho para no caer en tentación.

7. Y LÍBRANOS DEL MAL
El mal es Satanás, el ángel rebelde. La pedimos a Dios que nos guarde de las astucias del demonio. Pedimos por los males presentes, pasados y futuros. Pedimos estar en paz y en gracia para la venida de Cristo.

AMÉN: Así sea.

Como te das cuenta, al rezar el Padrenuestro, le pides mucha ayuda a Dios que seguramente Él te va a dar y al mismo tiempo te comprometes a vivir como hijo de Dios.

¿Qué es el evangelio?

El término evangelio proviene de un vocablo griego que significa “buena nueva” y hace referencia al relato de la existencia, los milagros y los postulados de Cristo. Dicha historia se encuentra narrada en cuatro libros conocidos por el nombre de quienes los narraron (los evangelistas) y que forman el denominado Nuevo Testamento.

En los Evangelios se narra la vida de Jesús y aquellas enseñanzas que dejó a sus discípulos y en las cuales se basan la mayoría de las creencias de la fe católica.


En dichas creencias se asume que estos cuatro libros fueron escritos por los evangelistas Mateo, Juan, Lucas y Marcos y se conocen como los evangelios canónicos.

Actividad

1. Escribe en cada cuadro el significado de cada frase y aplica color a cada imagen.


 2.5 LA BIBLIA

2.5,1 Lectio Divina



Es un método en el cual leemos la palabra de Dios, el cual nos lleva a la oración, meditación, contemplación y establece una relación personal con Dios.

Pasos:
  •  Oración: se pide al Espíritu Santo para que nos ilumine.
  • Lectura de la palabra de Dios (varias veces): recuerdo textualmente lo que me dice el texto leído.
  • Medito: es prepara el terreno para que la palabra caiga en mí y empiece a germinar. ¿Qué me dice?
  • Contemplo: es percibir la presencia infinita de Dios, Jesús yace en cada instante de nuestra vida y en la historia.
  • Actuó: ¿Qué voy a cambiar en mi vida?

Actitudes:

  • Disponer el corazón: aprender amar a Dios y al prójimo.
  • Renovar los ojos: Ver con “ojos nuevos” lo que Dios quiere revelarnos.
  • Agudizar los oídos: escuchar la invitación que Dios nos hace a través del texto, para que seamos sensibles al clamor del pueblo que guía por nuestra presencia solidaria.
  • Instruir la cabeza: pensar con profundidad para llegar a aprender los hechos de la historia y poder iluminarlos con los textos de la biblia.
  • Afianzar los pies en la tierra: seguir las huellas del caminar del pueblo de Dios, para no andar por las nubes o haciendo reflexiones que no se conjugan con la realidad de nuestras comunidades.
  • Ejercitar la lengua: hablar con Dios sobre lo que pasó con nuestro pueblo y, al mismo tiempo, hablarle al pueblo de aquello que Dios quiere para nosotros.
  • Hacer oración: pedirle al Espíritu Santo que nos dé luz y fuerza para compartir con el pueblo la fe, la esperanza y el amor.
Actividad

Desarrollar la siguiente actividad


2.5,2 DIVISIÓN BÍBLICA


Libros del  Antiguo Testamento



Libros del Nuevo Testamento


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Actividad 
1. Buscar en la sopa de letras las siguientes palabras:

APOCALIPSIS, DANIEL, EXODO, HABACUC, HEBREOS,  ISAIAS, JEREMIAS, JUAN, JUDAS, NEHEMIAS, NUMEROS,   REYES, ROMANOS, TITO, RUTH.


2. completar los cuadros que están vacíos ubicando las letras correspondientes


3. EL PECADO DEL HOMBRE

 3.1  Clases de pecado


        
Pecado Original: aquella cuya causa y fuente es la voluntad de Adán y de Eva, pues al ser ellos la cabeza de la raza humana, transmiten la conservación o pérdida de la justicia original en la que fueron creados. El pecado original, por tanto, lo tiene como propio todo ser humano ya que lo hereda de Adán y Eva conjuntamente con la naturaleza humana. Es un estado que implica carencia de la gracia de Dios, y causa desorden en nuestras vidas inclinándonos a otros pecados.


Pecado Grave o Mortal: es aquel que separa a la persona de la amistad con Dios o intensifica el alejamiento que la persona ya tiene respecto a Dios. Implica un pecado que se hace con suficiente conocimiento y libertad; la consecuencia es la pérdida de la gracia santificante y la participación de la vida Divina que Cristo nos mereció; por eso es llamado mortal, porque produce la muerte de la propia alma a la gracia y la vida Divina. Además pierde todos los méritos adquiridos por los actos buenos realizados anteriormente y deja de ser heredero del Reino. Morir así es enfrentarse con el juicio de Dios y con la separación eterna respecto de Dios, es decir el infierno.


Pecado Venial: es una ofensa que no rompe la relación con Dios (no produce la muerte de la propia alma) pero sí la debilita. Quien no lucha contra estos pecados se hace más vulnerable al pecado mortal. Se trata de una negligencia o vacilación o tropiezo en el seguimiento de Cristo.


Pecado de Omisión: "el bien que podemos hacer y no hacemos".



Pecado Social:  es social todo pecado cometido contra los derechos de la persona humana, comenzando por el derecho a la vida, o contra la integridad física de alguno (…) La Iglesia… sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales.



Citas Bíblicas:

·         Gálatas 15, 19-21

·         Efesios 5, 3-6

·         1 Corintios 6 , 9-10

·         Mt 25, 41-46

·         Apocalipsis 22, 12-17

Actividad


3.2  Mandamientos



Los Diez Mandamientos de la Ley de Dios son:

  1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.
  2. No tomarás el Nombre de Dios en vano.
  3. Santificarás las fiestas.
  4. Honrarás a tu padre y a tu madre.
  5. No matarás.
  6. No cometerás actos impuros.
  7. No robarás.
  8. No dirás falso testimonio ni mentirás.
  9. No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
  10. No codiciarás los bienes ajenos.
En el Antiguo Testamento Dios entregó los Diez Mandamientos a Moisés en el Sinaí para ayudar a su pueblo escogidos a cumplir la ley divina.

Jesucristo, en la ley evangélica, confirmó los Diez Mandamientos y los perfeccionó con su palabra y con su ejemplo.

Nuestro amor a Dios se manifiesta en el cumplimiento de los Diez Mandamientos y de los preceptos de la Iglesia.

En definitiva, todos los Mandamientos se resumen en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo, y más aún, como Cristo nos amó.

¿Basta creer para salvarse?

No basta creer para salvarse, pues dice Jesucristo: Si quieres salvarte, cumple los mandamientos.

¿Quién dio los Diez Mandamientos?

Dios mismo dio los Diez Mandamientos a Moisés, y Jesucristo los confirmó y perfeccionó con su palabra y con su ejemplo.

Actividad:


1. Representa cada mandamiento con un dibujo y una palabra


4. LA FE
4.1 MODELOS DE FE:

ABRAHAM Y MARÍA, MODELOS DE FE AUTENTICA

(Estampilla de la VIRGEN MARÍA)



Abraham, «padre de todos los creyentes»

145 La carta a los Hebreos, en el gran elogio de la fe de los antepasados, insiste particularmente en la fe de Abraham: «Por la fe, Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba» (Hb 11,8; cf. Gn 12,1-4). Por la fe, vivió como extranjero y peregrino en la Tierra prometida (cf. Gn 23,4). Por la fe, a Sara se le otorgó el concebir al hijo de la promesa. Por la fe, finalmente, Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio (cf. Hb 11,17).

146 Abraham realiza así la definición de la fe dada por la carta a los Hebreos: «La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven» (Hb 11,1). «Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia» (Rm 4,3; cf. Gn 15,6). Y por eso, fortalecido por su fe , Abraham fue hecho «padre de todos los creyentes» (Rm 4,11.18; cf. Gn 15, 5).

147 El Antiguo Testamento es rico en testimonios acerca de esta fe. La carta a los Hebreos proclama el elogio de la fe ejemplar por la que los antiguos «fueron alabados» (Hb 11, 2.39). Sin embargo, «Dios tenía ya dispuesto algo mejor»: la gracia de creer en su Hijo Jesús, «el que inicia y consuma la fe» (Hb 11,40; 12,2).

María : «Dichosa la que ha creído»

148 La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que «nada es imposible para Dios» (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Isabel la saludó: «¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada (cf. Lc 1,48).

149 Durante toda su vida, y hasta su última prueba (cf. Lc 2,35), cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el «cumplimiento» de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe.


Imitar a María, dejar que nos lleve de la mano, contemplar su vida nos conduce también a suscitar en quienes tenemos alrededor —familiares y amigos— esa mayor apertura a la luz de la fe: con el ejemplo de una vida coherente, con conversaciones personales, de amistad y confidencia, con la necesaria doctrina, para facilitarles el encuentro personal con Cristo a través de los sacramentos y las prácticas de piedad, en el trabajo y en el descanso. Si nos identificamos con María, si imitamos sus virtudes, podremos lograr que Cristo nazca, por la gracia, en el alma de muchos que se identificarán con El por la acción del Espíritu Santo. Si imitamos a María, de alguna manera participaremos en su maternidad espiritual. En silencio, como Nuestra Señora; sin que se note, casi sin palabras, con el testimonio íntegro y coherente de una conducta cristiana, con la generosidad de repetir sin cesar un fiat que se renueva como algo íntimo entre nosotros y Dios[22].

Por: F. Suárez – J. Yániz | Fuente: Opusdei.es 



5. El amor más grande


Actividad (Video Pasión)

https://www.youtube.com/watch?v=XgS6pfvqm_8



No hay un amor más grande que de aquel que da la vida por las personas que ama. En la parábola el buen pastor Jesús se nos presenta como el pastor que da su vida por las ovejas, que las conoce, las ama y ellas escuchan su voz. Esa parábola tiene su interpretación: Jesús ha dado su vida por mí y por toda la humanidad por que nos ama y nos da testimonio del amor que Dios nos tiene.

Jesús el buen pastor, carga sobre sus hombros la oveja herida por el pecado, porque el ama al pecador y quiere salvarlo.
El misterio de Jesús que da la vida por nosotros lo celebramos durante la semana santa.

Citas Bíblicas:
·         Jn 10, 11-18

Actividad

Con respecto al video observado:
·         ¿Qué te lleva a reflexionar?
·         ¿Crees que fue el acto más grande de amor?
·         ¿Cuál crees que es el verdadero amor?

6. PROFESIÓN DE FE


6.1 EXPLICACIÓN DEL CREDO

Explicación del Credo de los Apóstoles y El Credo de Nicea-Constantinopla.

Las verdades de nuestra religión, de nuestra fe católica se encuentran en la oración del Credo. El Credo es lo que creemos los católicos. Si alguien de otra religión nos pregunta ¿qué es lo que creen ustedes los católicos? podemos contestarle con todo lo que rezamos en el Credo. Podemos decir que es como un resumen de nuestra religión.

El Credo está dividido en tres partes:

La primera parte habla de Dios Padre y de la obra de la Creación.

La segunda parte habla de Dios Hijo y de la Redención de los hombres.

La tercera parte habla de Dios Espíritu Santo y de nuestra santificación.

Estas tres partes contienen doce artículos que abarcan las principales verdades en las que creemos los católicos. Estos doce artículos son:

  1. Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la Tierra.
  2. Jesucristo, Hijo único de Dios.
  3. Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen.
  4. Jesús fue crucificado, muerto y sepultado.
  5. Jesús descendió a los infiernos y al tercer día resucitó.
  6. Jesús subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre.
  7. Jesús vendrá a juzgar a vivos muertos.
  8. El Espíritu Santo.
  9. La Iglesia una, santa, católica y apostólica y la comunión de los santos.
  10. El perdón de los pecados.
  11. La resurreción de los muertos.
  12. La vida eterna.

Si nos fijamos bien en todo lo que creemos nos vamos a dar cuenta de lo importante que es Dios y de como nos amó tanto que nos entregó a su Hijo Jesús para salvarnos. Se quedó con nosotros en la Iglesia, nos perdona y nos promete volver a venir.

Todo lo que creemos lo debemos de vivir. Debemos demostrar con nuestras obras que creemos en Dios. Se debe notar la diferencia entre un niño que no tiene fe y un niño que sí tiene fe. La vida se vive diferente. Por ejemplo, si yo creo que tengo un Padre Todopoderoso que vela por mí, mis acciones deberán demostrar esa seguridad y confianza. Si yo creo en la Iglesia, la voy a ayudar.

El Credo es una forma de profesar nuestra fe. Otra forma de profesar nuestra fe es haciendo la señal de la cruz, que es la señal del cristiano. ¿Qué expresamos cuando nos persignamos? Decimos que creemos en Dios que es uno en tres personas distintas. Esto lo hacemos al decir “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Al trazar la señal de la cruz en nuestro cuerpo, expresamos que creemos en la Encarnación, Pasión y Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Al rezar el Credo entramos en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y con toda la Iglesia.

Credo de los Apóstoles y Credo Nicea-Constantinopla

El Catecismo de la Iglesia nos explica por qué tenemos un Credo (Rf. 185-197). Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó su fe en formulas breves y normativas para todos, quiso recoger lo esencial de su fe en resúmenes orgánicos y articulados, destinados sobre todo a los candidatos al bautismo. Esta síntesis de fe no ha sido hecha según opiniones humanas, sino que se ha tomado de toda la Escritura lo más importante, para dar en su integridad la única enseñanza de la fe. A esta se le llama "profesión de fe", y también se le llama Credo, ya que la primera palabra en ella es "Creo". Se les denomina igualmente "símbolos de la fe".

A lo largo de los siglos, en respuesta a las necesidades de diferentes épocas, se han elaborado numerosos símbolos de nuestra fe, por ejemplo:

Los símbolos de las diferentes Iglesias apostólicas y antiguas.
El llamado símbolo de San Atanasio
La profesión de fe de ciertos Concilios como los de Toledo, Letrán, Lyón, Trento, o de ciertos Papas como la "Fides Damasi" o "El credo del pueblo de Dios, del Papa Pablo VI"

Ninguno de estos símbolos compuestos en diferentes etapas de la vida de la Iglesia puede ser considerado como superado o inútil. Nos ayudan a captar nuestra fe a través de los diversos resúmenes que se han hecho.

Por qué los dos y su diferencia

Entre los símbolos de la fe dos ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia, estos son: El símbolo de los Apóstoles y El Símbolo de Nicea-Constantinopla.

El Credo de los Apóstoles o Símbolo de los Apóstoles, es el corto, es llamado de los apóstoles por que es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia Romana. Su gran autoridad proviene del hecho de que es el símbolo que guarda la Iglesia Romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó a la doctrina común.

El Credo de Nicea-Constantinopla, es más largo por ser mas explícito y lo rezamos todos los domingos en la Misa. Debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios ecuménicos, como su nombre lo indica respectivamente Concilio de Nicea año 325 y el Concilio de Constantinopla año 381. Sigue siendo hoy el símbolo común de todas las Iglesias de Oriente y Occidente.

Recitar con fe el Credo es recordar nuestro Bautismo y entrar en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es también entrar en comunión con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos.

ACTIVIDAD



7. EL ESPÍRITU SANTO

7.1 EL ESPÍRITU SANTO ILUMINA A LOS LIDERES RELIGIOSOS DEL PUEBLO ELEGIDO



Grandes lideres como Moisés, Sansón y David; hicieron cosas extraordinarias por que estaban llenos de Espíritu Santo y se dejaron guiar por el.

También yo puedo hacer cosas extraordinarias, si me dejo guiar por el Espíritu Santo de Dios, o al menos no cosas tan extraordinarias, sino poder llevar una vida mas agradable al señor.

CITAS BÍBLICAS: ÉXODO 3,1-15    1 DE SAMUEL 16,1-3   JUECES 16,15-31

ACTIVIDAD:

Realizar la actividad y escribir debajo en que momentos siento que el Espíritu Santo me ilumina 



7.2 EL ESPÍRITU SANTO HABLO POR LOS PROFETAS


Ya en la antigua alianza Dios colmó a hombres y mujeres con el Espíritu Santo, de modo que alzaran su voz en favor de Dios, hablaran en su nombre y prepararan al pueblo para la llegada del Mesías.

En la antigua alianza Dios escogió hombres y mujeres que estuvieran dispuestos a dejarse convertir por él en consoladores, guias y amonestadores de su pueblo. Fue el Espíritu de Dios el que habló por boca de Isaías, Jeremías, Ezequiel y los demás profetas. Juan el Bautista, el último de estos profetas, no sólo predijo la llegada del Mesías. Se encontró con él y lo proclamó como el liberador del poder del pecado.
Muchas veces pensamos que Dios, antes de que viniera Jesús, no era sino rigor, amenazas, castigos... Los rayos y truenos del Sinaí nos han impresionado siempre. Pero Dios se mostraba también muy bueno y misericordioso. Así nos lo dice la historia de Jonás, que no es más que una parábola preciosa, con la cual la Biblia nos transmite dos mensajes importantes y bellos.

El primero, y ante todo, que Dios es muy bueno con todos, a pesar de lo mal que a veces nos portamos con Él...
Y el segundo, siguiendo la interpretación que le dio Jesús es que un día, aunque hayamos muerto, la tierra nos devolverá a la vida, igual que el pez devolvió a Jesús el resucitado.

Era Nínive una ciudad enorme, capital de los asirios. Y se portaba mal, mal... Pero Dios, en vez del castigo, prefiere salvarla, y le encarga a Jonás:
- Vete a Nínive, y predícales la conversión. Como sigan pecando, la destruyo sin más.
Jonás tuvo miedo de ir, y se quiso esconder de Dios. ¡Como si fuera fácil engañar a Dios, de modo que Él no sepa dónde estamos cada uno!... Y se mete en una embarcación que se iba entonces hacia el extremo de la Tierra conocido. De repente, surge una tempestad furiosa, que destroza y hunde la nave. Tripulación y pasajeros buscan al responsable que así enojaba a Dios, y Jonás confiesa su culpa:
- Soy hebreo, y adoro al Dios que hizo el cielo y la tierra. Me he escapado de Dios, y por esto viene ahora esta desgracia sobre todos.
Temblando aquellos hombres, al oír eso del “Dios de cielo y tierra”, le intiman:
- Entonces, ¿qué tenemos que hacer contigo?
- Arrojadme al mar, y se calmará del todo.
Así lo hacen. Pero, asoma un pez enorme, que abre su boca y se traga a Jonás. Llega la calma más completa, y el profeta, metido en el vientre del cetáceo, exclama a Dios:
- Desde el profundo del abismo te invoco, rodeado como estoy de angustia. ¡Sálvame!
Al día tercero, el pez arrojaba vivo a Jonás en la playa. Ahora, escarmentado el profeta, sí que va a obedecer a Dios, el cual le dice:
- Vete a Nínive, como te lo mandé, y anúnciales: ¡Dentro de cuarenta días será arrasada la ciudad!
Los ninivitas, comenzando por el rey, creen al enviado de Dios y hacen dura penitencia. Dios, al ver aquella conversión, se compadece y le ahorra a Nínive la catástrofe anunciada.

Pero viene ahora la actitud desconcertante de Jonás, que se le queja a Dios porque no ha castigado a la ciudad pecadora:
- ¡Ya lo decía yo! Tú eres un Dios misericordioso y clemente, magnánimo, de gran corazón, y siempre te arrepientes y te retractas de las amenazas que haces. ¿Por qué no les has castigado?...
Y Dios, con calma:
- Pero, Jonás, ¿crees tú que puedo castigar a una ciudad como Nínive, si sus habitantes no saben distinguir la mano derecha de la izquierda, de ignorantes que son?...
¿Dónde está la fuerza de este hecho? Jesús reclamará en el Evangelio a las ciudades del lago:
- Los de Nínive se alzarán contra vosotras en el Juicio, porque sus habitantes se convirtieron a la voz de Jonás, y aquí está uno mayor que Jonás.
Y Jesús invocará la figura de Jonás dentro del pez como signo de su resurrección:
- Así como estuvo Jonás tres días y tres noches en el seno del cetáceo, así estaré yo tres días en el seno de la tierra.
Este es el significado de Jonás en la mente de Jesús.

Pero, aparte de eso, la predicación de Jonás en Nínive, su conversión y su perdón, resultan conmovedores por la imagen de Dios que hacen resaltar:
- ¿Por qué perdona los pecados?
Jonás se le queja a Dios, y Dios tiene que defenderse del profeta, que se lo echa en cara:
- ¡Tú, siempre bueno! ¡Tú, siempre misericordioso! ¡Tú, siempre compasivo! ¡Tú, siempre con tu amor! ¡Tú, a no cumplir con tus amenazas, porque te arrepientes pronto de ellas!... Entonces, ¿para que he predicado yo?...

El Dios nuestro, el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, es un Dios amor, y porque ama, es comprensivo y misericordioso. Y porque es misericordioso, salva. Lo único que Dios no puede pasar es el orgullo de la criatura. Quien se rinde ante Dios, ése no se pierde nunca.
Por eso nuestra confianza en Dios es firme. No nos apoyamos en nosotros mismos, que tenemos muy poca cosa que lucir ante Dios. Nos apoyamos en su bondad inmensa.

Como Jonás seguía refunfuñando, Dios le saca a relucir otra razón convincente:
- ¿Cómo voy a castigar a esos pobres pecadores, ignorantes como ellos solos, que no saben nada?... Esto, nos recuerda la petición de Jesús desde la Cruz:
- ¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!...
¡Este es nuestro Dios! Todo bondad. Eso que enojaba a Jonás, es precisamente nuestra esperanza mayor. Somos malos, ¡pero qué suerte la nuestra, porque tenemos un Dios bueno de verdad!... .

Jonás, todo. Mat. 12, 39-41.



ACTIVIDAD

1. Averiguar el nombre de 5 profetas y escribir de él los aspectos más relevantes




7.3 NUESTRO SEÑOR PROMETE Y ENTREGA EL ESPÍRITU


(ANUNCIO DEL KERIGMA)


Jesucristo, el hijo eterno de Dios padre creador, se hizo hombre en el seno de la Virgen María, ha nacido en Belén, ha anunciado el reino de Dios y con su muerte y resurrección nos ha salvado, calentándonos de la esclavitud del pecado y el miedo a la muerte.

La obra completa de Cristo incluye la salvación de los seres humanos a través de su sacrificio sustitutorio en la cruz y la irrupción del Espíritu Santo en la vida del discípulo. El plan es perfecto. Puesto que la naturaleza humana tal y como se da de por sí no puede ni podrá jamás sujetarse a los designios de Dios. Cristo envía a todo aquel que acepta la salvación un Ayudador, este es el Espíritu Santo que confiere una nueva naturaleza capaz de obedecer y poner en práctica la forma de vida que el Señor siempre quiso que viviéramos. Sin el Espíritu Santo en nosotros esta forma de vivir sería imposible.

El plan revelado por Juan el Bautista. Marcos 1:7-8; Juan 1:29-34; Lucas 3:16

Juan el Bautista, estuvo anunciando a Jesús como el Mesías de una manera muy peculiar. El dijo que Jesús era el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Vio con toda claridad esta faceta vital del ministerio de Jesús. Jesús es el Cordero sacrificado como nuestro sustituto como pago por nuestros pecados. Pero Juan también dijo que Jesús bautizaría con el Espíritu Santo. Usted sabe que Juan, haciendo un llamado a la gente al arrepentimiento, los bautizaba como señal de un nuevo comienzo sumergiéndolos en agua en el rio Jordán. Juan afirma que el ministerio de Jesús sería mucho más poderoso puesto que él bautizaría, como hemos dicho, con el Espíritu Santo y fuego. Juan sabía perfectamente lo que Dios había planeado y nos muestra perfectamente que este plan consiste en dos partes: el perdón de pecados por medio de la sangre de Cristo y la venida del Espíritu Santo a todo aquel que obedece a Dios entregándose a Jesús.

 La promesa del Jesús. Juan 14:15-17; Juan 16:7; Juan 7:37-39

Jesús se refirió al Espíritu Santo como el Paracleto, palabra que se traduce como el Auxiliador, el Ayudador, el Abogado, el Protector, el que Fortalece, el Consolador, y dejó muy claro que el Paracleto vendría una vez que él partiera (Juan 16:7). También su promesa es descrita como vital y dadora de plenitud (Juan 7:38-39). De una manera explícita Jesús promete la venida del Espíritu de esta forma “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros.” Se da usted cuenta, a veces olvidamos que él nos prometió continuar con nosotros a través de su Espíritu, que está es una promesa real y que es parte del plan original de Dios para la salvación del ser humano; esto podríamos decirlo así: El sacrificio de Cristo en la cruz nos rescata de la condenación a la que habíamos sido reducidos por causa del pecado, él anula el pecado y al perdonarnos nos trata como si nunca hubiéramos pecado; la venida del Espíritu Santo nos da poder para vencer al pecado en nuestra vida actual, nos libera de su dominio, nos da la posibilidad de ser mejores.

 El cumplimiento y el tiempo presente. Hechos 2:1-13 y 32-33; Hechos 2:38-39; Hechos 5:32; Lucas 11:13

La promesa de Jesús se cumplió el día de Pentecostés en Jerusalén. El Espíritu Santo se derramó sobre los apóstoles y algunas otras personas que estaban con ellos. El cumplimiento de esta promesa dio origen a la iglesia y todavía hoy vivimos en la era que se inauguró con ese hecho. Las vidas de muchos fueron transformadas y la acción del Espíritu sigue vigente a nuestros días. Es una promesa actual y tiene un alcance universal, es para todo aquel que cree y obedece. Como bien lo dice Pedro en su discurso “porque para ustedes es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”. Nosotros entramos en esta categoría, por lo tanto es una promesa para nosotros también. Piense usted: ¿Cómo caminaremos con Dios si él no nos ayuda? Ore para que Dios le dé de su Espíritu, porque él es bueno, él se lo dará.

CITAS BÍBLICAS:

 hech. 2,14      hech. 2,29-39   Lc 24,5-6   Rom. 5,19

ACTIVIDAD:

1.       COPIAR, ORAR Y ESCRIBIR EL CREDO; FRASE A FRASE Y ESCRIBIR QUE QUIERE DECIR CADA UNA.

2.       CONSEGUIR LA NOVENA BÍBLICA AL ESPÍRITU SANTO.( saca unos días para hacerla y , pedir al Señor que te ayude  a ser mas dócil a la acción del Espíritu Santo)

3.       TOMA CADA UNA DE LAS CITAS BÍBLICAS Y EXPLICA, QUE TE DICE CADA UNA


7.4 SIGNOS DEL ESPÍRITU SANTO EN LA BIBLIA



El Espíritu Santo en el transcurso de la historia, ha sido muy importante para todos; no solo desde Pentecostés ha actuado, sino desde siempre ya que es el  espíritu del mismo Dios; es su presencia entre nosotros.

El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, que coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia. En el día de su fiesta, Pentecostés, que celebramos este domingo, recordamos ocho símbolos que, según el Catecismo de la Iglesia Católica, lo representan.

1. Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.

2. Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.

3. Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.

4. Nube y luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende sobre la Virgen María para "cubrirla con su sombra". En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.

5. Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.

6. La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el "don del Espíritu".

7. El Dedo: "Por el dedo de Dios expulso yo [Jesús] los demonios" (Lc 11, 20). El himno “Veni Creator” invoca al Espíritu Santo como “dextrae Dei Tu digitus (“dedo de la diestra del padre”).

8. La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.




ACTIVIDAD:

De acuerdo a la lectura e interpretación de las siguientes citas bíblicas:

  1. Descubre los signos del Espíritu Santo nombrados anteriormente.
  2. De qué manera actuaron en su debido momento.
  3. Como influyeron para sus protagonistas.
  4. Como influyen en tu propia vida.
  5. Haz un dibujo de cada uno.

   
CITAS BÍBLICAS:

      1.  HECH. 2,1-3
      2.   JN. 20,19-23
      3.      JN. 3,5-8
      4.  1 SAM. 16,10-13
      5.     HECH. 10,34-41
      6.   HECH. 2,1-3
      7.      IS. 6,4-8
       8.   HECH. 8,14-17
       9.  1 TIM. 4,14
      10 .    EX. 3,1-8
      11.       MT. 3,13-17

7.5 SIGNOS DEL ESPÍRITU SANTO EN EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN


Un signo es algo sensible que podemos ver, tocar, oír, etc. Que nos hace recordar o descubrir algo distinto de él; Dios siempre ha hablado y se ha manifestado en la historia de la salvación, por medio de signos.
Los sacramentos son signos a través de los cuales Dios no solo significa sino que nos da la salvación de modo eficaz.

Los signos de la confirmación son:

  1. La señal de la cruz.(identidad cristiana)
  2. La imposición de manos.(bendición y trasmisión del esp.    Santo)
  3. El santo crisma.(oleo sagrado, fuerza ,valentía, conversión)
  4. La comunidad precedida por el obispo.(oración)
  5. El obispo revestido de todos sus ornamentos.(Jesucristo)
  6. La luz del cirio.(camino en el crecimiento de la fe)
  7. Las palabras del obispo.(encierran el poder del esp. Santo)
  8. El gesto de la paz que el obispo participa al confirmado.             (admisión a la comunidad cristiana adulta).







7.6  LA IGLESIA NACE DE LA EXPERIENCIA DE PENTECOSTES



Jesús prometió a sus apóstoles que enviaría al espíritu santo, y cumplió su promesa el día de PENTECOSTES. Los apóstoles son transformados y predican con valor a Jesucristo que murió, resucito y está vivo en medio de nosotros; el día de pentecostés, el mensaje de la salvación comienza a difundirse y la iglesia a crecer.

La confirmación es el sacramento por el cristo nos renueva su Espíritu Santo; el que nos fue entregado gratuitamente en nuestro bautismo, para que sea el quien nos guié en nuestra vida cristiana.

Citas bíblicas:
Jn 20,19
Hech. 1,14
Hech. 3, 13
Hech. 2, 1-13

Oración:

¡Oh espíritu santo! ¡Amor del padre y del hijo!
Inspírame siempre, lo que debo pensar,
Lo que debo decir, como debo decirlo;
Lo que debo callar, lo que debo escribir,
Como debo obrar, lo que debo hacer;
Para procurar tu gloria, el bien de las almas,
Y mi propia santificación.
Ilumina mi entendimiento y fortifica mi voluntad. Amen


ACTIVIDAD:
  1. Conseguir la novena bíblica al espíritu santo Y hacerla con devoción.
  2. ¿Qué es el Pentecostés?
  3. Narra y explica el acontecimiento de Pentecostés.
  4. ¿Qué importancia tiene la virgen María en el Pentecostés?



8. DONES Y FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

8.1 Los Frutos del Espíritu Santo.

Los Frutos del Espíritu Santo son actos de exquisita virtud.

Así como el árbol produce sus frutos, la persona que se ha ejercitado y entrenado en las virtudes y en la docilidad a las mociones del Espíritu Santo que actúan a través de los dones, produce frutos exquisitos y deleitables, que no son nada más (ni nada menos), que las virtudes actuadas por medio de los dones del Espíritu.

Por lo tanto, los actos producidos no son ya humanos ayudados por la gracia, como las virtudes, cuya ejecución se debe a la razón iluminada por la fe, sino que los frutos son actos sobrenaturales y divinos, fáciles de realizar ya para la persona, y no requieren del esfuerzo acético de las virtudes, sino de la perfección mística de la fidelidad ya corroborada en la recepción de la inspiración del Espíritu Santo a través de los dones.

Por lo que los frutos son la virtudes actuadas por lo dones de manera constante, fácil y deleitosa, a modo divino, sobrenatural o sobrehumano. 

Se realizan con suavidad y dulzura.

Los dones son su causa, actuando sobre las virtudes. Los frutos son el efecto de la actuación de los dones y de la respuesta fidelísima a las inspiraciones divinas. La persona supo escuchar Su Voz. 

Son contrarios totalmente a los deseos desordenados de la carne, que colocan al hombre, varón y mujer, por debajo de su dignidad (Gálatas 5, 19-21); los frutos mueven a lo que está por encima de nosotros, hacia lo más alto.

Perfeccionan y desarrollan al ser humano, sin llegar, sin embargo, a la cumbre de las bienaventuranzas, que trataremos en otro lugar más adelante.

¿Cuántos son los Frutos del Espíritu Santo? 

¿Están en la Biblia?

La Biblia latina o Vulgata, traducida por San Jerónimo, menciona 12 frutos del Espíritu Santo. El texto paulino original de Gálatas 5, 22-23 menciona solamente nueve.

Santo Tomás y los Santos Padres, aducen que el Apóstol no tuvo la intención de enumerarlos todos, y mencionan también la cita de Apocalipsis, capítulo 22, versículo 2, donde el relator bíblico habla del río de la vida que produce un árbol con 12 frutos.

El río de vida del Espíritu produce sus doce frutos, que podemos dividir en:

a) En cuanto la mente y el corazón del hombre ordenados en sí mismo: 
Amor, gozo y paz. Paciencia y longanimidad.

b) En cuanto la mente y el corazón del hombre ordenados respecto a las cosas y personas que están a su lado: 
Bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad.

c) Respecto de las cosas inferiores, el hombre se predispone bien: en cuanto a las acciones exteriores, por medio de la modestia; y en cuanto a los deseos interiores, por medio de la continencia y de la castidad.

a) La mente humana está bien consigo misma cuando se predispone bien para los bienes y los males.

1. La primera predisposición con respecto al bien es el amor, primero de los Frutos del Espíritu Santo, como dice la carta a los Romanos 5, 5, que el amor de Dios ha sido derramado en nosotros por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

2. Al amor le sigue el gozo de estar en Dios.

3. Y la perfección del gozo es la paz, en cuanto al cese de las perturbaciones exteriores, y al aquietamiento de su corazón en Jesús, descansando en Él como en un todo. 

Se calma también por lo tanto el deseo fluctuante que se posa de cosa en cosa, de persona en persona, y solo se posa en el Señor su Dios. 
Por lo que nada impide disfrutar de Él.

4. Con referencia a los males, la persona se predispone bien por medio de la paciencia, para no ser perturbada por la inminencia de los males presentes.

5. Y también se predispone bien con referencia a los males, por medio de la longanimidad, no ser perturbada por la dilación en el tiempo en la consecución de los bienes deseados, pues carecer del bien tiene razón de mal.

b) Respecto de las cosas que están junto a sí, y eminentemente de sus prójimos, el hombre se dispone bien:

6. Primero, en cuanto a lo voluntad de hacer el bien, y esto corresponde a la bondad.

7. Luego en cuanto a hacer el bien a los demás, perdonándolos y ayudándolos, que es propio de la benignidad.

8. En cuanto a tolerar sin sobresaltos los males inferidos por estos mismos prójimos, está el Fruto amable del Espíritu Santo de la mansedumbre, que refrena las iras.

9. En cuanto a no hacerle daño al prójimo, no sólo con la ira, sino tampoco con el fraude y el engaño, está el Fruto deleitoso de la fidelidad.

c) En cuanto a las cosas inferiores, el hombre se predispone bien:

10. En cuanto a las acciones exteriores, por medio de la modestia, que pone moderación en los dichos y en los hechos, evitando la afectación o la chabacanería y fanfarronería en el vestir, en el hablar, en el actuar.

11. Y en cuanto a los deseos que pueden ser desordenados en el interior de la persona, actúan los Frutos vigorosos de la continencia, de quien siente las concupiscencias pero no se deja arrastrar por ellas.

12. Y también el Fruto exquisito de la castidad, que no permite que la persona casta sea arrastrada ni padezca los movimientos desordenados de la sensualidad.

Vimos los dones y frutos del Espíritu Santo en el camino de la perfección cristiana. 


Por: Gustavo Daniel D´Apice | Fuente: Eventos Evangelizadores "Dialogando" 



8. Dones del Espíritu Santo



Los dones del Espíritu Santo nos permiten seguir la moción de Dios en nuestro interior.

Los dones del Espíritu Santo son hábitos sobrenaturales infundidos por Dios en las potencias del alma, para secundar con facilidad las mociones de ese mismo Espíritu.

Es como un instinto sobrenatural que coloca Dios en la mente y el corazón de la persona que, despojada de sí misma y del apego desordenado a las cosas y a las personas, vacía de sí y de su egoísmo personal, puede sentir las mociones de Dios a través de su Espíritu, y seguirlas dócilmente.

Así como las virtudes cardinales y morales se basan en la razón iluminada por la fe internamente, y son por consiguiente a modo humano, ya que es la persona que actúa iluminada por lo que cree con su inteligencia, secundando esta iniciativa Dios con su gracia, en este caso es Dios quien actúa como causa externa, y la persona quien sigue la moción divina, por lo que los actos que producen los dones ya no son al modo humano, sino al modo divino o sobrehumano.

Su número y su enunciación bíblica.

Los dones del Espíritu Santo son siete, número muy querido en la simbología cristiana para expresar plenitud y perfección: 

Siete son los días que Dios creó, siete son los sacramentos que comunican la plenitud de la salvación pascual, siete son las virtudes cardinales más las teologales, siete son los dones del Espíritu Santo que perfeccionan estas virtudes.

Están enumerados en Isaías, capítulo 11, versículos 2 y 3. 

El don de piedad es un desdoblamiento del don de temor (amor) de Dios, que figura dos veces.
La Vulgata o Biblia latina menciona los siete que conocemos habitualmente.

¿Cuáles son los Dones del Espíritu Santo y cómo actúa cada uno?

Los podemos dividir en dos grandes grupos:

Los que afectan más a la inteligencia especulativa y práctica: Son los dones de entendimiento, sabiduría, ciencia y consejo.

Los que afectan más a la voluntad operativa: 
Son los dones de piedad, fortaleza y temor (amor) de Dios.

1. El don de entendimiento o inteligencia permite penetrar en la verdad de las cosas, ya sea divinas y sobrenaturales o naturales y humanas o creacionales.

Capta la esencia de las cosas con claridad y el desarrollo de los razonamientos e ideas humanas, así como en los “razonamientos e ideas” divinas.

Capta la substancia oculta en los accidentes, como a Jesús bajo la apariencia del pan y del vino en la eucaristía.

También ayuda a descubrir los distintos sentidos de la Sagrada Escritura: literal y espiritual, alegórico, moral, escatológico o anagógico.

Y el sentido tipológico, descubriendo en las figuras latentes del Antiguo Testamento la presencia patente de Jesús Resucitado manifestado en el Nuevo.

Capta la esencia espiritual de las realidades sacramentales envueltas en el signo y la figura. 

Y el simbolismo de toda celebración litúrgica, aunque sea la más insignificante y pequeña, llenando esta captación de ternura y veneración a quien la padece o realiza. 

Es todo lo contrario a la ceguera y embotamiento intelectual y espiritual, producidos más que nada por la aplicación carnal de los pecados capitales de la gula y la lujuria (el apego desordenado a la comida y a los placeres sensuales ilícitos para el cristiano).

2. El don de sabiduría nos permite experimentar las cosas divinas como por un instinto connatural que da el Espíritu Santo a la creatura, y le hace saborear y gustar a Dios manifestado en Jesús.

Contraria a la sabiduría es la necedad en las cosas espirituales, de quien prefiere a la creaturas en vez del Creador, las cosas materiales a las invisibles y eternas, y las cosas carnales a las espirituales y santas, y no observa en lo creatural aquello que conduce a Dios.

Entre los pecados capitales, no hay quienes aparten tanto de la sabiduría como la lujuria, que embrutece y animaliza irracionalmente, y la ira, que ofusca la mente y rencoriza el corazón, impidiendo que la razón discierna con claridad.

3. El don de ciencia, permite entender sobrenaturalmente a las cosas creadas. Ve el paso de Dios en la creación, en la providencia, en la historia personal y comunitaria, en la redención constante y en la santificación actual.
Capta el designio de Dios sobre las cosas, sobre la historia, en lo natural ve lo sobrenatural. 

Ve el bordado por encima de la tela en el telar, y no el entramado de hijos que por debajo aparece. Contempla y ayuda a sacar de los males bienes, y en los mismos males comprende los designios de Creador de todo, que saca bienes de ellos, así como del máximo mal físico y moral, que fue la condena y crucifixión de Jesucristo, sacó el bien máximo de la redención y de la resurrección corporal para Sí y para todo el género humano.

Ve a Dios y sus planes en el mundo sensible y corporal que nos rodea, en los acontecimientos de nuestra historia cotidiana, por más pequeña y aparentemente insignificante que sea, ya que a los ojos de Dios los pequeño e insignificante puede contener los valores perennes del esfuerzo y el amor de la santidad cristiana.

Comprende los “signos de los tiempos” (paso e inspiración de Dios en los valores de la historia), y capta los “síntomas de los tiempos” (los disvalores que los agentes del mal esparcen instigados por Satanás y por su propia inconducta personal).

Relaciona las cosas creadas con el mundo sobrenatural. Y resuelve con facilidad los más intrincados problemas cotidianos, aún en personas incultas y analfabetas.

Como opuesto a este don está la ignorancia, principalmente la ignorancia culpable, que es la que no quiere aprender aquello que le es necesario para su desempeño cristiano en la vida y para la salvación eterna de su alma.

No se debe presumir nunca “que se sabe” lo suficiente, ni colocar constantemente la inteligencia en cosas vanas, inútiles y perniciosas, ni dejarnos seducir por la curiosidad, el chimento y el qué dirán de uno mismo o el qué dicen de otros.

4. El don de consejo es el que aplica la inspiración divina a la conducta práctica cotidiana. Discierne los casos particulares que se presentan. 

Casos imprevistos, repentinos, difíciles de resolver, los soluciona instantáneamente esta inspiración si es secundada y escuchada por el don que hay en el alma en gracia. La mente y el corazón establecen el “contacto divino” y lo detectan.

Resuelve multitud de situaciones. Inspira los medios más oportunos para autogobernarnos y relacionarnos con los demás.

Contrario a este don es la precipitación en el obrar, que no escucha la voz de Dios y pretende resolver las situaciones con la sola luz de la razón natural o la conveniencia del momento.

También lo es la lentitud, pues establecida la decisión del Espíritu, es necesaria la determinación rápida y enérgica de ejecución, antes de que cambien las circunstancias y las ocasiones se pierdan.

5. El don de piedad es propio de la voluntad, y establece la base del organismo sobrenatural para que actúe la inspiración del Espíritu Santo con relación a Dios, a la familia, a la patria en la que nacimos.

Con referencia a Dios, realiza la experiencia de la filiación, sintiéndonos como por connaturalidad hijos de Dios el Padre, hermanos y amigos de Jesús el Señor y esposos fieles del Espíritu Santo que ilumina y guía nuestras vidas.
Por lo tanto otorga un sentimiento de fraternidad universal, solidaridad, y el instinto de compartir los talentos, dones y bienes que el Señor nos dio.

A la ternura de hijos para con el Padre, la confianza en su providencia amorosa que nos coloca confiadamente en sus brazos, y la solidaridad común con los hijos del mismo, se añade el amor a los padres que nos engendraron, extensivo a toda la familia que componemos en lo natural. 

Y finalmente el amor a la gran familia patria, aquella en la que nacimos, en donde transcurrió nuestra infancia y nuestra vida, el lugar donde sepultamos a nuestros seres queridos y donde establecemos los lazos sociales de la amistad.
Se opone genéricamente a este don la “impiedad”, o dureza de corazón, para con Dios, para con nuestros padres, nuestra familia, o la indiferencia patria o crítica constante hacia todo ello.

6. El don de fortaleza enardece al individuo frente al temor de los peligros. Inspira el superarlos, y da una invencible confianza para vencer las dificultades.

Otorga a la persona una energía inquebrantable, principalmente frente a las adversidades que se le quieren imponer, la hace intrépida y valiente para lograr sus objetivos, y hace soportar el dolor y el fracaso con encomiable entusiasmo y jovialidad.

Proporciona también el “heroísmo de las cosas pequeñas”, además, claro está, de las cosas grandes.

Se opone a este don la tibieza en las cosas cotidianas, simples y sencillas, el temor o timidez en las cosas a realizar. 

También la flojedad y debilidad naturales, así como el apego a la propia comodidad y rutina, que nos impide emprender grandes cosas y nos impulsa a huír de lo novedoso, del esfuerzo, del temor al fracaso y del dolor que pueda sobrevenir.

7. El don de temor (por amor) de Dios, enardece la voluntad y el apetito contra la concupiscencia o los deseos desordenados, y otorga una extraordinaria capacidad para captar la Voluntad de Dios y ser feliz en ella practicándola.

Otorga una sublime experiencia de la grandeza y majestad del Dios Omnipotente y Creador. 


Como creatura, se sumerge en la adoración profunda y contemplativa, más allá de todo y de todos. Porque Lo ama.

No quiere equivocarse en los caminos de Dios (pecar) y se lamenta compungida de las veces en que esto le ha acaecido, y más cuando ha sido ocasión de escándalo (tropiezo) para los demás. Porque Lo ama.

Observa los más pequeños y menores detalles para no tener ocasión de ofender a Jesús. Porque Lo ama.

Se opone principalmente al don de temor la soberbia que no considera a Dios en su justa dimensión, y que hasta se coloca incluso por encima de Él.

Y la presunción, de quien confía excesiva y desordenadamente en la “misericordia” divina, pensando que cualquier acción ilícita que haga Dios lo va a perdonar por ella (por la “misericordia”), por lo que no tiene escrúpulos (o muy pocos) en realizarla/s (las acciones ilícitas).

Por: Gustavo Daniel D´Apice | Fuente: Eventos Evangelizadores "Dialogando" 




9. LA IGLESIA


9.1 COMUNIDAD ANIMADA POR EL ESPÍRITU SANTO





Por amor a nosotros Jesús fundo su iglesia, que es su familia. Por el bautismo nosotros entramos en esa gran familia de Dios, por que comenzamos a ser hijos de Dios, es por eso que debemos estar siempre unidos a la iglesia de Jesús, que es la gran familia de los hijos de Dios que caminan hacia el cielo. Jesús dejo al santo padre, el papa y a los obispos, para que como cabeza visible en sus comunidades, y como sucesores de los apóstoles, lleven la iglesia hasta la meta trazada por el designio de Dios. Con sus colaboradores los sacerdotes y los diáconos, quienes junto con los demás bautizados, llamados laicos, dan cuerpo y vida a la iglesia en todos los ambientes y espacios de la sociedad.

CITA BÍBLICA: 1 cor. 12,12-30

ACTIVIDAD:

1.       Leer y analizar la siguiente cita bíblica: 1 cor. 12,12-30
2.       Luego; dibuja un cuerpo humano.
3.       Ahora según la cita bíblica dale un nombre.


9.2 María esposa del Espíritu Santo, Madre de 
Dios y Madre de la Iglesia



Madre de Dios:

Dios elige a una niña del pueblo de Israel, como había profetizado Isaías y la preserva de todo pecado, preparándola así para ser la madre del salvador. Cuando se cumple el tiempo de la preparación (Antiguo Testamento) Dios envía el Arcángel Gabriel a la casa de María para anunciarle su elección.

Esposa del Espíritu Santo:

 María acepta libremente entonces el Espíritu Santo desciende sobre ella y ella, llena del Espíritu Santo, concibe una creatura, que será el hijo de Dios he Hijo de María.

Madre de la Iglesia:

Cuando la iglesia nació, en pentecostés, allí está la Virgen María, la MADRE DEL Señor, ella es la madre de la iglesia y al modelo al que la iglesia aspira llegar, ya que la iglesia es también madres y pedagoga.

Citas Bíblicas:
·         Isaías 7, 14-16
·         Mt 1, 18-24
·         Jn 19, 25-27; 2, 1-11
·         Hch 1, 6-14

Actividad

Reconocer las virtudes de una Madre como lo es María



10. EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN





Palabras del Papa sobre la reconciliación

Muchísimos de nosotros esperamos que haya algo sanable en nosotros, que haya en nosotros una voluntad última de servir a Dios y de servir a los hombres, de vivir como Dios quiere. Pero hay tantas y tantas heridas, tanta inmundicia. Tenemos necesidad de estar preparados, de ser purificados. Ésta es nuestra esperanza: a pesar de la inmundicia que haya en nuestra alma, al final el Señor nos da la posibilidad, nos lava finalmente con su bondad, la cual viene de su cruz. De este modo, nos hace capaces de estar eternamente con Él.

En este sentido, el paraíso es la esperanza, es la justicia finalmente realizada. Y nos da también los criterios para vivir, para que este tiempo sea de alguna manera el paraíso, o bien que sea una primera luz del paraíso. Donde los hombres viven según estos criterios, aparece un poco del paraíso en el mundo, lo cual es visible.

Me parece también una demostración de la verdad de la fe, de la necesidad de seguir la senda de los mandamientos, de los cuales debemos hablar más. Éstos son realmente indicadores del camino y nos muestran cómo vivir bien, cómo elegir la vida. Por eso debemos hablar también del pecado y del sacramento del perdón y de la reconciliación. Un hombre sincero sabe que es culpable, que debería recomenzar, que debería ser purificado. Ésta es la realidad maravillosa que nos ofrece el Señor: hay una posibilidad de renovación, de ser [hombres] nuevos. El Señor comienza con nosotros de nuevo, y de este modo nosotros podemos recomenzar también con los otros en nuestra vida.

Este aspecto de la renovación, de la restitución de nuestro ser después de tantas equivocaciones, después de tantos pecados, es la gran promesa y el gran don que ofrece la Iglesia, y que la psicoterapia, por ejemplo, no puede ofrecer. La psicoterapia está hoy tan difundida y es también tan necesaria frente a tantas psiquis destruidas o gravemente heridas. Pero las posibilidades de la psicoterapia son muy limitadas: solamente puede buscar equilibrar un poco al alma desequilibrada, pero no puede ofrecer una verdadera renovación, una superación de estas graves enfermedades del alma. Por eso permanece siempre como una solución provisoria, jamás es definitiva.

El sacramento de la penitencia nos da la ocasión de renovarnos a fondo con la fuerza de Dios — "ego te absolvo" — que es posible porque Cristo ha cargado sobre sus espaldas estos pecados y estas culpas. Me parece que esto es hoy justamente una gran necesidad: que podamos ser sanados nuevamente. Las almas que están heridas y enfermas, como lo constata la experiencia de todos, tienen necesidad no sólo de consejos, sino de una verdadera renovación que sólo puede venir del poder de Dios, del poder del Amor crucificado. Me parece que éste es el gran nexo de los misterios que en definitiva inciden realmente en nuestra vida. Nosotros mismos debemos volver a meditarlos y, de este modo, hacerlos llegar de nuevo a nuestra gente.

Por: Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net

10.1 CINCO PASOS PARA LA VENIDA DEL SEÑOR



Los pasos de la confesión llamada también la Reconciliación o Confesión

Las cinco cosas necesarias para hacer una buena y fructífera confesión. 

Para explicar las cinco cosas necesarias para hacer una buena y fructífera confesión, lo haremos desde la parábola del hijo pródigo, narrada por San Lucas en el capítulo 15 de su Evangelio.

Cinco pasos son necesarios:

    1. Exámen de conciencia. (El hijo pródigo examina su conciencia).
    2. Dolor de los pecados y la contricción del corazón. (Se arrepiente).
    3. Confesar todos los pecados. (Hace propósito de volver al padre).
    4. Propósito de enmienda. (Vuelve y pide perdón).
    5. Cumplir la penitencia. (Paga con buenas obras sus pecados)

Es decir, reflexiona, se arrepiente, se corrige, se acusa y expía.

1. EXAMEN DE CONCIENCIA

La confesión no tendrá efecto y fruto si entramos en la Iglesia y rápido nos confesamos, sin haber hecho primero un buen examen de conciencia sereno, tranquilo, pausado, y si es por escrito mejor, para que así, no nos olvidemos ni un pecado.

¿Cómo hacer este examen de conciencia?
El examen de conciencia consiste en recordar los pecados que hemos cometido y las causas o razones por las cuales estamos cometiendo esas faltas.

Deberíamos, como buenos cristianos, hacer examen de conciencia todos los días en la noche, antes de acostarnos.

Así iríamos formando bien nuestra conciencia, haciéndola más sensible y recta, más pura y delicada. Los grandes Santos nos han recomendado este medio del examen de conciencia diario

¿Cómo se hace?
1. Pedimos al Espíritu Santo que nos ilumine y nos recuerde cuáles son los pecados nuestros que más le están disgustando a Dios.
2. Vamos repasando:
a) Los diez mandamientos.
b) Los cinco mandamientos de nuestra Santa Madre la Iglesia Católica.
c) Los siete pecados capitales.
d) Las obras de misericordia.
e) Las bienaventuranzas.
f) El mandamiento de la caridad.
g) Los pecados de omisión: el bien que dejamos de hacer: no ayudar, no hacer apostolado, no compartir los bienes, no hacer visitas a Cristo Eucaristía, no dar un buen consejo.

También es bueno confesarse de la siguiente manera:
a) Deberes para con Dios: mi relación con la voluntad de Dios.
b) Deberes para con el prójimo: caridad, respeto.
c) Deberes para conmigo: estudios, trabajo, honestidad, pureza, veracidad.
d) Deberes para con ese Movimiento o Institución eclesial a la que pertenezco: fidelidad a los compromisos, apostolado.

2. DOLOR DE LOS PECADOS Y LA CONTRICIÓN DEL CORAZÓN

No basta sólo hacer un buen examen de conciencia para una buena confesión: es necesario un segundo paso: dolerme interiormente por haber cometido esos pecados, porque ofendí a Dios, mi Padre. Es lo que llamamos dolor de los pecados o contrición del corazón

Contrición de corazón o arrepentimiento es sentir tristeza y pesar de haber ofendido a Dios con nuestros pecados.

No es tanto “me siento mal… no me ha gustado lo que he hecho… siento un peso encima…” ¡No! Este dolor de contrición es otra cosa: “Estoy muy apenado porque ofendí a Dios, que es mi Padre, le puse triste”.

El Salmo 50 dice: “Un corazón arrepentido, Dios nunca lo desprecia”.

Jesús cuenta, que un publicano fue a orar, y arrodillado decía: “Misericordia, Señor, que soy un gran pecador” y a Dios le gustó tanto esta oración de arrepentimiento que le perdonó (cfr Lucas 18).

¿Cuántas clases de arrepentimiento hay?
Hay tres:

1. La contrición perfecta: es una tristeza o pesar por haber ofendido a Dios, por ser Él quien es, esto es, por ser infinitamente bueno y digno de ser amado, teniendo al mismo tiempo el propósito de confesarse y de evitar el pecado. Es el ejemplo del rey David, o de Pedro.
2. Contrición imperfecta o atrición: es una tristeza o pesar de haber ofendido a Dios, pero sólo por la fealdad y repugnancia del pecado, o por temor de los castigos que Dios puede enviarnos por haberlo ofendido. Para que esta atrición obtenga el perdón de los pecados necesita ir acompañada de propósito de enmendarse y obtener la absolución del sacerdote en la confesión.
3. El arrepentimiento o remordimiento: (morder doblemente) es una rabia o disgusto por haber hecho algo malo que no quisiéramos haber hecho. Es la conciencia la que nos muerde. No nos da tristeza por haber ofendido a Dios, sino porque hicimos algo que no nos gusta haber hecho. Ejemplo de Judas. El remordimiento no borra el pecado.
¿Cuándo debemos tener este dolor de contrición y arrepentimiento de los pecados?
Sobre todo cuando nos vamos a confesar, pues si no estamos arrepentidos, no quedamos perdonados. Pero es bueno también arrepentirnos de nuestras faltas cada noche antes de acostarnos. A Dios le gusta un corazón arrepentido.

¿Qué cualidades debe tener nuestro arrepentimiento?
Tres son las cualidades:
1. Arrepentirse de todo los pecados sin excluir ninguno (a no ser por olvido).
2. Que el arrepentimiento no sea sólo exterior sino que se sienta en el alma.
3. Que sea sobrenatural, o sea no sólo por los males materiales que nos trae el pecado, sino porque con él causamos un disgusto a Dios y nos vienen males para el alma y para la eternidad.

¿Qué ayuda para conseguir el dolor de contrición o arrepentimiento perfecto?
1. Recordar el Calvario y todo lo que Jesús sufrió por nosotros en su Pasión.
2. Recordar el Cielo y pensar en las alegrías y felicidades que allá nos esperan.
3. ¡Todo esto lo perderé, si peco! Ir con la imaginación a los castigos eternos y pensar que allá podemos ir también nosotros si no abandonamos nuestros pecados y malas costumbres.
¡A cuantos les ha salvado esto, y les ha alejado de sus pecados!

Una poesía resume este arrepentimiento sincero:
“No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por ello de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en esa cruz y escarnecido; muéveme ver tu cuerpo tan herido; muévenme tus afectas y tu muerte. Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara y aunque no hubiera infierno te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera” (Anónimo).

3. CONFESAR TODOS LOS PECADOS

El sacramento de la penitencia o confesión está en crisis en algunas partes porque, como dijo el Papa Juan Pablo II, “al hombre contemporáneo parece que le cuesta más que nunca reconocer los propios errores… parece muy reacio a decir ‘me arrepiento’ o ‘lo siento’; parece rechazar instintivamente y con frecuencia irresistiblemente, todo lo que es penitencia, en el sentido del sacrificio aceptado y practicado para la corrección del pecado” (Reconciliación y Penitencia n. 26).

Pío XII manifestó en un radiomensaje del Congreso Catequístico Nacional de los Estados Unidos, en Boston (26 de octubre de 1946): “El pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado”.

El tercer paso para hacer una buena confesión es confesar todos los pecados mortales y graves al confesor.

¿Qué es la confesión de boca? Es manifestar al confesor sin engaño, ni mentira los pecados cometidos, con intención de recibir la absolución. Dice la Biblia: “No te avergüences de confesar tus pecados” (Eclesiástico 4,26)

Para que Dios perdone, por medio del confesor, es necesario decir los pecados. Así lo dispuso el mismo Cristo al instituir el sacramento del la Penitencia. “A quienes se los perdonéis, quedarán perdonados; a quienes se los retuviereis les quedarán retenidos” (Jn. 20, 23).

Los apóstoles, y sus sucesores, los obispos y los colaboradores, los sacerdotes, para poder absolver, necesitan conocer lo que perdonan, es decir, necesitan escuchar los pecados del penitente.

¿Cuáles son las cualidades para una buena confesión de boca?
1. Sincera: no debo ocultar lo que en conciencia es grave.
2. Verdadera: sin ocultar o disimular lo que debo manifestar, ni dar vueltas, tratando de justificarme.
3. Completa: todos los pecados graves, según su especie, número y circunstancias que cambian la especie.
4. Sencilla y humilde: con pocas palabras y sin rodeos.

Omitir voluntariamente la confesión de pecados graves o circunstancias que cambian la especie o callar voluntariamente algún pecado grave hace que la confesión sea inválida y sacrílega.

Gravedad del pecado
El pecado varía en su gravedad según quién lo comete, con quién se comete y dónde se comete.
-Una cosa es robar a un rico y otra a un pobre.
-Una cosa es robar por hambre y otra para vender.
-Una cosa es robar en el supermercado y otra en una iglesia.
-Una cosa es insultar a un compañero de clase y otra, a mamá o a un sacerdote o al Papa.
-Una cosa es cometer un acto impuro con un soltero/a y otra con un casado/a.
-Una cosa es mentir en casa y otra en la confesión.

¿Qué pecados estamos obligados a confesar?
Solamente los pecados mortales, pero es bueno y provechoso confesar también los veniales, así iremos fomentando mejor nuestra conciencia; así también el sacerdote nos podrá guiar con toda seguridad y sabiduría hacia la santidad.

¿Qué hacer cuando sólo tenemos pecados veniales para confesar?
Conviene recordar también algún pecado mortal ya confesado. Así el recuerdo de un pecado grave hace más fuerte el arrepentimiento y más serio el propósito. Esto si lo considera oportuno el confesor, porque hay almas con escrúpulos a quienes no conviene que revuelvan el pasado ya confesado.

¿Qué sucede cuando uno olvida algún pecado grave en la confesión, sin querer?
Obtiene el perdón de los pecados y puede comulgar, pero en la próxima confesión debe confesarse de ese pecado que olvidó sin querer.
Una norma muy útil: cuando uno termina de decirle al sacerdote los pecados conviene añadir: “Pido perdón también de todos los pecados que se me hayan olvidado”. Así queda el alma mucho más tranquila.

¿Cómo es el rito de la confesión?

1. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu santo.
2. Se lee una frase del evangelio.
3. Padre hace X días que me confesé, aclaro si cumplí la penitencia o no.
4. Mis pecados son éstos… y me acuso de todos aquellos que en este momento no recuerdo, y de los pecados de omisión.
5. Después escucho los consejos.
6. Rezo el pésame u acto de contrición lentamente y con dolor.
7. Recibo la absolución del sacerdote.
8. Le agradezco… y voy a cumplir rápido la penitencia.


4. PROPÓSITO DE ENMIENDA

Antes de explicar el cuarto paso, quisiera resumir, de la Institución Pastoral del Episcopado español del 15 de abril de 1989, los síntomas y raíces de la disminución de la práctica de la confesión en algunas partes:
1. Por el ateísmo e indiferencia religiosa de nuestros tiempos.
2. La pérdida del sentido del pecado.
3. Las interpretaciones inadecuadas del pecado. Hoy se nos quiere hacer creer que el pecado es algo superado, es un vago sentimiento de culpabilidad, es como una fuerza oscura del inconsciente, es como expresión y reflejo de las condicionantes ambientales, se les identifican con el pecado social y estructural. Algunos ya no ven pecado en casi nada, salvo en lo social, estructural.
4. Crisis generalizada de la conciencia moral y su oscurecimiento en algunos hombres. Esto debido a la amoralidad sistemática, cuando no inmoralidad.
5. Otra causa que ven los obispos españoles es ésta: indecisión de predicadores y confesores en materia moral, económica y sexual. Algunos fieles se desconciertan al oír diversas opiniones de confesores sobre el mismo tema moral. Y claro, muchos optan por hacer caso al más laxo y fácil. Y al final optan por dejar sus conciencias al juicio de Dios y abandonan la confesión.

Expliquemos ahora sí el propósito de enmienda, que brota espontáneamente del dolor.

¿Qué es el propósito de enmienda?
Es una firme resolución de nunca más ofender a Dios. Y hay que hacerlo ya antes de confesarse. Jesús a la pecadora le dijo: “Vete y no peques más” (Jn. 8,11). Esto es lo que se propone el pecador al hacer el propósito de enmienda: “no quiero pecar más, con la ayuda de Dios”. Si no hay verdadero propósito, la confesión es inválida.

No significa que el pecador ya no volverá a pecar, pero sí quiere decir que está resuelto a hacer lo que le sea posible para evitar sus pecados que tanto ofenden a Dios. No se trata de la certeza absoluta de no volver a cometer pecado, sino de la voluntad de no volver a caer, con la gracia de Dios. Basta estar ciertos de que ahora no quiere volver a caer. Lo mismo que al salir de casa no sabes si tropezarás, pero sí sabes que no quieres tropezar.

Estos propósitos no deben ser solamente negativos: no hacer esto, no decir aquello… También hay que hacer propósitos positivos: rezaré con más atención, seré más amable con todos, hablaré bien de los demás, haré un pequeño sacrificio en la mesa o en el fútbol, callaré cuando esté con ira, seré agradecido, veré solo buenos programas en la televisión, hablaré con aquella persona que tanto me cuesta, etc.

¿Y si volvemos a caer?
Pues, nos levantamos con humildad. La conversión y renovación es progresiva, lenta. Por eso es necesaria la confesión frecuente, no sólo cuando hemos caído, sino para no caer. Allí Dios nos robustece la voluntad, no sólo para no caer, sino también para lograr las virtudes.

¿Por qué algunos se confiesan siempre de las mismas faltas?
Es muy sencillo: porque no evitan las ocasiones de pecado. Por eso, el propósito de enmienda implica dos cosas: evitar el pecado y las ocasiones que llevan a él.
Debemos pedir siempre lo que San Ignacio de Loyola pide en los Ejercicios Espirituales cuando habla de las meditaciones sobre el pecado: “Dame vergüenza y confusión, dolor y lágrimas, aborrecimiento del pecado y del desorden que lleva al pecado”.
Debemos apartarnos seriamente de las ocasiones de pecar, porque “quien ama el peligro perecerá en él” (Eclesiástico 3, 27). Si te metes en malas ocasiones, serás malo.
Hay batallas que el modo de ganarlas es evitándolas. Combatir siempre que sea necesario es de valientes; pero combatir sin necesidad es de estúpidos fanfarrones.
Si no quieres quemarte, no te acerques demasiado al fuego. Si no quieres cortarte, no juegues con una navaja bien afilada. Sobre todo esto vale para la concupiscencia de la carne o impureza. La impureza es una fiera insaciable. Aunque se le dé lo que pide, siempre quiere más. Y cuanto más le des, más te pedirá y con más fuerza. La fiera de la concupiscencia hay que matarla de hambre. Si la tienes castigada, te será más fácil dominarla.
Por tanto, si el propósito no se extendiese también a poner todos los medios necesarios para evitar las ocasiones próximas de pecar, la confesión no sería eficaz; mostraría una voluntad apegada al pecado, y, por lo tanto, indigna de perdón.
Quién, pudiendo, no quiere dejar una ocasión próxima de pecado grave, no puede recibir la absolución. Y si la recibe, esta absolución es inválida.

Ocasión de pecado es toda persona, cosa, circunstancia, lugar, que nos da oportunidad de pecar, que nos facilita el pecado, que nos atrae hacía él y constituye un peligro de pecar.
Jesucristo tiene palabras muy duras sobre la obligación de huir de las ocasiones de pecar: “Si tu ojo es ocasión de pecado, arráncalo… si tu mano es ocasión de pecado, córtala… más te vale entrar en el Reino de los cielos, manco o tuerto, que ser arrojado con las dos manos, los dos ojos, en el fuego del infierno” (Mt 18, 8ss).
Una persona que tiene una pierna gangrenada, se la corta para salvar su vida humana, y tú ¿no eres capaz de cortar esa cosa… para salvar tu alma?
Evitar un pecado cuesta menos que desarraigar un vicio. Es mucho más fácil no plantar una bellota que arrancar una encina.
Para apartarse con energía de las ocasiones de pecar, es necesario rezar y orar: pedirlo mucho al Señor y a la Virgen, y fortificar nuestra alma comulgando a menudo.

5- CUMPLIR LA PENITENCIA

Expliquemos el último paso para hacer una buena confesión: cumplir la penitencia.
Pero antes recuerda esto:

1. La confesión es el medio ordinario que ha puesto Dios para perdonar los pecados cometidos después del bautismo en el día a día. Es un medio maravilloso que renueva, santifica, forma conciencia y, sobre todo, da mucha paz al alma.
2. Cuesta, o puede costar, porque a la confesión no vamos a decir hazañas, sino pecados y miserias. Y esto nos cuesta a todos. Es curioso que algunos que ponen dificultades en decir los pecados al sacerdote confesor los propagan entre sus amigos con risotadas y chascarrillos, y con frecuencia exagerando fanfarronamente. Lo que pasa es que esas cosas ante sus amigos son hazañas, pero ante el confesor son pecados, y esto es humillante. Y lo que no tienen tus amigos, secreto, lo tiene el confesor: él no puede contar ni un pecado tuyo a nadie. A esto se le llama el sigilo sacramental; ha habido sacerdotes que han dado su vida antes que faltar a este secreto de la confesión.
3. Para confesarse hay que ser muy sincero. Los que no son sinceros, no se confiesan bien. El que calla voluntariamente en la confesión un pecado grave, hace una mala confesión, no se le perdona ningún pecado, y, además, añade otro pecado terrible que se llama sacrilegio.
4. Si tienes un pecado que te da vergüenza confesarlo, te aconsejo que lo digas el primero. Este acto de vencimiento te ayudará a hacer una buena confesión.
5. El confesor será siempre tu mejor amigo. A él puedes acudir siempre que lo necesites, que con toda seguridad encontrarás cariño y aprecio y much comprensión. Además de perdonarte los pecados, el confesor puede consolarte, orientarte, aconsejarte. Pregúntale las dudas morales que tengas. Pídele los consejos que necesites. Él guardará el secreto más riguroso.

¿Qué es cumplir la penitencia?
Es rezar o hace lo que el confesor me diga. Esta penitencia, ya sea una oración, una obra de caridad, un sacrificio, un servicio, la aceptación de la cruz, una lectura bíblica, es para expiar, reparar el daño que hemos hecho a Dios al pecar. Es expresión de nuestra voluntad de conversión cristiana.

El pecado, sobre todo si es grave, es ofensa grave a Dios. Mereceríamos las penas eternas del infierno. Esta penitencia que me da el sacerdote en parte desagravia la ofensa a Dios y expía las penas merecidas.

La confesión perdona las penas eternas, pero no perdona la pena temporal. Esta penitencia que hago va satisfaciendo, en parte, o disminuyendo la pena temporal debida por los pecados.

Dado que siempre será pequeña esta penitencia que me da el sacerdote, es aconsejable que luego cada quien elija otras penitencias que están a su alcance: el deber de estado bien cumplido y con amor; la paciencia en las adversidades, sin quejarse; refrenar y encauzar los sentidos corporales y espirituales, la imaginación, los deseos o apetencias caprichosas; poner un orden y horario en la jornada, desde el momento en que está prevista la hora de levantarse; la caridad ejercida por las obras de misericordia corporales o espirituales; el control de los pasatiempos y diversiones inútiles y nocivas; la perseverancia en las cosas pequeñas, con alegría (Consultar el Catecismo 1468-1473).

Todos los viernes del año, que el Derecho Canónico llama penitenciales (Cánones 1250-1253) son ocasión para hacer penitencia, como así también especialmente la Cuaresma, por el ayuno, la abstinencia de carne o la práctica de obras de misericordia, o a privación de algo que nos cueste (cigarrillos, dulces, bebidas alcohólicas u otros gustos).


Esta satisfacción que hacemos no es ciertamente el precio que se paga por el pecado absuelto y por el perdón recibido, porque ningún precio humano puede equivaler a lo que se ha obtenido, fruto de la preciosísima Sangre de Cristo. Pero quiere significar nuestro compromiso personal de conversión y de amor a Cristo.

Por: P Antono Rivero LC | Fuente: Catholic.net 

Colorea la siguiente imagen y en una hoja blanca hacer una reflexión de no menos de 20 renglones sobre el tema y lo que encuentra en el dibujo. 



11. DIOS NOS HA CREADO PARA LA 

FELICIDAD

11.1 LA VIDA UN PROYECTO PARA REALIZAR



Cristo habla de felicidad y nos dice en que consiste: vivir de manera continua los valores de las bienaventuranzas es lo que nos da la estabilidad necesaria para sentirnos felices. La felicidad tiene mucho que ver con el vacío o plenitud de nuestras vidas en su sentido más profundo.
“Hay más dicha en dar que en recibir”
Ser feliz no es un estado de ánimo, es una actitud constante que se obtiene.

Actividad:

CONTESTA:

·                ¿Qué es lo que me hace feliz?
·         ¿Quién soy yo? (Auto imagen)
·         ¿Cómo soy yo? (auto concepto)
·         ¿Cómo me aprecio a mí mismo? (autoestima)
·         
       Para construir mi personalidad tendré que responder:
-¿Para qué vivo?
-¿Qué quiero de mí mismo?
-¿Cuál es la felicidad que yo busco?
-¿Qué es lo que nos hace felices?
-¿es posible que es felicidad sea un estado permanente?

Desarrollar su propio proyecto de vida teniendo en cuanta cada uno de los puntos del dibujo. 


11.2 BIENAVENTURANZAS



SAN MATEO 5,1-16

  • Dichosos los que reconocen su necesidad espiritual,  pues el reino de Dios les  pertenece.
  • Dichosos los que están tristes, pues dios les dará consuelo.
·         Dichosos los de corazón humilde, púes recibirán la tierra que dios les ha prometido.
·         Dichosos los que tienen hambre y sed de hacer lo que dios exige, púes el hará que se cumplan sus deseos.
·         Dichosos los que tienen compasión de otros, pues Dios tendrá compasión de ellos.
·         Dichosos los de corazón limpio, pues ellos verán a Dios.
·         Dichosos los que procuran  la paz, púes Dios  les llamara hijos suyos
·         Dichosos los que sufren persecución por hacer lo que Dios exige, pues el reino de dios les pertenece.
·         Dichosos ustedes, cuándo la gente los insulte y los maltrate, y cuando por causa mía los ataque con toda clase de mentiras. Alégrense, estén contentos, porque van a recibir un gran premio en el cielo; pues así también persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes.


Actividad

1.       Leer y analizar la siguiente cita bíblica; escríbase y saca tu propia conclusión.¿ cual es la felicidad que Dios quiere para ti?

2.       Investiga y aprende las obras de misericordia.



11.3 Obras de Misericordia



Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf Is 58, 6-7: Hb 13, 3).

1. ¿Cuál es el primero y más importante de los mandamientos?

Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

Hoy vamos a ver la relación entre el amor a Dios y el amor al prójimo…

2. Cuando ustedes piensan en amar al prójimo, en hacer caridad, en ayudar a los demás, ¿qué ideas le vienen a la cabeza? ¿Cómo amar al prójimo?.......

3. ¿En qué parte de la Biblia hay una especie de lista sobre cómo mostrar nuestro amor al prójimo en algunos aspectos materiales?
En la descripción del Juicio Final que el mismo Jesucristo nos da en el Evangelio de San Mateo.

“Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero y me recibieron en su casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. (Mt. 25, 35-36) 

4. La Iglesia nos ha dado un listado bastante completo, basado en este texto bíblico, que nos sirve de guía en nuestro amor al prójimo. ¿Lo conocen?

Son las llamadas Obras de Misericordia: Corporales y Espirituales.

5. Veamos primero qué significa misericordia ... 

Miser= miseria. Cordia=corazón.
Misericordia significa sentir con el otro sus miserias y necesidades, y –como consecuencia de ese compasión (sentir con) – ayudarlo, auxiliarlo.

6. ¿Cuántas y cuáles son las Obras de Misericordia?

En total son 14: 7 Corporales y 7 Espirituales.

OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA

1. Dar de comer al hambriento
2. Dar de beber al sediento
3. Dar posada al necesitado
4. Vestir al desnudo
5. Visitar al enfermo
6. Socorrer a los presos
7. Enterrar a los muertos

OBRAS ESPIRITUALES DE MISERICORDIA

1. Enseñar al que no sabe
2. Dar buen consejo al que lo necesita
3. Corregir al que está en error
4. Perdonar las injurias
5. Consolar al triste
6. Sufrir con paciencia los defectos
de los demás
7. Rogar a Dios por vivos y difuntos

Las Obras de Misericordia Corporales, en su mayoría salen de una lista hecha por el Señor en su descripción del Juicio Final.

7. Y ¿de dónde sale la lista de las Espirituales?

La lista de las Obras de Misericordia Espirituales la ha tomado la Iglesia de otros textos que están a lo largo de la Biblia y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etc.

8. El Amor a Dios viene antes del amor al prójimo. 

Antes de analizar cada una de las Obras de Misericordia tenemos que tener en cuenta algo muy importante: primero hay que amar a Dios.
El amor al prójimo es el FRUTO de nuestro amor a Dios.

No podemos dejar de amar al prójimo, pero no podemos poner lo segundo de primero, ni lo primero de segundo. Como dice el dicho: la carreta no puede ir delante de los caballos. Primero es Dios y después el prójimo.

La prueba de que amamos a Dios, es que amamos al prójimo, pero:

Nuestro amor al prójimo debe ser un reflejo de nuestro amor a Dios.

Si pretendemos primero amar a los demás sin antes amar a Dios, estamos siendo altruístas, filántropos, benefactores. Eso no está mal, pero eso lo puede hacer y de hecho lo hace cualquiera que no sea cristiano y que no lo haga por ser cristiano. Lo puede hacer, por ejemplo, un buen gobernante o cualquier que pertenezca a una ONG nacional o internacional.

El Católico tiene que amar al prójimo desde Dios.
El resultado de la ayuda que se brinde puede aparentar ser el mismo: se resuelve un problema personal o social, pero no es igual para nuestra alma, tampoco es igual para quien recibe la ayuda.

Al amar al prójimo desde Dios, hay un flujo de gracia invisible, que viene de Dios y que va más allá de la ayuda misma que se está dando.

9. Amor a Dios y amor al prójimo, como los maderos de la Cruz:

Se ha comparado el doble mandamiento del amor a los maderos de una cruz, a los parales que forman la Cruz de Cristo, la cruz del cristiano:

. el madero vertical representa nuestro amor a Dios, pues va en sentido hacia arriba, hacia el Cielo

. el madero horizontal representa el amor a los demás, a los semejantes, a los que están a nuestra altura, pues va en sentido lateral.

Veamos ... ¿Cuál de los dos maderos es el primero? ¿Cuál de los dos no puede sostenerse solo? ... Es clara la comparación ¿no? El Amor a Dios es lo que sostiene nuestro amor al prójimo. No puede haber amor al prójimo sin amor a Dios.
Al amar a los demás, tenemos que ser portadores de Dios ... aunque no lo digamos, porque no tenemos que estar pregonando que aquí venimos en nombre de Dios. Eso no hay que hacerlo, por supuesto. Nuestro amor a Dios que es la fuente de nuestro amor al prójimo no hay que pregonarlo.

El ejemplo más claro de cómo funciona el Amor es la Santísima Virgen María en su visita a su prima Santa Isabel. La Virgen fue portadora de Dios, pues llevaba a Dios recién encarnado en su seno. Y Santa Isabel lo supo de inmediato, pues San Juan Bautista (que estaba en el vientre de Isabel) lo hizo saber con grandes saltos de alegría. (ver Lc. 1, 39-44)

Así debe ser nuestro amor por los demás: llevándoles a Dios que habita en nosotros. Aunque el auxiliado no lo exprese igual que San Juan Bautista y Santa Isabel, la persona va a recibir muchas gracias del Señor, muchas más que las que cree estar necesitando, muchas más de las que nosotros creamos estar aportando con nuestro auxilio!

10. El ejercicio de la Obras de Misericordia comunica gracias a quien las ejerce. Veamos cómo nos beneficia a nosotros el hacer Obras de Misericordia...

Quien ejerce el amor al prójimo desde el amor a Dios recibe gracias, pues con las obras de misericordia, está haciendo la Voluntad de Dios. “Den y se les dará” (Lc. 6, 38).

Decíamos que una manera de ir borrando la pena purificante que merecen nuestros pecados ya perdonados (Purgatorio) es mediante obras buenas. Obras buenas son, por supuesto, las Obras de Misericordia. “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos alcanzarán misericordia” (Mt.5, 7), es una de las Bienaventuranzas.

Además las Obras de Misericordia nos van ayudando a avanzar en el camino al Cielo. Es como si ahorráramos para el Cielo. “No se hagan tesoros en la tierra”, dice el Señor, “Acumulen tesoros en el Cielo” (Mt. 6, 19 y 20). Al seguir esta máxima del Señor cambiamos los bienes temporales por los eternos, que son los que valen de verdad.

11. ¿Qué sucede si ayudamos a alguien como un mero acto de filantropía?

Si la ayuda la damos independientemente del amor a Dios, no tiene ningún mérito para nuestra vida espiritual. Es filantropía o altruismo. Se resuelve el problema y la necesidad de alguien, pero no merecemos en nada para nuestra vida espiritual.

Cuando actuamos por filantropía, efectivamente la persona recibe la ayuda que requiere. Pero al ayudar desde nosotros mismos y no desde el amor a Dios, siempre se presenta el riesgo de yo ser portador de mí mismo y no de Dios. Eso no es amor cristiano, es ayuda; no es que sea mala, pero no es lo que Dios nos pide.

Bien lo dice Jesús en sus Diálogos a Santa Catalina de Siena, santa seglar de la Orden de Santo Domingo:

“Quiera o no quiera, el hombre se ve precisado a ejercer la caridad (la ayuda) con su prójimo. Aunque, si no la ejercita por amor a Mí, no tiene aquel acto ningún valor sobrenatural”.

12. Vamos a ver cada una de las Obras de Misericordia, comenzando por las Corporales. Vamos a buscar primero ejemplos de la Biblia y luego ejemplos prácticos.

12.1. DAR DE COMER AL HAMBRIENTO




12.2. DAR DE BEBER AL SEDIENTO 

Estas dos primeras son complementarias y se refieren a la ayuda que podemos dar en alimento o en dinero a los necesitados.

Los bienes que poseemos, ¡si son bien habidos!, también nos vienen de Dios. Y debemos responder a Dios por éstos y por el uso que le hayamos dado.
Dios nos exigirá de acuerdo a lo que nos ha dado:
Parábola de los Talentos (Mt. 25,14-30). Por cierto, no es por casualidad, que viene contada en el Evangelio de San Mateo, justamente antes de la escena del Juicio Final, donde habla de las Obras de Misericordia.

“A quien mucho se le da, mucho se le exigirá (Lc. 12, 48). 

Esta exigencia se refiere tanto a lo espiritual, como a lo material.

Podemos dar de lo que nos sobra. Esto está bien. Pero podemos dar de lo que no nos sobra. Por supuesto, el Señor ve lo último con mejores ojos.
Recordemos a la pobre viuda muy pobre que dio para el Templo las últimas dos moneditas que le quedaban. No es una parábola, es un hecho real que nos relata el Evangelio.Cuando Jesús vio lo que daban unos y otros hizo notar esto:“Todos dan a Dios de lo que les sobra. Ella, en cambio, dio todo lo que tenía para vivir” (Lc. 21, 1-4).

Esta viuda recuerda otra historia del Antiguo Testamente sobre la viuda de Sarepta, en tiempos del Profeta Elías.Ella alimentó al Profeta Elías con lo último que le quedaba para comer ella y su hijo, en un tiempo de una hambruna terrible. Y ¿qué sucedió Que no se le agotó ni la harina y ni el aceite con que preparó el pan para el Profeta. (Ver 1 Reyes 17, 7-16).

A veces no sabemos a quién alimentamos: Abraham recibió a tres hombres que era ¡nada menos! que la Santísima Trinidad (algunos piensan que eran 3 Angeles), los cuales le anunciaron el nacimiento de su hijo Isaac en menos de un año (ver Gn. 19, 1-21). Y, a pesar, de la risa de Sara, así fue. (Por cierto el nombre de Isaac significa: "Aquel que hará reír" o “Aquél con el que Dios se reirá”).

Sobre dar de beber al sediento, la mejor historia de la Biblia es la de la Samaritana a quien el Señor le pide de beber. (Ver Jn. 4, 1-45)

12.3. DAR POSADA AL NECESITADO:

En la antigüedad el dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías. No es el caso hoy en día. Pero, aún así, podría tocarnos recibir a alguien en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino por alguna verdadera necesidad.

Y no sabemos a quién ayudamos. Algunos han ayudado a Angeles bajo formas humanas: A Abraham y Lot les sucedió esto. Esto lo recuerda posteriormente San Pablo: “No dejen de practicar la hospitalidad, pues algunos dieron alojamiento a Angeles sin saberlo”. (Hb. 13, 2)

12.4. VESTIR AL DESNUDO:


Esta obra de misericordia se nos facilita con las recolecciones de ropa que se hacen en Parroquias y otros centros de recolección. Recordar que, aunque demos ropa usada, no es dar lo que está ya como para botar o para convertir en trapos de limpieza. En esto también podemos dar de lo que nos sobra o ya no nos sirve, pero también podemos dar de lo que aún es útil.

12.5. VISITAR AL ENFERMO:


No se trata de visitas sociales, por cumplir. Se trata de una verdadera atención a los enfermos y ancianos, tanto en cuido físico, como en compañía. Y la atención más importante en casos de vejez y enfermedades graves es la atención espiritual.

El mejor ejemplo de la Sagrada Escritura es el de la Parábola del Buen Samaritano, que curó al herido y, al no poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados que necesitaba a otro a quien le ofreció pagarle. (ver Lc. 10, 30-37)

El visitar al enfermo incluye el auxilio a los heridos.

12.6. SOCORRER A LOS PRESOS:


Esto implica visitar a los presos y darles ayuda material y muy especialmente, asistencia espiritual (para ayudarlos a enmendarse y ser personas útiles y de bien cuando terminen el tiempo asignado por la justicia).

Significa también rescatar a los inocentes y secuestrados. En la antigüedad los cristianos pagaban para liberar esclavos o se cambiaban por prisioneros inocentes. Hoy en día este mandato es relevante con prisioneros inocentes y secuestrados ¿no?

12.7. ENTERRAR A LOS MUERTOS


El más famoso muerto enterrado y en una tumba que no era propia fue el mismo Jesucristo. José de Arimatea facilitó una tumba de su propiedad para el Señor. Pero no sólo eso, sino que tuvo que tener valor para presentarse a Pilato y pedir el cuerpo de Jesús. Y también participó Nicodemo, quien ayudó a sepultarlo. (Jn. 19, 38-42)
Esto de enterrar a los muertos parece un mandato superfluo, porque –de hecho- todos son enterrados. Pero, por ejemplo, en tiempo de guerra, puede ser un mandato muy exigente. En Venezuela hay la foto que dio vuelta al mundo, pues ganó un Premio Pulitzer, de un Sacerdote, bien identificado con sotana, en medio de un tiroteo en Puerto Cabello en los años ’60, sosteniendo un soldado casi muerto ya.

¿Por qué es importante dar digna sepultura al cuerpo humano?

Por que el cuerpo humano ha sido alojamiento del Espíritu Santo. Somos “templos del Espíritu Santo”. (1 Cor 6, 19).

Pero ... ¿saben que está sucediendo hoy en día con los cuerpos cremados, hechos cenizas?

Se está irrespetando a lo que ha sido templo del Espíritu Santo, porque la gente esparce las cenizas por donde se le ocurre, no dándole una sepultura digna. ¡Hasta se hacen dijes colgantes para guardar el recuerdo del difunto! O se tienen las cenizas expuestas en la casa (!!!)

NORMAS DE LA IGLESIA SOBRE CREMACION Y CENIZAS

"La Iglesia permite la incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del cuerpo" (Catecismo de laIglesia Católica # 2301).

Aunque la Iglesia claramente prefiere y urge que el cuerpo del difunto esté presente en los ritos funerales, estos ritos pueden celebrarse también en presencia de los restos incinerados del difunto.

Cuando por razones válidas no es posible que los ritos se celebren en presencia del cuerpo del difunto, debe darse a los restos incinerados el mismo tratamiento y respeto debido al cuerpo humano del cual proceden.

Este cuidado respetuoso significa el uso de un recipiente digno para contener las cenizas; debe expresarse en la manera cuidadosa en que sean conducidos y en el sitio de su colocación final. Los restos incinerados deben ser sepultados en una fosa o en un mausoleo o en un columbario (nicho).

La práctica de esparcir los restos incinerados en el mar, desde el aire o en la tierra, o de conservarlo en el hogar de la familia del difunto, no es la forma respetuosa que la Iglesia espera y requiere para sus miembros. (Orden de Funerales Cristianos, Apéndice No. 2, Incineración, No. 417)

13.1. ENSEÑAR AL QUE NO SABE:


Consiste en enseñar al ignorante sobre temas religiosos o sobre cualquier otra cosa de utilidad. Esta enseñanza puede ser a través de escritos o de palabra, por cualquier medio de comunicación o directamente.

“Quien instruye a muchos para que sean justos, brillarán como estrellas en el firmamento”. (Dan. 12, 3b) 

13.2. DAR BUEN CONSEJO AL QUE LO NECESITA: 



Aquí es bueno destacar que el consejo debe ser ofrecido, no forzado. Y, la mayoría de las veces es preferible esperar que el consejo sea requerido.

Asimismo, quien pretenda dar un buen consejo debe, primeramente, estar en sintonía con Dios. Sólo así su consejo podrá ser bueno. No se trata de dar opiniones personales, sino de veras aconsejar bien al necesitado de guía.

“Los guías espirituales brillarán como resplandor del firmamento”. (Dan. 12, 3a).

13.3. CORREGIR AL QUE ESTA EN ERROR:



No se trata de estar corrigiendo cualquier tipo de error. Esta obra se refiere sobre todo al pecado. Otra manera de formular esta Obra de Misericordia es así: Corregir al pecador.
Es de suma importancia seguir los pasos de la corrección fraterna que Jesús nos dejó muy bien descritos: “Si tu hermano ha pecado, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma contigo una o dos personas más, de modo que el caso se decida por la palabra de dos o tres testigos. Si se niega a escucharlos, informa a la asamblea (o a los superiores)”. (Mt. 19, 15-17)

Para cumplir esta Obra de Misericordia convenientemente hay que tener en cuenta dos cosas: que pueda preverse un resultado positivo a nuestra corrección y que no nos causemos un perjuicio a nosotros mismos.

Debemos corregir a nuestro prójimo con mansedumbre y suma consideración. Una corrección ruda puede tener el efecto contrario
No podemos convertirnos en gendarmes de la gente; es decir en estar pendientes de todo lo que haga la gente. Sin embargo, corregir al errado en fe y moral es un consejo del Señor. Así termina el Apóstol Santiago su Carta: “Sepan esto: el que endereza a un pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y consigue el perdón de muchos pecados”. (St. 5, 20).

13.4. PERDONAR LAS INJURIAS:



“Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, es un punto del Padre Nuestro, que el Señor aclara un poco más en San Mateo, al final del Padre Nuestro: “Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres, también el Padre Celestial los perdonará. En cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes”. (Mt. 6, 14-15).

Perdonar las ofensas significa que no buscamos vengarnos, ni tampoco conservamos resentimiento al respecto. Significa tratar a quien nos ha ofendido de manera amable. No significa que tenemos que renovar una antigua amistad, sino llegar a un trato aceptable.

El mejor ejemplo de perdón en el Antiguo Testamento es el de José, que perdonó a sus hermanos el que hubieran tratado de matarlo y luego hayan decidido venderlo. “No se apenen ni les pese por haberme vendido, porque Dios me ha enviado delante de ustedes para salvarles la vida”. (Gen. 45, 5).

Y el mayor perdón del Nuevo Testamento: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. (Lc. 23, 34).

13.5. CONSOLAR AL TRISTE:



El consuelo para el triste o deprimido se asemeja al cuido de un enfermo.Y es muy necesario, pues las palabras de consuelo en la aflicción pueden ser determinantes.

Aquí pueden entrar la atención de conversación con los ancianos, que tanto nos han dado y que en su vejez requieren que alguien les oiga, les converse, los distraiga.

13.6. SUFRIR CON PACIENCIA LOS DEFECTOS DE LOS DEMAS:


La tolerancia y la paciencia ante los defectos ajenos es virtud y es una obra de misericordia.
Sin embargo, hay un consejo muy útil: cuando el soportar esos defectos causa más daño que bien, no se debe ser tolerante. Con mucha caridad y suavidad, debe hacerse la advertencia.

13.7. ORAR POR VIVOS Y DIFUNTOS:


La oración por los demás, estén vivos y muertos, es una obra buena. San Pablo recomienda orar por todos, sin distinción, también por gobernantes y personas de responsabilidad, pues “El quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (ver 1 Tim 2, 2-3).


Los difuntos que están en el Purgatorio dependen de nuestras oraciones. Es una buena obra rezar por éstos para que sean libres de sus pecados. (ver 2 Mac. 12, 46)


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net